Opinión
Ver día anteriorDomingo 19 de agosto de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
A la mitad del foro

La espiral del silencio

F

elipe Calderón sonríe y cita a los poetas del romanticismo para asegurar a los pobladores de Durango, de la tierra seca y la sierra desolada, de la violencia y la migración por el miedo de la gente del común, que nadie va a tratarlos mejor que él. Que ahí están las obras de infraestructura y la participación de la iniciativa privada. Me van a extrañar, dijo Vicente Fox, cuando se fue. Los humoristas asintieron. En el interregno de la segunda alternancia levantan arcos triunfales y proliferan las sonrisas del que se va.

El que venga atrás que arrié, decían los campiranos. Y ahí viene. Ya se oyen pasos. Ya hay un sordo asentimiento, acuerdos explícitos de acatar la resolución del tribunal, siempre y cuando se ajuste a sus facultades y tenga el sustento de la norma constitucional. Y eso a una resolución que será inapelable. No se produce todavía la carga de los búfalos, según la sentencia lapidaria acuñada por José Alvarado. No hay sucesor designado. Pero en la pluralidad de partidos, en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, ya cuentan las curules de elección directa, ya saben cuántas de representación proporcional habrá. Los del PRI cuentan las ganancias y preparan los acuerdos para sumar los 251 votos de 500 posibles que les darán mayoría simple: 208 del PRI, 33 del Partido Verde y 10 del Panal.

Hace falta saber sumar y reconocer que no habrá mayoría alguna en la 62 Legislatura, como no la ha habido desde que el PRI la perdió en 1997: Somos el grupo mayor. No podemos autoengañarnos ni simular, escribe Manlio Fabio Beltrones, líder de esa bancada; un grupo mayor para gobernar, no para que nos gobiernen. Y aclara para calmar a los amarradores de navajas: Nuestra tarea será la de construir las alianzas legislativas que aporten valor al trazo transformador que ha planteado Enrique Peña Nieto. Y habla de nuevos arreglos, de acuerdos duraderos y no concesiones a corto plazo. Y cita a Jesús Reyes Heroles: Más vale la fuerza de la política que la política de la fuerza; parafrasea: más vale la fuerza de los acuerdos que los acuerdos a la fuerza. En la representación plural, diálogo, debate, respeto y reconocimiento. Así podría hacerse efectiva una premisa que sorprende gratamente: El grupo mayor tendrá como razón de Estado que la política jale a la economía.

Ahí, en el giro de 180 grados a los gobiernos del capitalismo financiero, la austeridad fiscal y la acumulación de la riqueza en manos de la minoría privilegiada; de las oligarquías tras el velo democrático que imponen el dogma neoconservador y han puesto a la economía por delante de la política, bajo la falaz presunción de que el Estado estorba al libre comercio, que no debe haber regulación alguna al mercado de capitales; que hablan del derecho de propiedad y no del derecho a la propiedad. Fingiendo ignorar, dice Chomski, que las cosas no tienen derechos: los tiene el individuo, la colectividad. Ahí se presenta la opción a un posible acuerdo con las izquierdas que en Guerrero empezaron a escapar de la espiral del silencio y decidieron que los millones de votos recibidos son mandato para representar a sus mandantes.

El trazo del que habla Beltrones incluye la reforma hacendaria, la reforma energética, la reforma laboral. Galimatías, a menos que el PRI sume a las izquierdas. A las que incrementaron el número de diputados y senadores, alcanzaron el gobierno de Morelos, el de Tabasco y refrendaron la jefatura del Gobierno del Distrito Federal. La obsesión del repudio al retorno del PRI puede atarlos al proyecto panista, a una coalición que se reconoce válida en lo político, pero exige sumisión y preservar lo legislado en defensa de la vida que, asegura la ultraderecha, empieza en el instante de la concepción. En Guerrero la izquierda acordó gobernar y no ser gobernada, sin asomo de traición al liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, sin el cual no habría alcanzado los millones de votos obtenidos el 1º de julio, y a quien necesitan para preservar apoyo y reconocimiento al salir de la espiral del silencio.

Eduardo Cervantes, dirigente de Morena en el Distrito Federal, entrevistado por Arturo Cano en La Jornada del lunes 13 de agosto, afirma que la izquierda mexicana necesita una nueva organización, que la crisis de los partidos de izquierda es atronadora, que la cohesión del movimiento, el pegamento, lo da el carisma y la conducción de Andrés Manuel, más que la identificación con un proyecto. Esto es positivo, pero también es limitante. Hay militantes en el PRD identificados con los principios y con el proyecto original, pero han sido suplantados en la toma de decisiones por un estamento burocrático, se han invertido los medios y fines: El PRD perdió sus valores; es una franquicia redituable... una agencia de colocaciones en cargos públicos.

Ya están ahí. Todas las tribus reconocen a Jesús Zambrano haberse mantenido firme al lado de López Obrador. Jesús Ortega proclama fidelidad en el proceso jurídico electoral, pero anticipa que no irán más allá del marco legal, que se integrarán como fuerza opositora. Ya hay coordinadores para las bancadas del Senado y la Cámara de Diputados: Silvano Aureoles y Miguel Barbosa asisten al pleno del PRD, uno a cada lado de Jesús Zambrano. Y Carlos Navarrete atento al objetivo: ser apéndices, compañeros de viaje de la derecha defenestrada o reconocer y aceptar que el deber de la oposición es oponerse, pero no a ciegas, sin olvidar la máxima clásica que invocaba Reyes Heroles: Lo que resiste, apoya. El resto es silencio. Salvo la oportunidad de restablecer en Tabasco el ánimo de Garrido Canabal, con el toque intelectual y citadino de Arturo Núñez, y dejar a Graco Ramírez confirmar su vocación política y voluntad de mando en Morelos.

Y conciliar el quehacer senatorial con el PT que podrá ser grupo parlamentario, coordinado, dicen, nada menos que por Manuel Bartlett, al sumar el quinto escaño con Marco Antonio Blásquez. Manuel Bartlett, fiel a sí mismo, firme en sus convicciones, hombre de Estado en la mala hora de la transición en presente continuo, de los valores invertidos y las ideologías sacrificadas en el altar del pragmatismo modernizador, de la apertura al imperio de los dueños del dinero y el fracaso en el intento de sustituir con la Solidaridad de arriba abajo al PRI de la justicia social: a los nostálgicos del pasado, decían los salinistas en cuyas filas militó, a disgusto, pero militó, Manuel Bartlett, el mismo que en el Senado, tras la trágica alternancia, se erigió defensor de Pemex, del petróleo nacionalizado, de la renta y la soberanía nacionales.

Las vueltas del tiempo, diría Agustín Yáñez, secretario del dirigente nacional cristero, convertido en secretario de Educación del cesarismo sexenal. Rumbo a la entrega del poder a la derecha confesional, al servicio de los dueños del dinero y sumisa ante el imperio vecino. La de la guerra contra el crimen organizado, con el Ejército en los combates de la DEA, el territorio sembrado de cadáveres sin rostro y sin nombres, la sequía en los campos y la miseria de más de 40 por ciento de los mexicanos, en espera de la hambruna. Y la sonrisa en las despedidas del poder.

Hacen un desierto y lo llaman triunfo. Pero la República representativa y laica sigue ahí, fincada en las clases sociales, la nación y las instituciones. Las del poder constituido por la Reforma y la Revolución Mexicana. Firme, a pesar del desmantelamiento a cargo de los impulsores de la caridad como sucedáneo de la política social.