El crecimiento de Nueva Delhi
ueva Delhi. A mediados del siglo XIX, la India británica se vio sacudida por disturbios una y otra vez. Uno de los hitos del levantamiento contra el dominio colonial fue la rebelión de 1857, en la que soldados indios se levantaron contra sus oficiales británicos. Y la ciudad de Delhi era uno de los centros de la resistencia.
Desde la antigua capital de los reyes mongoles, cuyos orígenes se remontan al siglo VIII, el emperador Babadur Shah Zafar II intentó dirigir el levantamiento. Pero tras sus primeros éxitos –Delhi llegó a caer en manos de los rebeldes–, los británicos sofocaron la revolución en todo el territorio. Poco después, la India británica se convirtió en colonia oficial de Reino Unido, con Calcuta como capital.
Sin embargo, no consiguieron detener la resistencia, especialmente en Bengala. En 1905, los británicos dividieron la poblada provincia, oficialmente argumentando motivos técnico-administrativos. Pero los indios vieron en esa maniobra un intento de sembrar discordia. Y los disturbios violentos aumentaron.
Esta situación condujo a la corona británica a trasladar la capital desde Calcuta de vuelta a Delhi, que en aquellos momentos se encontraba relativamente más en calma. El 12 de diciembre de 1911, el rey Jorge V anunció el traslado. Y ese mismo día se coronó en Delhi como emperador de la India. Tres días más tarde colocó la primera piedra de su capital.
Durante décadas, los campamentos de refugiados impregnaron la imagen de la ciudad, hasta que en los años 50 y 60 del siglo pasado, las autoridades autorizaron la construcción de nuevas urbanizaciones en el oeste y sur de Nueva Delhi y en la ribera este del río Yamuna. Estas zonas constituyen hoy el centro de la metrópolis, en permanente crecimiento, que cuenta ya con unos 16 millones de habitantes.
Dpa