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Participan expertos en foro auspiciado por La Jornada y Casa Lamm

Avidez de mexicanos por leer historia, pero los académicos se habían disociado
 
Periódico La Jornada
Miércoles 17 de octubre de 2012, p. 4

Que nuestros lectores mexicanos de historia afinen su actitud crítica y aprendan a diferenciar un texto que esté bien fundado de otros que no lo son, pidió el historiador Jesús Hernández Jaime, al participar el lunes en el foro Nuevas formas de contar la historia, organizado por La Jornada y el Centro de Cultura Casa Lamm.

El especialista aludió a las conmemoraciones de 2010, ya que “evidenciaron algo que intuíamos, pero que no le habíamos dado demasiada importancia: los mexicanos están ávidos por leer historia, pero los investigadores y académicos nos habíamos disociado de manera brutal.

“En ese contexto no sólo surgieron revistas, como Relatos e historias en México, también aparecieron libros de autores que no vienen del gremio de los historiadores, a veces son periodistas, cuentachistes o novelistas que de pronto decidieron hacer historia.”

Esa circunstancia ha obligado a los historiadores profesionales a dejar claro cuáles son las formas de proceder, es decir, cómo diferenciar un trabajo académico de uno de mala divulgación. Por tanto, es necesario que el público entienda y tenga los elementos para diferenciar cuando alguien vende una mentira y cuando da un saber bien fundado en lo metodológico, partiendo de la aceptación de que en la historia no existen verdades absolutas. La historia es interpretación, imaginación, pero no se puede desprender de la investigación, que es algo elemental, aseveró Hernández Jaime.

Preguntas al pasado

Luis Fernando Granados manifestó que de muchacho quería hacer novelas y acabé de historiador. Eso porque advirtió que uno de los problemas tenía que ver con la forma de la escritura: En la literatura más convencional es prácticamente imposible establecer una discusión. La narración histórica que parece representar la realidad es muy difícil de manipular para entablar una discusión y argumentar. Para poder hacer el trabajo de interpretación hay que discutirlo con los colegas, los ancestros, con los papeles del archivo, con los libros de la biblioteca.

El también historiador Alfredo Ávila Rueda, aseguró: Lo novedoso de nuestro trabajo reside en que estamos haciéndole al pasado nuestras preguntas que a lo mejor ya no son de los grandes héroes o grandes gestas, pero sí de las gestas sociales, de las personas que se movilizaron. Ya no es tan importante Hidalgo como las personas que lo siguieron, también los que no.