Opinión
Ver día anteriorMiércoles 17 de octubre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Pasar de defensivos a propositivos
D

e un par de meses para acá, la prensa económica de lengua inglesa ha sacado un número inusualmente grande y diverso de artículos sobre México que, en su conjunto, dan la impresión de que está cambiando la situación del país en la economía internacional.

Comienzo por uno reciente. El Financial Times, en su sección de opinión, comenta que México fue el gran ausente en el primer debate de Obama y Romney. El periódico británico alega que los políticos estadunidenses van muy por detrás de los acontecimientos y que siguen hablando de México casi exclusivamente en temas como drogas, inseguridad y migración, cuando hay dimensiones muchísimo más relevantes de la relación internacional. Así, por ejemplo, el articulista hace notar que México es ya el segundo destinatario de exportaciones estadunidenses y en seguida recuerda que México está compitiendo por capitales de Estados Unidos con China de manera cada vez más exitosa y que se espera que en los próximos años pase a ser el socio comercial más importante del país vecino. (Tema ampliamente explorado por la prensa en los pasados dos o tres meses). Esta nueva competitividad se explica en parte por los aumentos en el precio del petróleo, que elevan los costos de transporte de Asia a Estados Unidos, así como por el alza a salarios en China, que pasaron de ser apenas 20.3 por ciento de la media salarial mexicana en el año 2000 a arriba de 77 por ciento en la actualidad.

Hoy día, recuerda el Times, México y Estados Unidos están igual de integrados económicamente que cualquier par de países de la Unión Europea (por ejemplo, igual de integrados que Francia y Alemania, o Italia y Francia). Además, el periódico recuerda que el flujo neto de migrantes de México a Estados Unidos ha disminuido consistentemente y que incluso tiende a revertirse. Mientras tanto, la mayoría de los niños en edad escolar en Texas y California son latinos (entre los cuales hay mayoría mexicana) y los grandes capitales mexicanos –Cemex, Bimbo, Televisa, Carso– tienen una presencia cada vez más relevante en sus ramos al interior del mercado estadunidense. La presencia política y económica de los mexicanos en Estados Unidos será cada vez más importante.

El artículo que vengo resumiendo es sólo la punta del iceberg. En semanas pasadas ha habido reportajes, por ejemplo, sobre la disminución –muy relativa, pero como sea– de las tasas de homicidios en Ciudad Juárez (de 2 mil 305 en 2010 a 658 en lo que va del año); la consolidación y concentración de la industria aeronáutica en Querétaro –con flujo de capitales canadienses (Bombardier), coreanos (Daewoo y Samsung), y estadunidenses (General Electric); la modernización de Volkswagen en Puebla, etcétera.

Las noticias de la banca también parecen significativas. El banco canadiense Scotiabank anunció que piensa aumentar el crédito a individuos y familias mexicanas ofreciendo préstamos de entre 500 y mil 500 dólares a familias que no tienen historial crediticio. O sea, se busca aumentar el número de familias que pidan créditos bancarios (cuidado con eso, por cierto). Los mercados financieros consideran que el peso está estable. Y un bastante largo etcétera.

Estas noticias no implican que la situación del trabajador mexicano de hoy sea muy buena –en otro blog del Financial Times se hace notar que el año pasado le fue mal a México en el índice de riqueza personal (Global Household Wealth), que disminuyó 14 por ciento –o sea, tanto como en Europa. Sin embargo, el cúmulo sostenido de noticias sí hace pensar que –si no se cae la economía mundial toda, cosa que todavía puede ocurrir– México puede estar entrando en una fase sostenida de crecimiento, por primera vez en décadas.

Aunque es fundamental no creérsela, en el sentido de no salir corriendo a celebrar, o no especular con un futuro que es, al final, muy incierto, me parece, por otra parte, que en un contexto como éste también importa comenzar a preparar propuestas de inversión y gasto social, por si, efectivamente, entra México en una etapa de consolidación fuerte de su economía industrial.

Para las izquierdas el reto no es menor. México lleva ya 30 años relativamente estancado y, tal vez por eso, ha habido una tendencia a imaginar la política en términos defensivos: defender a los sindicatos (aunque sean corruptos), la escuela pública (aunque sea deficiente), la propiedad nacional (aunque el Estado la esté desfalcando).

Pero el panorama cambia en cuanto se entra a fases de crecimiento. En esa clase de momento importa poner prioridades sociales y estrategias de gasto social que se orienten a la justicia social y eviten la borrachera presupuestal: innovar en políticas públicas en materia de salud, establecer estados mínimos de bienestar universal, invertir en calidad educativa, cultura e investigación y evitar la concentración arbitraria del poder. Para eso se necesita armar programas, metas claras, estrategias. Es posible que el reto político mayor de los próximos años sea enfrentar con creatividad un cambio en la situación de México –importa más que nunca voltear a estudiar estrategias alternativas que se hayan probado en distintos lugares–, las buenas y las malas. No es éste un buen momento para enconcharse.