Opinión
Ver día anteriorMiércoles 10 de octubre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Desarrollo sustentable y producción de maíz en México
L

a agricultura mexicana es el corazón de la economía y de cualquier estrategia de desarrollo sustentable. Es un espacio productor de alimentos y materias primas, es el principal generador de empleo y sus productores realizan un trabajo crucial de protección ambiental. En nuestro país es especialmente importante el papel de los productores más pobres en la curaduría de la agro-biodiversidad y de los recursos genéticos, especialmente del maíz. Sin embargo, desde hace ya muchos sexenios el sector agrícola ha sufrido un fuerte castigo. Quizás el ataque más artero provino del Tratado de Libre Comercio para América del Norte.

Una estrategia comprometida con el objetivo de desarrollo sustentable debe revisar de raíz la política del sector agropecuario y, en especial, la que afecta al sector maicero. Ayer en la ciudad de México se dio a conocer un importante estudio que debe transformar el debate nacional sobre política agrícola. La investigación fue realizada por el doctor Antonio Turrent, del INIFAP, y Timothy Wise y Elise Garvey, del Centro sobre Medio Ambiente y Desarrollo (GDAE) de la Universidad de Tufts. El objetivo principal del estudio es examinar las condiciones bajo las cuales la economía mexicana puede reducir el déficit que hoy experimenta la producción de maíz y recuperar su autosuficiencia en ese cultivo. El trabajo se encuentra en ase.tufts.edu.

El análisis sostiene que es posible cerrar el déficit de rendimientos para los 3 millones de campesinos que producen la mayor parte del maíz en México. Esa brecha afecta negativamente la seguridad alimentaria y obliga a importar maíz por más de 2 mil 500 millones de dólares anuales. En la actualidad México importa más de la tercera parte de su consumo de maíz, y la mayor proporción de estas importaciones provienen de Estados Unidos.

Para este análisis la mayoría de los productores mexicanos está operando muy por debajo de su verdadera capacidad. La brecha de rendimientos se define como la diferencia entre el rendimiento actual y los rendimientos alcanzables utilizando tecnología disponible. Esa brecha se estima en 43 por ciento para las tierras de temporal. En las tierras de irrigación la brecha es de sólo 10 por ciento.

El estudio de Turrent-Wise-Garvey examina cómo México podría cerrar esta brecha de rendimientos en las tierras de temporal utilizando tecnologías ya conocidas para la producción de maíz. Las principales conclusiones de esta investigación serán un parteaguas para el debate sobre cualquier proyecto de reactivación de la economía mexicana y para un cambio en la estrategia de desarrollo del país. Por ejemplo, el estudio sostiene que en un horizonte de 10 a 15 años México podría incrementar la producción en la actual superficie cultivada, para pasar de 23 a 33 millones de toneladas anuales. Esto permitiría cubrir el déficit de 10 millones de toneladas anuales que hoy pesa sobre la balanza comercial. Desde luego, el punto importante aquí es que en esta etapa el incremento de la producción se lograría sin la expansión de la frontera agrícola. Se trata de un proceso de intensificación sustentable de la producción.

En otra parte de la investigación se examina el potencial hidro-agrícola que existe en el sur del país y que en la actualidad se encuentra desperdiciado desde hace años por la negligencia en la política agrícola. Se calcula que con nuevos proyectos de irrigación e infraestructura en la parte sur se podrían añadir otros 24 millones de toneladas, lo que sería más que suficiente para enfrentar la demanda creciente de maíz que se calcula llegará a 39 millones de toneladas para 2025. En realidad, México se convertiría en un exportador neto de maíz. Esas inversiones para explotar nuevos recursos hidráulicos, así como nuevas inversiones del sector público para hacer más eficiente el uso del agua en sistemas de irrigación en las zonas semiáridas del centro y norte de México son indispensables para enfrentar el reto del cambio climático y su amenaza sobre la agricultura sustentable.

Una de las conclusiones importantes de este análisis es que en esta estrategia para revitalizar el sector maicero, la introducción de maíces transgénicos está equivocada. Esa tecnología no ha cumplido con la promesa de aumentar los rendimientos de manera significativa. El estudio de Gurian-Sherman, Failure to Yield (disponible en ucsusa.org) comprueba cómo después de 13 años de cultivo comercial en Estados Unidos el maíz transgénico apenas está asociado con incrementos marginales en los rendimientos. Es decir, los rendimientos intrínsecos no se han desplazado y no se puede esperar que lo harán en países como México. Además, su introducción en este país, centro del origen del maíz, involucra riesgos inaceptables. Las opciones que presenta el estudio de Turrent-Wise-Garvey apuntan el camino a seguir.