foto: Prometeo Lucero. Mesa del Tirador, Jalisco |
Contra las contras
El término “contrainsurgencia” comienza a quedarse corto, pues las prácticas institucionales que implica, siguiendo directrices del Pentágono, no se aplican sólo a grupos insurgentes, sino a poblaciones enteras; por abreviar: la totalidad de los pueblos indígenas de México y muchos países americanos.
Detrás están no sólo ejércitos y policías nacionales, ni los grupos paramilitares que prohijan. También las grandes transnacionales mineras, agroindustrias, petroleras, turísticas, constructoras, embotelladoras, energéticas, financieras. Y muchos gobiernos nacionales. La destrucción de los pueblos cotiza en las bolsas del primer mundo. Una verdadera guerra de mil frentes, la mayoría en apariencia incruentos. En nuestro país como en Guatemala (y en ascenso), Colombia, Honduras, Chile, Perú, Brasil. ¿Cuántos genocidios van, y cuántos acechan en la Amazonía, las montañas mayas y mixtecas, la Araucanía y los desiertos del norte?
Los recursos contra la vida son múltiples, en apariencia inconexos pero todos torpedeando la base comunitaria, el nervio ancestral, la fortaleza mística de los pueblos americanos. Una nómina absurda de denominaciones cristianas de matriz estadunidense lleva décadas abriendo brecha a los programas bancomundialeros (“sociales” dientes afuera), junto con la manipulación consumista y mediática y la agresión directa —habitualmente corruptora— de las industrias extractivas y las constructoras de hidroléctricas, autopistas, ciudades rurales, centros turísticos, autopistas, aeropuertos, cárceles de alta seguridad, eólicas. Como si no bastaran los partidos políticos nacionales, la amenaza presente del crimen organizado y el paupérrimo respeto a los derechos de los pueblos indígenas en buena parte de las Américas, del Ártico al sur de Chile.
En lo que resulta sorprendente e iluminador, los pueblos de América se crecen al castigo y se organizan, definen territorios y autonomías, reivindican lenguas, conocimientos, rituales, tradiciones, maneras de insertarse en la modernidad. Contra todas las contras desatadas en contra de sus vidas como pueblos, resisten y viven. ¿Por qué será? No podemos sino celebrarlo. Desde hace 20 años, al conmemorarse el “Quinto centenario”, los pueblos reaccionaron y caminan hacia delante.