l 10 de septiembre el sindicato de maestros de Chicago estalló una huelga, la primera en 15 años. Los más de 29 mil maestros de escuelas del sindicato se vieron obligados a ir a la huelga por sus bajos sueldos y las desfavorables condiciones de trabajo. La última afrenta es el aumento de la carga de trabajo con menores salarios. El alcalde de la ciudad de Chicago es nada menos que Rahm Emanuel, quien fuera jefe de gabinete de Barack Obama hasta 2009. Luego de cancelar un proyecto del sistema de escuelas para aumentar 4 por ciento el salario base, Emanuel rechazó sistemáticamente la petición de una reunión directa con los líderes sindicales.
Esa huelga es una reacción a la política de empleo del Partido Demócrata y debiera ser una señal de alarma para la campaña de Obama. Es cierto que las encuestas le colocan a la cabeza en preferencias electorales, pero su política económica no conduce a la recuperación y podría darle la ventaja a su contrincante, Mitt Romney. Obama ha caído en el juego de buscar reducir el déficit fiscal en plena recesión, sin querer darse cuenta de que la austeridad profundiza la crisis.
El ajuste fiscal es una mala opción para un país con rezagos en educación, salud e infraestructura. Pero sus efectos son peores para una economía que ya entró en su segunda recesión en tres años. Las estadísticas sobre empleo en agosto lo confirman: apenas se crearon 96 mil nuevos empleos, cifra inferior a los 100 mil mensuales que se necesitan para absorber los nuevos ingresos a la fuerza de trabajo. Esos números son decepcionantes y revelan que la economía estadunidense se está frenando, lo que no ayuda a la campaña de Obama.
¿Por qué no puede Obama pensar en una política distinta? Para responder hay que señalar, en justicia, que algunas de las cosas que ya está haciendo su administración son un paso en la dirección correcta. Sus planes futuros incluyen sectores clave de la economía (renovación de infraestructura, educación, eficiencia energética y fuentes renovables de energía), pero no está claro cómo se realizarán. Obama afirma que se crearán un millón de puestos de trabajo a través de programas para duplicar las exportaciones. Pero tampoco explica cómo se aumentarán las exportaciones cuando la economía mundial está cayendo en una severa contracción. Europa, por ejemplo, está en grandes dificultades y hasta su principal economía, Alemania, podría entrar próximamente en recesión. El ritmo de actividad en China y la India ya se va frenando a medida que la recesión se profundiza en Europa y Estados Unidos. Y todo eso terminará por afectar a las llamadas economías emergentes. Es decir, no hay muchos candidatos a convertirse en compradores de productos Made in USA.
En la retórica de Obama hay siempre espacio para vanagloriarse de haber rescatado a la empresa General Motors. Con ello se quiere demostrar que se le da gran importancia a la generación de empleos en el sector manufacturero. Pero un estudio de Robert Pollin, de la Universidad de Massachusetts, revela que el sistema de doble escalafón ha conducido a una caída de los salarios contractuales. En efecto, para los jóvenes ese sistema entraña una remuneración cercana al salario mínimo, lo que ya es un nivel bajísimo. Definitivamente el modelo de GM no es una buena receta para promover la reindustrialización en la economía estadunidense.
Pero si usted cree que el programa de Obama adolece de grandes defectos, debería examinar las posturas del candidato republicano, Mitt Romney. En esencia, su principal estrategia sigue siendo la reducción de la intervención del Estado y el recorte de impuestos para los estratos más ricos. Estos son los dos componentes de la receta mágica de Romney y sus amigos.
El problema, no hay que olvidarlo, es que el retiro del Estado ha sido uno de los factores más importantes en la gestación de la crisis. Ésta fue engendrada en y por el sector privado. Y, por otro lado, los ricos ya se han beneficiado mucho del régimen fiscal heredado de tres decenios de neoliberalismo. Ellos son los que han acaparado 90 por ciento del incremento en el ingreso en los últimos cuatro años. Reducirles la presión fiscal ha sido una estrategia tanto de los demócratas, como de los republicanos. Pero nunca se vieron los resultados esperados: si antes no invirtieron sus ganancias en actividad productiva ¿por qué esperar que lo hagan ahora?
Quizás el mejor aliado de Obama en la carrera por la presidencia es la capacidad ilimitada de Romney para cometer errores. Pero en la coyuntura actual lo importante es saber qué va a pasar con la economía estadunidense. Su capacidad de arrastre de la economía mundial se cancela con su recesión. Ningún programa de reactivación, ni la flexibilización de la política monetaria por parte de la Reserva federal, ni la del Banco Central Europeo, podrán sacar a la economía mundial de la recesión. Es claro que todos los países del mundo serán afectados por la Segunda Gran Depresión.