Sustituir el tejido dañado o utilizarlo en la investigación, el propósito del trabajo
Martes 9 de octubre de 2012, p. 3
Berlín/Estocolmo, 8 de octubre. La ciencia ha conseguido una especie de elixir de la juventud: las células de la piel de una persona pueden volverse jóvenes células nerviosas, y las de la cola de un ratón surgir un huevo animal. Para lograrlo, los investigadores programan las células a fin de que retrocedan a una especie de estado embrionario y, después, orientan su desarrollo en la dirección deseada.
El fundamento de estos avances es la técnica desarrollada hace seis años por uno de los premios Nobel de Medicina de este año: el japonés Shinya Yamanaka, quien se basó en los descubrimientos del británico John Gurdon (79), de la Universidad de Cambridge, con quien comparte el galardón.
La finalidad de la nueva técnica es que las células rejuvenecidas sustituyan tejidos desgastados o sean empleadas para la investigación científica.
En 1962 Gurdon demostró que las células adultas conservan todas sus características. Así, aunque esas cualidades permanezcan ocultas en las células de la piel o el pelo, pueden ser llevadas de nuevo a una especie de estado embrionario, y clonó por primera vez un animal: una rana.
Las técnicas de clonación en humanos son éticamente muy controvertidas y están prohibidas en muchos países. Pero en 2006, Yamanaka y el japonés Kazutoshi Takahashi consiguieron vadear ese procedimiento.
Tras muchos ensayos, Yamanaka descubrió los cuatro genes de control (Oct 3/4, Sox2, c-Myc y Klf4), que introdujo en células de ratones. Éstos producen reacciones que generan el rejuvenecimiento de las células. El resultado se denomina células madre pluripotenciales inducidas (iPS).
Sin embargo, los investigadores advierten del riesgo de caer en la euforia. La ciencia está repleta de sorpresas. La tecnología de las células iPS sigue estando en pañales
, apuntó Yamanaka al recibir otro premio en 2009.