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Desde los nueve años vivió en la calle, entre las drogas y el alcohol

Soy un ejemplo de que la vida te puede cambiar: Castañeda

Hoy es auxiliar técnico del Tri femenil que ganó la Homeless World

 
Periódico La Jornada
Miércoles 17 de octubre de 2012, p. a14

No sintió el filo de la navaja que rompía sus carnes. Sin dolor, apenas como un ligero golpe. Luis Miguel Castañeda todavía quiso perseguir a quien lo había apuñalado por la espalda, pero no pudo, vio cómo le salía sangre abundante y después cayó inconsciente en la acera frente al Teatro Blanquita. Días después despertó en una cama de hospital en donde estuvo al borde de la muerte.

Ese recuerdo imborrable volvió más vivo que nunca el pasado domingo, cuando el Zócalo capitalino era una fiesta porque la selección mexicana femenil ganó la Copa Homeless a las brasileñas.

El auxiliar técnico del equipo triunfador fue el mismo Castañeda, ahora con 30 años de edad pero que ha vivido en situación de calle desde los nueve, el largo periodo en que estuvo enganchado a las drogas y al alcohol, sobreviviendo como limpiaparabrisas en los semáforos. Habría seguido a ese ritmo suicida si el programa Street Soccer no lo hubiera rescatado para cambiarle la vida.

No me lo creía, recordé todo lo que viví en las calles mientras veía este resultado, daba gracias de todo lo que había podido hacer y levantaba el trofeo, narra Luis Miguel, quien en tres años tuvo un cambio radical en su vida.

Gracias a que me ayudaron a través del futbol y de Street Soccer pude festejar esta victoria, si no, tal vez estaría muerto o en el reclusorio como varios cuates de mi banda, cuenta sobre aquellos años en los que dormía entre los vapores del solvente que inhalaba todo el tiempo y que cada mañana lo hacían levantarse tembloroso, aturdido, sólo con el deseo de volver a recibir el primer disparo de thinner del día.

Sé que soy un ejemplo, pero no me siento mucho por lo que he logrado, sino porque todo lo que viví y sufrí en las calles ahora sirve para empujar a otros chavos a cambiar sus vidas, precisa.

A él lo invitaron a participar en los torneos regionales de futbol callejero y posteriormente en el Campeonato Nacional, de donde se eligieron a los ocho jugadores que formarían la selección mexicana que iría a la Copa Homeless de Milán 2009.

La única condición que le pusieron fue que no llegara drogado. Fue tanto su entusiasmo que de pronto se vio peleando por un puesto y sumando 100 días sin probar ningún estupefaciente.

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Luis Miguel Castañeda recorre la ciudad para involucrar a chavos de la calle en el futbolFoto Juan Manuel Vázquez

No fue fácil porque seguía viendo a mis cuates y el vicio es como el cigarro: hueles el solvente y se te antoja darte las tres, explica sobre lo difícil que fue la abstinencia para llegar a Milán 2009: Era una necesidad de mi cuerpo, pero pudieron más las ganas de conocer otro país, de cambiar para tener algo que nunca había tenido.

Así fue elegido con otros siete jugadores para acudir a Italia, al torneo de futbol callejero, experiencia a partir de la cual sufrió una transformación radical. Cuando lo platica todavía se emociona al recordar el viaje como si fuera una película, los nervios previos, el hormigueo en el estómago al despegar el avión, el miedo a volar. Primero Ámsterdam, después Milán.

Estuvo bien chido estar en otro país, con puro güero de ojo azul. Me parecía raro porque aquí sólo los extranjeros son así, pero allá eran todos, dice emocionado.

En esa copa el equipo nacional quedó en séptimo lugar. Brasil fue el equipo que cortó las ilusiones a los mexicanos de llegar más lejos, pero lo más importante para Luis Miguel es que volvió de aquella aventura muy cambiado, como si se tratara de una persona distinta o nueva.

A partir de entonces se integró al equipo de trabajo de Street Soccer México. La experiencia que vivió ahora la utiliza para acercarse a niños y jóvenes que están en situación de calle. Camina por esquinas, camellones y cruces peatonales para tratar de involucrarlos en el futbol.

Trato de hacer lo que hicieron conmigo: rescatar a chavos que podrían tener otra vida utilizando el balompié como pretexto. Me acerco y me sirve que yo viví todo eso, pasé por lo mismo que ellos, así que no les decimos mentiras de que dejarán la droga fácilmente y que ahora serán muy felices, señala.

El pasado domingo recordó los años difíciles en los que dormía a la intemperie, las drogas, el alcohol, los parabrisas, la puñalada. Dice que todo le dio vueltas y vio la alegría de su equipo triunfador. Miró el trofeo y se dijo: Misión cumplida.