En el origen está el destino:
a experiencia de José Carrillo
Federico Ortíz Arias y Gloria Muñoz Ramírez
foto: Prometeo Lucero. Aspecto de la asamblea wixárika en Mesa del Tirador, Jalisco, el 9 de septiembre. |
Mesa del Tirador,
Jalisco.
“La lucha por la defensa de la tierra ha sido de siempre, antes y después de que se fundara esta localidad de Mesa de Tirador”, refiere José Carrillo de la Cruz, líder moral de esta comunidad wixárika.
Invasión y despojo han sido las constantes para los habitantes de la comunidad San Sebastián Teponahuatlán. Fue gracias a la decisión tomada por los comuneros y sus autoridades tradicionales, a principios de los años cincuenta, que San Sebastián pudo recuperar sus tierras y fundar esta localidad, que estuvo por mucho tiempo en manos de ganaderos que llegaron de diferentes partes de Jalisco y Nayarit después de la Revolución Mexicana.
Tiempo después se crea Mesa del Tirador, el 23 de febrero de 1972, con la llegada de varias familias “que andaban de un lugar a otro, viviendo como nómadas” a orillas del río Lerma Santiago, y a quienes Trinidad Carrillo, conocido como Don Trini, padre de José, había convencido para que se establecieran en este lugar, con el apoyo de don Pedro de Haro, comisariado de bienes comunales de ese tiempo, una de las personas que había luchado para que se le reconocieran en 1954 a San Sebastián Teponahuaxtlán sus tierras comunales.
La conversación con don José se lleva a cabo en medio de la asamblea trimestral de la comunidad, en la que los mil 636 wixaritari asistentes acordaron rechazar a las empresas mineras que ambicionan su territorio en el que, de hecho, ya se iniciaron exploraciones.
La reunión se realiza los días 7, 8 y 9 de septiembre y hasta aquí llegan pobladores de las 36 localidades que conforman San Sebastián Teponahuaxtlán. Se destaca la presencia de cientos de jóvenes que llegan en grupo o con sus familias y se instalan en los lugares destinados por los anfitriones.
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Al principio, recuerda don José, no fue fácil llegar a estas tierras, “a los ganaderos nos les gustó, y pidieron el respaldo de la judicial y las autoridades municipales de Puente de Comatlán; nos culpaban de robar ganado, viniéndose la represión y encarcelamiento para los wixaritari. Don Pedro de Haro también estaba amenazado, y nos pidió que nos defendiéramos como se pudiera. La comunidad siempre pide que todo se haga sin violencia. Luchar sin violencia era lo que nos pedían los viejos, y fue así como se hizo esta población”.
Ubicada al sur del Río Lerma Santiago, al oriente de la Sierra del Huicho y al oeste de la Sierra del Pajarito, con amplias extensiones de bosque de pinos, encinos y robles, ojos de aguas y ríos, esta comunidad se encuentra constantemente amenazada por los intereses de caciques de la Yesca, Huajimi y Puente de Comatlán.
En los últimos tiempos, indica el hijo del fundador de Mesa del Tirador, han sido las sectas religiosas las encargadas de infiltrar la comunidad con el fin de dividirla; primero a través de la fe religiosa, para después extraer información de todo tipo, preguntando a los pobladores sobre los conocimientos que tienen de los recursos naturales, de los manantiales, de las plantas medicinales, de los animales que habitan, pero principalmente los minerales con los que cuenta la comunidad. “Llegan a pagar entre 200 o 300 pesos por piedra que les lleven”. En los últimos cuatro años varias empresas mineras extranjeras, principalmente estadunidenses y canadienses, han querido explotar los yacimientos de oro, plata y estaño en el territorio, para lo cual han realizado ya exploraciones encubiertas.
“Hemos dicho no a las mineras y ha sido la asamblea de la comunidad la que ha tomado la decisión de desconocer como comuneros y recogerles sus tierras a quienes se involucren con estas empresas que vienen a llevarse nuestros recursos”, refiere Carrillo, quien también aclara que se ha creado un estatuto comunal con el fin de que las autoridades tradicionales cumplan con los acuerdos que se tomen.
El regreso de las asambleas. Después de su fundación, se han dado importantes transformaciones en esta comunidad wixárika. Fue en 1999 cuando se vislumbró un cambio interno en la organización de la comunidad, “con la visita de los hermanos zapatistas, en la Consulta Nacional sobre Derechos y Cultura Indígena, convocada por el ezln. De ahí aprendimos que nunca es bueno con las armas, que hay otros medios con los que podemos defendernos, usando la inteligencia, con otro tipo de convencimiento. Con ellos aprendimos eso y lo que nos dijeron se nos quedó muy grabado, por lo que echamos a andar este tipo de asambleas, como en la que estamos ahora”. Y de eso ya pasaron 12 años.
Don José, quien ocupó el puesto de comisariado de bienes comunales de Mesa del Tirador, añade que a partir de su contacto con la lucha zapatista y el Congreso Nacional Indígena (CNI), “nos volvimos a organizar como comisariados, como gobernadores tradicionales, como consejos de ancianos, con otra manera de hacer justicia entre nosotros, fortaleciendo las asambleas y los acuerdos que ahí se toman, dando un giro para que no fueran las dependencias de gobiernos los que nos convocaran”.
La participación del pueblo wixárika en el movimiento indígena nacional ha sido muy importante, explica, sobre todo con las reuniones que el cni ha realizado en ete territorio en diferentes momentos, en Bajío de Tule, Santa Catarina, Bancos de San Hipólito y aquí mismo, en Mesa del Tirador. El cni “es el despertar de los pueblos indígenas del país; hemos tomado del sentimiento indígena zapatista la base para fortalecemos, dónde estamos, quiénes somos y qué queremos, y con ese sentimiento nos convencimos todos los wixárika. De ahí recibimos varios conocimientos que nos han servido bastante para la organización, para el cuidado de nuestros pueblos. Si no hubiera sido el despertar de los zapatistas, quién sabe dónde estaríamos”.
Para José Carrillo de la Cruz, mejor conocido en su comunidad como Haitamai, “nube joven”, la actual defensa del territorio se ha dado gracias a la organización que ha tenido la comunidad y a la forma pacífica con la que luchan y se defienden, a pesar de que los invasores cuentan con suficientes armas y con el apoyo de los gobiernos. “Nosotros”, dice, “hemos podido transformar este lugar para que las familias vivan en paz y con felicidad, defendiendo las costumbres y los modos de construir nuestra autonomía”.