Octavio Rodríguez Araujo da a conocer hoy su nuevo libro Poder y elecciones en México
atrapado en una cultura política de transa y búsqueda del camino fácil
En el proceso de 2015 habrá mayor abstención que en 2003 y 2009, por culpa del Tribunal Electoral, que hizo una burla de su papel
, pronosticó el politólogo y articulista de este diario
Lunes 8 de octubre de 2012, p. a13
Ya concluidas las recientes elecciones presidenciales en México, es obvio que se hace necesaria otra reforma electoral, pero debe quedar claro que la legislación por sí misma no puede acabar con los ilícitos e irregularidades, pues el país está atrapado en una extendida cultura política de la corrupción, la transa, el fraude y la búsqueda del camino fácil, que tiene que irse eliminando
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En entrevista por la publicación de su nuevo libro, Poder y elecciones en México (Grupo Editor Orfila Valentini), centrado en buena medida en el proceso electoral de 2011 y 2012, el politólogo y novelista Octavio Rodríguez Araujo agrega que en el país la democracia es precaria y hay mucho más que hacer para lograrla plenamente
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Menciona, como ejemplo, que ahora también hay que legislar sobre la sanción a tiempo por el rebase de gastos de campaña, la excesiva intervención de las televisoras privadas y el papel de las encuestas.
En cada elección aparecen nuevas formas de fraude, desviaciones, tergiversaciones, perversiones del proceso electoral. Qué bueno que la ley se vaya haciendo cada vez más precisa, pero esto es como el cuento de nunca acabar
, dice sobre este libro, realizado con la colaboración del también politólogo Gibrán Ramírez Reyes.
Poder y elecciones en México, que es y no es coyuntural
, se presenta hoy a las seis de la tarde en el auditorio Flores Magón de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), en Ciudad Universitaria (CU), con la participación del autor, Bernardo Bátiz, Angélica Cuéllar, Martha Singer, Eduardo Huchim y Andrés Manuel López Obrador.
La presentación no será un acto político, sino académico. Y López Obrador va como egresado de dicha facultad, como mi ex alumno y como una persona representativa de la política en México, que además fue candidato a la Presidencia del país
, precisa Rodríguez Araujo.
El autor de La Iglesia contra México y articulista de La Jornada, comparte: “Estamos muy contentos de haber sacado este libro a unas semanas de las elecciones, es el primero que se publica sobre el tema. Es una invitación a reflexionar sobre el proceso electoral, el papel de los partidos, la abstención, el voto nulo y el voto útil, las campañas; sobre quiénes son los candidatos, la legislación electoral, los resultados y las impugnaciones.
Es un libro con pretensiones científicas, académicas. En mi caso y el de mi colaborador hay simpatía por López Obrador. Procuramos guardar distancia, tratando de ser objetivos, aunque se moleste el mismo López Obrador, los otros candidatos o los políticos en su conjunto.
–¿Cuál es la primera caracterización del reciente proceso electoral?
–Fue una elección poco limpia. No podríamos decir que fue totalmente fraudulenta, pero hubo muchos elementos que la enturbiaron. Hablo principalmente de los recursos utilizados por el PRI, que fueron excesivos y que la ley no contempla una sanción antes de la calificación de la elección, tanto para el partido como para su candidato. En el caso de las precampañas, la ley sí tiene prevista una sanción fuerte e implica incluso la pérdida del registro del partido y del candidato.
Otro aspecto, destaca, son las encuestas, “que según los teóricos especializados sirvieron también para orientar el voto en favor de un candidato. Las encuestas que se estuvieron publicando, particularmente por Milenio, que eran diarias, influyeron en el voto con datos dudosos. Después Milenio retiró su sociedad con la casa encuestadora GEA ISA, porque se dieron cuenta de que ésta había sido irresponsable con los datos publicados, por lo que el deslinde fue a toro pasado.
Hubo otras encuestas que, ahora sabemos, se apegaron más a la realidad de la votación. Pero el hecho es que está comprobado que cuando las encuestas mienten o exageran sí orientan el voto en favor de quien está en primer lugar, porque la gente tiende a ir con el ganador, no con quien parece el perdedor.
