sumir la decisión de realizar una caravana o una marcha no es una cosa sencilla. Pero además de ello realizarla en un país cuyas autoridades se sienten ajenas al drama que generan con sus acciones en nuestro país no es tampoco una decisión fácil ni sencilla.
Ante el anuncio de la Caravana por la Paz, por el movimiento que encabeza Javier Sicilia, los comentarios adversos y las descalificaciones no se hicieron esperar. Hubo quienes creyeron ver la oportunidad para ajustar cuentas, por sus posturas en el pasado proceso electoral, sobre todo aquellos que no tienen la capacidad de entender la enorme complejidad y el número inmenso de variables que intervienen en un asunto tan delicado y sensible, como lo es el de las víctimas y los desaparecidos de una confrontación bélica donde las variables no son las de una guerra convencional o las propias de ninguna organización partidaria.
Por ello, uno de los logros de esta marcha será el de unificar esfuerzos alrededor de una causa que nos une a los mexicanos, en contra de las adicciones, el armamentismo, la guerra y sobre todo la injusta situación en la que viven miles de familias, con un número indeterminado de muertos, en medio de una sociedad fracturada, herida y con esperanzas muy reducidas de reconstruir su futuro.
La Caravana por la Paz salió de México por Tijuana el pasado 12 de agosto y viajará más de 9 mil 400 kilómetros a través de Estados Unidos y visitará más de 20 ciudades y comunidades; el 12 de agosto estuvo en San Diego, California, y concluirá con su arribo el 10 de septiembre en Washington DC.
Teniendo como centro a las víctimas de la guerra en ambos lados de la frontera, la caravana busca encontrarse con la sociedad civil estadunidense para por medio del diálogo y acciones pacíficas generar propuestas para cortar el flujo de armas ilegales a México; apoyar alternativas humanas y de salud respecto a la prohibición de drogas, y demandar estrategias de seguridad efectivas y no violentas. El respeto binacional por la justicia y la dignidad humana es el corazón de esta iniciativa, buscando una política humana de migración, una preocupación central de la caravana.
Los ejes de la Caravana por la Paz son: hacer visibles a las víctimas de la violencia en México y Estados Unidos; y exponer el sufrimiento de los migrantes mexicanos y centroamericanos. Lo que quiere el Movimiento por la Paz es que los estadunidenses tomen conciencia del racismo, abusos de autoridad y violencia que sufren los migrantes que viajan a Estados Unidos en busca de trabajo, así como contribuir a detener el tráfico de armas. Detrás de sus armas están nuestros muertos
, dijo Sicilia en Estados Unidos, y precisó que nueve de cada 10 que utiliza el crimen organizado provienen de ese país. Lo que quiere esta caravana, según el poeta, es que se regule la venta de los fusiles de asalto, y demandar el combate al lavado de dinero. Según el Movimiento por la Paz, el combate al narcotráfico debe estar enfocado en inteligencia y no en violencia.
Luego de cruzar la garita de San Ysidro, la más transitada del mundo, Sicilia dijo: Los ciudadanos son los que pueden cambiar las políticas de su país
. De manera inusual, la Patrulla Fronteriza permitió que cientos de personas que acompañaban a Sicilia llegaran hasta el muro metálico en el Parque de la Amistad.
El congresista federal demócrata Bob Filner, representante de la frontera de California, viejo amigo de los mexicanos en esta región, asumió la corresponsabilidad estadunidense en las muertes por la violencia en México. “Ese no es un problema mexicano, es nuestro problema. ¿De quién son las armas que han matado a 60 mil personas? ¿De quién es la demanda de drogas que impulsa a los cárteles?”, cuestionó Filner.
En Los Ángeles Sicilia planteó: “Si ustedes, pueblo de Estados Unidos, no asumen los equívocos de sus gobiernos –como nosotros estamos asumiendo los del nuestro–, y les exigen que cambien su política de guerra contra las drogas, que generen un control férreo de las armas que pasan ilegalmente a México, que ataquen drásticamente el lavado de dinero y hagan no sólo una política incluyente y humana con los migrantes, sino una política de reconstitución del tejido social tanto en México como en Centroamérica y en las zonas estadunidenses destrozadas por la miseria, la noche llegará y será absoluta como lo fue en los países donde se instaló el crimen, el autoritarismo y la militarización. Sólo nosotros juntos podemos salvar la democracia amenazada por esta guerra”.
En dicho acto concluyó parafraseando unos versos de Bertolt Brecht –que en realidad, dicen, son del pastor luterano Martin Niemöller–, que apelan a su conciencia y a su corazón: “Un día humillaron a los colombianos/ y no dije nada/ porque yo no era un colombiano./ Luego destrozaron a los mexicanos/ y no dije nada/ porque yo no era un mexicano./ Un día vinieron por los afroamericanos/ y no dije nada/ porque yo no era un afroamericano./ Luego se metieron con los migrantes/ y no dije nada/ porque yo no era un migrante./ Y cuando un día vinieron por mí/ ya no quedaba nadie para protestar”, ni para detener la guerra ni la muerte, ni para salvar la democracia.
El día de ayer los integrantes de la Caravana por la Paz realizaron un acto en el puente internacional de Laredo Texas, en donde en ambos lados del río Bravo grupos de mexicanos enarbolaban las mismas consignas: ¡Gobierno, escucha, estamos en la lucha!
, teniendo como respuesta de mexicanos ubicados en territorio mexicano; Vivos se los llevaron
, y los caravaneros, desde el lado estadunidense replicaban Vivos los queremos
. ¡Obama, Calderón, escucha, estamos en la lucha!
Un abrazo con afecto y cariño para los integrantes de la Caravana por la Paz