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La escritora presentó su libro más reciente, publicado por el sello independiente Sur +

Cristina Rivera Garza llama a dolerse frente a un país herido por la guerra calderonista
 
Periódico La Jornada
Miércoles 22 de agosto de 2012, p. 5

Con la finalidad de articular el lenguaje público del dolor que se expresa como consecuencia de la violencia, el terror y el horror que vive México, y ante la necesidad política y la urgencia estética literaria de decir esto me duele, la escritora Cristina Rivera Garza publica el libro Dolerse: textos desde un país herido.

Editado por el sello independiente oaxaqueño Sur +, el volumen reúne una serie de ensayos, crónicas y poemas documentales, algunos publicados en diversos medios impresos y digitales y otros inéditos que plantean repensar y retomar el lenguaje público del dolor, en términos literarios.

“Lo que más me hiere –comenta la autora a La Jornada– es esta guerra injusta y absurda, en la que han muerto alrededor de 60 mil personas, 60 mil hijos, esposos, mujeres, primos, amigos de alguien. En términos no sólo cuantitativos, sino cualitativos, es el drama histórico de mayor relevancia del país.”

Dolerse... es un libro que invita a reflexionar sobre la posición del Estado y la función que juega el horror como espectáculo, el que los mexicanos hemos sido obligados a testimoniar, durante los recientes seis años de guerra calderonista, explica Rivera Garza.

“En el libro hay un esfuerzo por repensar al respecto. Diferenciar, por ejemplo, lo que es el terror, de lo que es el horror.

“El terror provoca miedo y el impulso de huir y salvarse; mientras el horror –por lo que se ha caracterizado esta guerra calderonista–, ha sido un espectáculo que no sólo atenta contra la vida humana, sino contra la condición humana, ha sido un proceso que desfigura y acaba con lo que es la esencia del ser humano.”

Hoy, destaca, “vemos uno de los espectáculos del horrorismo más graves de la época contemporánea y es sobre ello que trato de reflexionar en cada texto del libro. No es una reflexión sobre la política, sino sobre lo político”.

En una situación de guerra y de violencia, abunda la autora de La Castañeda: narrativas dolientes desde el Manicomio General, México, 1910-1930, no hay sector que no sea vulnerable, pues hemos visto es que todos podemos ser víctimas. Cualquiera puede estar en una esquina y le puede pasar algo.

El lenguaje público del dolor

El libro, prosigue Rivera Garza, hace una reflexión crítica sobre las circunstancias, pero sobre todo es un llamado a dolerse, porque el lenguaje público del dolor, ya sea con tintes religiosos o laicos, es lo que nos ha permitido articular una crítica a los poderes que lo han generado, y por otro lado, ese lenguaje nos ha permitido tener una conversación pública sobre algo que de otra manera ha sido estigmatizado y declarado como no existente.

El lenguaje del dolor, puntualiza Rivera Garza, no se retoma como el lenguaje de la víctima que no sabe que hacer, sino como una posibilidad de resistencia y un discurso libertario. La idea es reconocer que contamos con un lenguaje mediante el cual nos hemos ido reconstituyendo.

Dolerse: textos desde un país herido fue comentado por los escritores Verónica Gerber, Javier Raya y John Gibler, la noche de este lunes en el Foro del Tejedor, de la cafebrería El Péndulo, en la colonia Roma.

En la presentación, Gerber destacó que se trata de un libro donde la autora muestra su preocupación respecto de ese silencio que todo lo sepulta y dificulta hablar de lo podrido que está el país. Ese silencio producto del horror y que trae consigo una forma distinta de hablar.

Rivera Garza, aseveró Gerber– indica que “el tipo de acciones violentas que ha suscitado la guerra contra el narco, se ha llevado a cabo con tales excesos, precisamente para que no se pueda hablar de ellas”. De igual manera expresa que hace falta indignarse, pues todos los que callamos corremos el riego de convertirnos en piedras.

Javier Raya, tras varias reflexiones literarias, dijo que se trata de una lectura necesaria y urgente, porque el libro no está construido desde la voz protagónica de la autora, sino desde la voz y el dolor del otro, desde un país herido”.

Para concluir, Gibler hizo un poema documental improvisado, con textos del volumen comentado y del libro Morir en México, de su autoría.