Fueron recibidos ayer por familiares y amigos en el AICM
Martes 11 de septiembre de 2012, p. a47
Gritos, porras, aplausos... mil maneras de festejar un triunfo, un sentimiento de orgullo representado por decenas de familiares y amigos que se reunieron anoche en la terminal aérea para dar la bienvenida a los deportistas paralímpicos que ganaron medallas, y también para quienes el esfuerzo les alcanzó para hacer un papel decoroso en Londres 2012.
“¡Gus… Gus… Gus!…” coreaba la gente que esperaba ansiosa la llegada del cuádruple medallista en natación Gustavo Sánchez, máximo ganador de preseas,,dos de oro, quien se dijo contento a más no poder, pero al mismo tiempo orgulloso de que su ídolo, Juan Ignacio Reyes, “me vaya a pasar la estafeta.
Sí, está muy pesada, es un gran honor, pero de lo que tengo más ganas es de seguir triunfando en una actividad que me tiene satisfecho. No es nada fácil, para ser paralímpico debes prepararte sin descaso
, comentaba entre una ensordeceda ovación que invitaba a ir al Ángel, al Ángel
(de la Independencia) para festejar el triunfo individual que me sabe muy delicioso, pero por el que debo seguir trabajando para llegar a Río (2016)
.
Quien tiene firme la convicción de que puede completar un ciclo olímpico más es el ahora tetracampeón olímpico, Juan Ignacio Reyes, quien se colgó al cuello una presea dorada en la justa londinense, pero será el tiempo lo que decida hasta dónde puedo llegar en las mejores condiciones
, comentaba mientras las mantas, algunas elevadas al máximo con dos muletas, destacan su calidad de campeón paralímpico.
Claro que contento, pero más motivado por lo alcanzado en estos ciclos olímpicos en los que he dejado todo, no me he guardado nadita. Todo lo pongo en la alberca
, respondía sereno el competidor de 30 años, licenciado en mercadotecnia por Tecmilenio.
Los coros de los asistentes extrañaban a los turistas que llegaban a la terminal aérea, quienes se preguntaban el porqué de la desenfrenada algarabía. Y no era para menos; había lágrimas de alegría, rostros pintados con imborrable sonrisas, ojos de mojados y grandes por el asombro que le causaba ver a su familiar con muchos recuerdos comprados en la sede olímpica.
Seria, a la espera de abrazar a Gustavo, estaba María Elena Martínez, quien sólo tuvo palabras de cariño para su hijo, a quien el deporte le ha cambiado radicalmente la vida para bien, y al que calificó con orgullo maternal como Puma desde la cuna
, porque en casa todos somos orgullosamente de la UNAM
. Ahora está la familia a la espera de que sean recibidos por el rector José Narro Robles.
Ganador del oro en el campo con la jabalina, Luis Alberto Zepeda mostraba con orgullo su presea. La miraba con cariño, pues no la consiguió con poco esfuerzo, “sino con un gran sacrificio, porque el nivel de Londres estuvo cañón, me cai’ que quienes llegan a esas alturas son sólo los mejores”, soltó con la voz entrecortada, para agregar que su retiro está próximo.