Retiembla en sus antros la Tierra
on epicentro en las costas de Oaxaca, el sábado en la madrugada tembló. 5.4 grados Richter, dijeron los expertos. Colofón para el macrosimulacro en conmemoración del terremoto que destruyó nuestra ciudad capital y derribó las muros de la simulación. Nada, pero tembló en sus antros la Tierra. Prematuros dolores de parto, con el macrosimulacro de madruguete a cargo de Marcelo Ebrard. Soy candidato a la Presidencia de la República: nos vemos en 2018 y en 2015 habrá anticipo del duelo; sin fractura, desde luego. Ya se quebró la piñata.
Cuando la Revolución degeneró en gobierno, se acuñó la implacable frase: los políticos mexicanos sólo conjugan el verbo madrugar. Llegó el tiempo en que se les durmió el gallo a los del priato tardío y nadie dejaba la cama antes de escuchar la voz del dueño de la expectativa. Pero madrugaban, jugaban a adivinar: en cuanto rendía protesta el sucesor designado, estudiaban la foto oficial del nuevo presidente y los secretarios del flamante gabinete. De esa colección de cortesanos saldría el ratoncito cuando temblara la tierra en Los Pinos y parieran los montes. Vendría el vuelco finisecular y Fox salió de esos oscuros antros para presidir el gobierno de gerentes: los patrones habían decidido asumir el mando, abandonar las complicidades y volver al origen.
No diré que a la junta de notables. La Reforma y la Revolución dejaron su impronta en la nación y en el moderno Estado mexicano. Pero, atentos al valor de las máscaras, llamaron sindicato a la patronal que formaron para combatir las políticas sociales del cardenismo, el movimiento obrero, el agrarismo y la expropiación petrolera. Pésimo gerente, Fox desoyó el mandato, dejó hacer a sus jefes y de plano intervino en la campaña presidencial. La democracia sin adjetivos es para la gente bien y, sobre todo, para la gente con bienes. Andrés Manuel López Obrador decía que primero los pobres
, y aunque matizara que por el bien de todos
, los dueños del dinero vieron sombras de la lucha de clases que sus ideólogos neoconservadores habían declarado inexistente. Y todavía le quedan dos meses y ocho días en el poder a Felipe Calderón Hinojosa.
Tiempo para los fastos de multitudinarias despedidas y discursos triunfalistas, recuento de logros, inauguraciones prematuras. Y un largo adiós a las armas entre el resonar de trompetas y tambores, honores a la bandera y al susodicho que se despide. Largo interregno del sistema mexicano. Demasiado largo. Ya generaba conflictos en tiempos del presidencialismo omnímodo: un poder que se diluye, con término fatal; otro que se festina y no puede ejercerse más allá de las expectativas. Y hoy, mientras en la izquierda madrugan antes de anochecer, en la derecha del sindicato de patrones no se acuestan para proponer, para imponer la pronta aprobación de la iniciativa presidencial de reforma laboral. Cierto que Gustavo Madero y los suyos no se han dado cuenta y que nada borra la sonrisa de Felipe Calderón, pero el PAN perdió las elecciones del 1º de julio. Habrá reforma, pero no la que quieren los patrones.
Lástima que los sindicatos, los trabajadores, no inundaron las calles del Distrito Federal, no se manifestaran contra la reforma y sus rasgos retrógradas con el vigor y el número imponente con que han protestado en Europa contra las políticas de austeridad a costa de los más y para favorecer a los muy ricos. Lo mismo en la atribulada Grecia y en la España del desencanto desolador, que en la Francia ilusionada que esperaba audacia del socialista Hollande y enfrenta acciones conservadoras, moderadas. Lástima. Francisco Hernández Juárez y el resto de los líderes no oficialistas parecen no haberse dado cuenta de que ya no existe el oficialismo, presuntamente corporativo, que agonizaba en el salinismo, murió en la hora neoliberal de Zedillo. Frente al poder del dinero, a la fuerza de la derecha extrema global, los trabajadores no tienen más fuerza que la de un sindicalismo auténtico, unidos por el sentido de clase.
Ellos también exigían reformas. Tanto como el PRI dividido siempre; partido de clases
, decidieron cuando Ramírez y Ramírez propuso fuera de trabajadores
. Pero hay todavía vigor en sus proclamas de justicia social
. Los líderes tránsfugas o de la gerontocracia envilecida, tienen que atender a los agremiados; las bases de los sectores subsisten, sobreviven en la miseria y el desempleo humillante de la últimos 30 años. Saben que sin la contratación colectiva, sin autonomía sindical, sin el derecho de huelga, quedan a merced del outsourcing disfrazado de subcontratación, del despido sin justificación y desvanecido el pago de salarios caídos; minimizadas o desaparecidas las prestaciones de ley; sometidos a la voluntad del patrón.
Con más de 50 millones de mexicanos en pobreza extrema, el empleo crece en las alegóricas cuentas de la ortodoxia neoconservadora. Los juegos de birlibirloque se sirven de los reflejos para sumar a los millones del empleo informal. Cuentas del gran capital. Y la Organización Internacional del Trabajo ha indicado al Inegi que deberá incluir en la medición del empleo informal a los trabajadores que laboran en empresas formales, pero sin contrato y que carecen de seguridad social. Sin outsourcing regulado, sin salarios por horas. Formales por la complicidad de secretarios del Trabajo que, lejos de tutelar los intereses del trabajador, sirven como mozos de estribo a los patrones, o se erigen enanos del tapanco para amenazar a los dirigentes sindicales.
Perdió el PAN. En San Lázaro habrá dictamen y se votará en el pleno la reforma laboral. Manlio Fabio Beltrones es político de oficio. Sabe que las reformas al artículo 123 del gobierno de Luis Echeverría crearon el Infonavit. Viviendas para los trabajadores, pagadas por ellos, y utilidades para contratistas y fraccionadores. El maestro Mario de la Cueva señaló la incongruencia: reforma obrera para liberar a los patrones de la obligación de proporcionar vivienda a sus trabajadores. Nunca se las iban a dar, dijeron. Pero los sindicatos la demandaban y obtenían a cambio otras prestaciones en cada firma de contrato. Tenía razón Mario de la Cueva. Carlos Aceves del Olmo, dirigente sindical, preside la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados. Y el PRI ganó.
De San Lázaro pasará la iniciativa al Senado. Y ahí se pondrán a prueba las afinidades de Emilio Gamboa con el priísmo neoliberal, o el del tránsito generacional que heredó Miguel de la Madrid; la visión, coincidente o no, con el ineludible cambio que ha de encabezar Enrique Peña Nieto. Y no se trata de modernizar, de maquillar el viejo rostro del priato en el coma que precede a la agonía. Asamblea nacional y baraja nueva.
Enrique Peña Nieto viaja, visita Guatemala, Colombia, Brasil. Argentina y Chile. A la distancia, hace ligero trazo de su agenda: educación, seguridad, combate a la pobreza y reformas a Pemex que, obligadamente, han de coincidir con las hacendarias, y con el legado de la reforma laboral de marras. Algo dijo de Petrobras, después de su visita a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. Y de la pobreza, ante el chileno Sebastián Piñera. Tres vías ante una misma y amarga inequidad: la riqueza se acumula en pocas manos y la inmensa mayoría padece la pobreza.
Lula habló ante jóvenes mexicanos en acto de la Fundación Telmex. Le pidieron que diera unas recomendaciones
. Respondió que por una cuestión ética, no podría dar consejos a un país al que visita. Obrero, sindicalista, gran señor.