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Casitas pequeñas y con materiales de dudosa calidad; muy cercanas unas de otras y lejanas de las tierras de cultivo. Así es como pobladores y estudiosos caracterizan las Ciudades Rurales Sustentables (CRS), fórmula que se promueve en Chiapas y Puebla para dotar de vivienda a los "pobres", que ya no campesinos. Los siguientes testimonios son muestra de cómo se está transitando en estos estados de lo que conocemos como pueblos campesinos a las CRS, sinónimo de modernidad, desde la perspectiva de los promotores, pero trampa para el traslado de tierras y otros recursos de manos campesinas a empresariales, desde la visión crítica. Declaración del “Taller sobre recursos naturales para la vida de nuestros pueblos originarios”, realizado con la Unidad Indígena Totonaca Náhuatl (Unitona), en Zapotitlán de Méndez, con la participación de jóvenes catequistas de diversas parroquias de la región. (23 y 24 de septiembre de 2011) “En estos últimos meses empieza una iniciativa de las ciudades rurales o unidades habitacionales como en Zacatlán, Tlatlauqui o el Mirador. Casitas pequeñas, familias muy pegadas de diferentes lugares, familias removidas de un lugar a otro por cuestiones de desastres naturales. Este modelo no favorece para nosotros como pueblos originarios de estas tierras. Porque experiencias como Zacatlán o Tlatlauquitepec llegan de muchos pueblos circunvecinos, de muchos pueblos totonacos, nahuas mestizos y no se da una comunión fraterna dentro de la nueva comunidad que se llega a componer; al contrario, hay mucha división, mucha discriminación, no hay empleos, las casas muy mal hechas con ciertas repercusiones, pero esto tiende a que la gente indígena que somos nosotros estemos en la parte céntrica donde el gobierno dice: ‘tengamos los servicios de internet, celulares, transporte, etcétera’, pero hay que dejar los ranchos, los animales donde en estos nuevos espacios ya no podemos tener. Mas, si somos muchos en la familia, se vuelve un caos y se da violencia intrafamiliar y demás. “Los intereses de fondo son más difíciles, mientras la gente está gozando de los servicios que ofrece, mientras en el pueblo donde somos nacidos, que éramos dispersos, teníamos los ranchos y demás, ellos quieren entrar con toda libertad para poder extraer recursos que existen en nuestros pueblos. Es como un engaño de doble filo: te dan una casa, lugar céntrico y demás, pero te quitan una cosa. Es como sucede en Chiapas y en otros estados, les dan una súper carretera o una clínica, pero les roban el agua. Llega la Coca Cola y dice: ‘Sabes qué, este manantial ya me corresponde’, ‘No, pero es que es del pueblo’, ‘Sí, pero yo ya te di el hospital’. Y así sucede, nos dan una cosa pero nos quitan otra. Así está lo de las ciudades rurales”. - ⃝ - Informe “Caracoles anegados”, elaborado por la Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos (Limeddh), relativo a la Ciudad Rural Nuevo Juan de Grijalva. (2011) Varias de las familias fueron instaladas en la Ciudad Rural –con la cual los gobiernos de Chiapas y el federal han presumido contar con la “primera ciudad autosustentable del mundo” y ser punta de lanza en el cumplimiento de los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas–, pero ésta se encuentra demasiado lejos de cualquier zona de cultivo agrícola: para ir a trabajar, la gente debe gastar hasta cien pesos en transporte, mientras que cuando mucho el jornal les resulta en 200 pesos, por lo cual hay cabezas de familia que han decidido emigrar de la región a fin de obtener su ingreso de otras fuentes. Supuestamente las casas de la Ciudad Rural están diseñadas para tener cultivos y animales, pero su tamaño, de cuatro metros por cuatro, no da para eso y además el suelo es infértil. Así, los residentes, antes campesinos con tierras para el autoconsumo, han perdido su vínculo con la tierra y con la auto proveeduría de alimentos. La Ciudad Rural fue construida con recursos públicos, así como de la Fundación Azteca y Fomento Social Banamex, pero los materiales utilizados son de muy dudosa calidad y contrastan con lo reportado en los avalúos del Catastro Chiapas. Por ejemplo, el Catastro dice que fue utilizada tubería de metal, cuando en realidad es de plástico, y tejas de metal, cuando el material es reciclado, y esto lleva a suponer la existencia de un fraude millonario en la construcción. Apenas va un año y las casas ya se están cayendo. El ladrillo de las paredes, que consta de una porción de cemento por ocho de lodo, ya se ve desgastado. Las casas se observan con grietas y tabiques incompletos, el agua se filtra y hay manchas de humedad en las paredes y charcos. Además, la Ciudad Rural está lejos de vías de tránsito importantes, por lo que depende sólo del consumo de sus habitantes, quienes al vivir en la pobreza y lejos de sus trabajos no cuentan con la capacidad de activar la economía interna. - ⃝ - Benjamín Berlanga, (Septiembre de 2011) “No estamos de acuerdo con el proyecto de Ciudad Rural (…) se basa en un modelo de desarrollo y de país que no considera a los campesinos como productores, como parte necesaria de la actividad económica. (…) Se empieza a perfilar desde finales de los 80s y ya con más fuerza en los 90s, y supone que los campesinos ya no son necesarios como productores (sino que) se articulan ahora a la dinámica económica como consumidores y como proveedores de remesas, porque lo que producen es ineficiente, costoso, caro y es más fácil traerlo de fuera. (…) significa la negación de la matriz sociocultural campesina y su conversión a una identidad clasificatoria asignada: los pobres. Es un fenómeno común en América Latina, que niega las identidades locales específicas, y los Estados han ido pobretizando su política pública (orientados por) el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, etcétera. Los documentos que hasta hoy se han generado acerca de la Ciudad Rural (…) nunca mencionan a los campesinos ni a las campesinas; hablan de los pobres como habitantes de esas ciudades rurales. “Nosotros creemos que la base de la construcción de un proyecto de país tiene que considerar a los campesinos como actores sociales relevantes, que hacen posible la preservación de las múltiples formas de identidad, que pueden dar viabilidad a la seguridad y la soberanía alimentaria junto con otros productores agropecuarios que trabajan a gran escala y que tienen mayores niveles de productividad; ellos son necesarios (…) en este momento la humanidad entera debe reivindicar y actualizar la matriz sociocultural y campesina como modo de vida buena, digna, y que no es sólo responsabilidad del Estado, es una responsabilidad social”. - ⃝ - Craig Davies Arzac, (2 de septiembre de 2011) “(…) tenemos en México una dispersión que concurre con una situación de baja capitalización y por lo mismo muy baja productividad del campo. Esto nos da como resultado la pobreza; la dispersión es en este caso un problema y una barrera al desarrollo precisamente porque concuerda con el tema de la pobreza. La pobreza es realmente el enemigo a vencer y es el que debe ser el propósito de este proyecto”. FOTO: Orin Langelle. MONTAJE: Hernán García Crespo.
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