Además de rechazar que exista un problema en el vestidor, el mediocampista del América Jesús Molina reconoció que se perdió un partido importante ante Xolos de Tijuana, pero tampoco es para alertarnos. Hay que seguir trabajando y aprender de los errores.

Entrevistado al abandonar las instalaciones de Coapa, luego del entrenamiento del equipo a puerta cerrada, Molina dijo que existe molestia por haber caído el sábado en el estadio Azteca, y te queda esa espinita de que, creo yo, era un partido ganable, pues estamos en casa, con nuestra afición, y ellos llegan dos, tres veces y concretan, y nosotros, siendo más peligrosos, no pudieron anotar. Pero así es el futbol; ahora hay que pensar en el siguiente partido que es contra Querétaro (este miércoles, dentro del torneo de Copa).

–El tema de (Christian) Benítez, ¿qué se dice en el grupo? ¿Pasa un poco por la indisciplina? –se le inquirió, porque el ecuatoriano falló un penal que no debió tirar, según el técnico Miguel Herrera.

–No, para nada. Estamos trabajando con la misma ilusión. Obviamente todos queremos triunfar, estar en los primeros lugares; es normal que un delantero quiera meter goles, pero el equipo está consciente y con el compromiso igual de ubicarnos en los primeros cuatro lugares. Es el planteamiento que se hizo desde principio de temporada.

Puntualizó que si hay algo que aclarar, corresponde a Benítez y al técnico. No me puedo meter en eso, pero sí puedo decir que el equipo está bien anímicamente, no hay ningún problema en el vestidor; está más unido que nunca.

Indicó que puede haber algunas especulaciones; sin embargo, insistió que el equipo está fuerte, desde la campaña pasada se ha venido demostrando. Hicimos un gran torneo y esperemos que ahora no sea la excepción.

Por su parte, en declaraciones a un portal de Internet, el presidente deportivo del América, Ricardo Peláez, dijo que ya abordó el tema de Benítez con el plantel y que no habrá más declaraciones, pues la ropa sucia se lava en casa. Agregó: Cuesta mucho trabajo armar un buen vestidor, un ambiente de compañerismo y alegría como para que se destruya por tonterías.