Hartazgo y hallazgos
Q
ue nuestra condición de mortales nos sirva para ocuparnos de lo que realmente importa.
Ello exige revisar prioridades y valores, pues el verdadero peligro para México, y el resto del mundo, es la ceguera de unos –su insensibilidad, ambición patológica y pueril afán de dominio, como si el dinero los hiciera inmortales– y el miedo y la falta de atención de las mayorías. Vale la pena entonces considerar las opciones reales de sobrevivencia y de resistencia civil que nos quedan.
Explotadores y explotables acusan idéntico padecimiento: inconsciencia para darse cuenta de que todos vamos en el mismo barco –este planeta–, por más que quienes ocupan camarotes de lujo supongan que van en una nave distinta, inmune a los icebergs y a los hundimientos, mientras el resto supone, y acepta, que esa es su condición y destino inalterables.
¿Cómo desarrollar la propia conciencia? No por medio de la educación convencional, pues familia, escuela y universidad, más que formar, conforman, si no es que deforman, al joven, entrenándolo para apoyar con su trabajo al engranaje económico y al entramado social, quizá conseguir un empleo, formar una familia, pero excepcionalmente para pensar y actuar por sí mismo, ya no digamos para asumir un sentido de goce sin culpa como forma de honrar la vida y respetar la Tierra. ¿Cómo amistarnos con nosotros mismos entre tanta desvergüenza, ineptitud, agravios e impotencia?
¿Cómo digerir el ridículo histórico de haber vuelto a apostar por los que ya tuvieron el poder 70 años? ¿Aceptaremos impunidades e inmunidades de los que en 12 años jugaron a cambiar la realidad económica y social del país? ¿Qué hacer con unos partidos políticos, un congreso y unas procuradurías inservibles? ¿Cómo actuar ante el abuso cotidiano de monopolios disfrazados con piel de servicio? ¿Con concesionarios de medios al margen de la ley? ¿Con pisos elevados sin terminar y plantas bajas intransitables? ¿Adónde mandar a bancos, meseros, ecologistas y locutores? ¿Qué postura adoptar ante el acoso fiscal y laboral?
Hallar es dar con alguien o algo buscado o sin buscarlo, descubrir con ingenio lo que desconocíamos, observar, encontrar otras verdades. El gran hallazgo será descubrir que podemos cambiar si decidimos reflexionar, modificar comportamientos y hábitos, desacatar leyes, rechazar amenazas y aceptar, con serenidad, que la primera salida ha de ser hacia el interior de cada uno.