Dice que la ley electoral crece y aumenta en volumen y en complejidad, mientras en otros países esa normatividad es de sólo 10 páginas. Aquí se hacen reformas, se adicionan artículos, pero los que son especialistas en burlar la ley, la burlan. Y entonces vuelven a cambiar los artículos para que no ocurra de nuevo
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Comenta, como ejemplo, que fue muy buena
la reforma de 2007-2008 para limitar a los medios de comunicación el pago de publicidad y propaganda, pero no se pudo evitar que en los noticiarios los comentaristas hicieran favoritismo por algún candidato
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–También aborda el asunto del descrédito de los partidos políticos y de las instituciones del Estado; al mismo tiempo advierte de los riesgos de un rechazo generalizado hacia ellos.
–Lo que ocurrió en esta última elección federal es un descrédito de las instituciones. Ya desde 2006 el Instituto Federal Electoral (IFE) fue altamente cuestionado. En noviembre quemarán las boletas de 2006 y de paso las de 2012. En el caso de las de 2006 es un escándalo, porque personas e instituciones solicitaron el recuento, aunque ya no tenga sentido legal. Pero ese recuento demostraría, o no, que hubo fraude electoral en ese año y que la presidencia de Felipe Calderón fue legítima o ilegítima.
Está además el caso del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que no cumplió con lo que se le pidió, que no quiso investigar. Prefirió basarse, como si fuera un juez civil, en el expediente y no en la constitucionalidad de las demandas y de las denuncias que hubo. No actuó como suprema corte, sino como juez de paz o civil en un municipio. Eso hace que la gente descrea todavía más de la bondad del sistema electoral y de las elecciones como vía de los cambios políticos del país.
Por ello, Rodríguez Araujo lanza: Pronostico que en las elecciones de 2015 habrá una altísima abstención, mayor que en la de 2003 y 2009, por culpa del Tribunal Electoral, que hizo una burla de su propio papel y de lo que significa para dar certeza a los mexicanos
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Advierte también que las televisoras privadas insisten en descalificar a los partidos, los legisladores y todo lo que tenga un sentido político. Llaman al alejamiento de los mexicanos de la política, porque cuando los ciudadanos creen que la política es algo que no les ofrece nada, es muy fácil aceptar, por ejemplo, un golpe de Estado
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–O que los poderes fácticos ocupen el espacio vacío dejado por los ciudadanos.
–Exacto. Es un poco lo que ha estado haciendo Felipe Calderón con su guerra contra el crimen organizado: ponernos soldados en todas las calles, sin apoyo legal alguno, porque no se ha reformado la ley en esa materia, para acostumbrarnos a verlos.
–¿Hay democracia en México?
—Sí, sí la hay, pero es una democracia imperfecta. No digo que haya algún país que tenga una democracia perfecta, pero sí los hay que tienen una democracia más madura, estable.
Recuerda que antes, en los tiempos del priiato, el poder se imponía y no había libertades, o éstas estaban acotadas. Ahora hay más libertades, pero el poder se impone por otros mecanismos: los ideológicos, que permiten la televisión privada y pública, la radio y los periódicos que coinciden con esa posición, que no difunden la pluralidad que existe en el país.
Por otro lado, abunda, está la imposición de formas de vida y el temor de la gente a perder su empleo, si lo tiene, o a perder lo poco que posee en bienes. “Esto asusta a la población, y cuando la población tiene temores se vuelve conservadora, porque lo que conoce es lo que defiende por el temor, inducido, a los cambios.
Ahora hay mayor libertad de expresión que hace 30 años, pero está acotada a ciertos sectores de la población. La radio y la televisión, por su amplitud y poder, están moldeando la conciencia de los mexicanos.
El investigador critica que los partidos han cometido el error de no educar políticamente a sus simpatizantes y afiliados. No sólo deben politizar a la gente, sino educarla políticamente, darles instrumentos de análisis para distinguir entre las derechas, las izquierdas, el centro, a no irse con la finta de la apariencia de los candidatos
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