Sábado 25 de agosto de 2012, p. a16
La especialización/obsesión/ embrujo del pianista, compositor y jazzista estadunidense Uri Caine (Filadelfia, 1956) por/con el compositor austriaco Gustav Mahler (1860-1911) forma ya una pila de discos sobre el escritorio y una pira de emociones desde las bocinas.
La magia de este músico la conoce bien el público mexicano, porque atiborró la Sala Nezahualcóyotl la noche del 27 de enero de 2006, para celebrar –exactamente en la efeméride– el cumpleaños 250 de Wolfgang Amadeus Mozart, con el estreno de su Mozart Project: elaboraciones jazzísticas, tejidos armónicos, música de cámara surgida a partir de las entrañas de la música de Volfi Mozart.
Previo al concierto, respondió en entrevista al autor del Disquero respecto de la naturaleza de ese proyecto irresistible, ante la pregunta, ¿qué tan jazzeable es la música de Mozart?: “si te refieres a tomar estructuras musicales de Mozart para elaborar improvisaciones jazzísticas, entonces estamos hablando de la naturaleza de este proyecto. Si te refieres al swing, desde luego que Mozart tiene mucho swing. Si te refieres al ritmo, en Mozart la rítmica es perfectamente clara. Amo el swing de Mozart desde que lo escuchaba con la Orquesta de Cleveland, dirigida por George Szell, quien le imprimía a sus versiones una fuerte carga de swing”.
Antes de que debutara Uri Caine en México, era casi imposible conseguir sus discos aquí. Después del éxito clamoroso de su Proyecto Mozart en la Sala Nezahualcóyotl, los anaqueles de novedades discográficas se inundaron de su extensa/intensa discografía, concentrada en el sello alemán Winter & Winter, que sigue el modelo que instauró la disquera ECM: todo disco grabado por estos sellos se distingue por su calidad, originalidad, apuesta y riesgo artístico. (En conocida librería del sur de la ciudad de México, cuyas iniciales son Gandhi Quevedo, hay todo un botadero
repleto de discos de ambos sellos. También está el conocido recurso deTuTubo, je: YouToube).
Ya en el Disquero hemos reseñado discos anteriores de Uri Caine con proyectos similares al de Mozart: su versión (subversión, pues subversiva es) a una de las piedras de toque de la cultura occidental: las Variaciones Goldberg y otra maravilla: Wagner e Venezia, que evoca, revive, fluye en la relación íntima/extensa de Richard Wagner con la ciudad de Venecia, donde produjo música poderosa. El poderío de esa grabación alcanza los niveles de exacerbación emocional, asombro estético y poderío evocador que son propios de la música wagneriana, tan profunda como dinamogénica.
Beethoven, Verdi y Schumann son otros de los autores cuya música ha desarticulado Uri Caine para re-articularla de manera insólita.
El Proyecto Mahler de Uri Caine inició, en tanto, con Primal Light: la Luz Prístina que es el momento culminante de la Sinfonía Resurrección de Mahler, en un tratamiento que toma su punto de partida en lo sublime para aposentarse en lo sagrado sin necesidad de incurrir en ideología, religión ni atadura alguna, que es en lo que consiste precisamente el poder de la música mahleriana: la libertad puesta en música, la trascendencia envuelta en lo terrenal, la aspiración a lo divino, los frutos de la tierra, la noción de lo celestial, lo cósmico. El universo sonante.
He aquí algunos títulos de discos de Uri Caine en su proyecto mahleriano, después del portentoso Primal Light: Ich bin der welt abhanden gekommen (que yo traduciría así: He devenido ausente de lo terrenal
, una de las canciones del ciclo Rückert Lieder) y que es un filme espléndido de Franz Winter y música de Uri Caine donde ambos trazan un nuevo concepto de lo biográfico: un retrato de las entrañas de la conciencia.
The Drummer Boy; Gustav Mahler in Toblach (álbum doble); Dark Flame, son algunos otros discos mahlerianos de Uri Caine y se trata de obras fascinantes, tanto como escuchar las canciones de Mahler a partir de poesía antigua, cantada en Gospel !!!, en tremendo acierto, así como escuchar los temas de las sinfonías en solos de contrabajo acústico y en combinaciones instrumentales inimaginables en una música cuya lógica se entiende de manera natural en el manejo maestro que hace Caine (el ciudadano Caine, je) con su banda.
De manera que no solamente jazz, como el caso conocido de Jacques Louissier, sino un proceso deconstructivo, estructural, inteligente, yo diría genial: meter las manos a las entrañas de la música de Mahler para extraer reliquias, como esas perlas que quedan cuando incineran el cadáver de un monje budista que ha alcanzado la iluminación y una parte de su energía sigue irradiando en esas joyas.