xisten escritores con ficciones alucinantes y una vida demasiado aburrida. Otros, más equilibrados, comparten su medianía literaria con una vida gris. Muy pocos en cambio son autores de versos o relatos memorables, y su vida daría para escribir una novela.
Franz Werfel pertenece a esa última clase de escritores. Borges lo leyó con admiración sostenida y la Iglesia católica de Los Ángeles, pese al antisemitismo de Roma durante la Segunda Guerra Mundial, reclamó sus despojos para dar cristiana sepultura a este escritor judío amigo de Kafka.
Werfel no distinguió entre vida y escritura. Su dramaturgia fue una extensión crítica contra el fascismo y su Canción de Bernardette el cumplimiento de una promesa en su azarosa vida.
Perseguido por los nazis, Franz Werfel huyó con Alma Mahler, la ex mujer del famoso músico Gustav Mahler, para refugiarse en Francia. Pensaban trasladarse posteriormente a España y de allí a Portugal para embarcarse rumbo a Nueva York.
No es un secreto saber que el destino rara vez cumple los deseos de quienes se preocupan por él.
Werfel y su mujer llegaron a Francia como habían planeado, pero con ellos también llegaron los batallones del Führer que ocuparon el país. Su huida los llevó a Lourdes, la región donde una campesina analfabeta aseguraba haber visto a la Inmaculada Concepción. Allí gente común los albergó en sus casas, poniendo sus vidas en riesgo por proteger a dos desconocidos.
Conmovido, Werfel prometió que de sobrevivir escribiría la historia que escuchó en las casas que le dieron refugio y comida. Al llegar a Estados Unidos cumplió su promesa y se puso a escribir la historia de esa campesina que decía haber visto a la divinidad. La canción de Bernardette: historia de las apariciones de la virgen de Lourdes se publicó en 1941, apenas cuatro años antes de que murió el autor.
Este escritor, más importante que famoso, inició su carrera literaria escribiendo poemas. Más tarde escribió dramas como Juárez y Maximiliano y novelas como Los cuarenta días de Musa Dagh, que da cuenta del exterminio de los armenios llevado a cabo por los turcos.
Aunque sería injusto reducir una prolífica obra literaria a un libro, la novela corta Una letra femenina azul pálido bastaría para dejarnos ver la grandeza de este escritor. Con una historia intimista Werfel nos da cuenta de las miserias del hombre solo o en sociedad. Una carta es el pivote de la historia, el puente entre lo que ya no es, lo que podría ocurrir y los días que sin darse cuenta corren. Entre el ya no es y el mañana que no ha llegado transcurre la historia, que parece el soliloquio de un desesperado.
Werfel nos dice en esa novela que los hombres no sólo damos la vida, sino también la muerte, la mentira, el dolor, la culpa. Tal vez por eso quiso conquistar su derecho a maldecir la guerra y a emprender una desesperada tarea para que los hombres se desprendieran del odio. No lo logró, pero nos dejó en cambio algunas novelas que habrán de acompañarnos por mucho tiempo.