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Siete pistas para explicar por qué
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FOTOS: Archivo |
Víctor M. Quintana S.
Uno se hace la pregunta, casi con irritación, luego de ver los resultados de las elecciones del 1 de julio: ¿por qué el voto rural sigue apoyando mayoritariamente al PRI? A reserva de realizar un análisis estadístico detallado de los resultados comiciales, proponemos algunas pistas para leer los factores que explican esta persistencia que luego se antoja obstinación de las y los electores del agro en votar por el tricolor y sus candidatos a pesar de todos los pesares:
1. Porque la pobreza sigue imperando en el campo. Son pobres dos de cada tres personas que viven en el medio rural, mientras en el medio urbano ni siquiera cinco de cada diez. Mientras a nivel nacional 19 por ciento de las personas no tienen acceso a la canasta mínima alimentaria, en el campo la proporción casi se duplica con un 35 por ciento Eso significa vulnerabilidad y no sólo vulnerabilidad a los azares de la existencia, sino también, vulnerabilidad a los intentos de compra de voto, a la manipulación de la conducta política electoral a cambio de dádivas que, en la mayoría de los casos son satisfactores básicos requeridos de manera urgente.
2. Porque en las zonas rurales la cultura política se ha ido conformando desde hace muchas décadas con el paradigma de la dádiva o del intercambio de favores, no de los derechos ciudadanos. “Yo le ayudo con el voto para que usted me ayude cuando llegue”. Y, para quien piensa así, tendrá mucho más capacidad de ayudar aquel quien desde la misma campaña entrega regalos, despensas, dinero en efectivo o en vales, etcétera.
3. Porque en el campo existen menos o pocos contrapesos efectivos al poder, a la política de coacción y compra de voto que llevaron a cabo los gobernadores priistas, principales operadores del voto tricolor en estas elecciones. Aun cuando en muchos municipios hubiera presidentes municipales de otros partidos, su capacidad de manejo de recursos es muy inferior a la de los virreyes locales o Pseñores de la guerras, como se puede llamar ahora a los gobernadores.
4. Porque en el campo hay mayor incidencia del aparato ideológico dominante: del duopolio televisivo, sobre todo, y en contraparte una mínima presencia de los medios que conforman una opinión política crítica: en el ámbito rural no hay prensa alternativa, llegan pocas emisoras de radio cuestionadoras, y no hay espacios de opinión y discusión política. Incluso hay mucho menor acceso a internet. En conclusión, quienes dominan este país pueden imponer sin menores trabas las visiones que quieran sobre la realidad.
5. Porque en el campo tuvieron más penetración los partidos y los candidatos con mayores recursos. Para llegar a una población dispersa se requiere dinero, ya sea para anunciarse en los medios masivos, ya sea para pagar brigadas que visiten casa por casa. No sólo eso, para realizar las campañas que la población rural visualiza como fuertes, como con posibilidades de ganar, se necesitan muchos recursos para organizar barbacoas, caravanas artísticas, reparto de despensas, etcétera. En estas elecciones quienes pudieron hacer esto fueron los candidatos del PRI y sus aliados: la ingente cantidad de recursos financieros que utilizaron para ello es incuantificable y está por verse el origen de los mismos.
6. Porque en el medio rural la presencia del gobierno por medio de sus programas es mucho más evidente y genera más vínculos de dependencia con la población que en el medio urbano u otros sectores sociales. Un campesino mantiene una relación permanente con dependencias oficiales para el financiamiento a su labor, para la compra de insumos, para la venta de cosecha…, cosa que no sucede con la mayoría de los habitantes de la ciudad, salvo los que son beneficiarios de un programa de ayuda, como Adultos Mayores o estudiantes becarios. Esta mayor presencia del gobierno en la vida cotidiana tiene sus efectos en la cultura política, genera relaciones de reciprocidad y de dependencia, así sea codependencia. Esta relación ha sido poco analizada en términos de conciencia de clase, psicosociales o de cultura política. Hay que ver, entonces, si la continua referencia al gobierno en la producción y reproducción no es sino un factor de formación de la conciencia de clase.
7. Porque las organizaciones campesinas o gremiales o de productores rurales no logran superar el economicismo,es decir, permanecer en sus luchas y en sus acciones en el ámbito de las reivindicaciones económicas inmediatas o, cuando mucho, de mediano plazo: por el precio de los productos agrícolas, por el acceso a programas gubernamentales, a servicios públicos, etcétera. Pocas veces, como en el caso del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), se va más allá: a cuestionar la estructura política, de toma de decisiones sobre la asignación de los bienes públicos en el país. Y esto no se debe sólo a la incapacidad de las propias organizaciones para realizar una pedagogía política o construcción de ciudadanía en este sentido sino también a que los propios campesinos consideran una pérdida de tiempo el trabajo de reflexión, de análisis político, de discusión, y prefieren a las organizaciones donde éste se excluye.
Entonces, para ponernos gramscianos, no ha bastado con derribar la primera línea de dominación de la antidemocracia en el campo, que sería el garantizar que los votos cuenten y se cuenten; lo que ha sucedido es que detrás de esa primera línea hay toda una serie de fortines, de bastiones, de casamatas donde se refugian la antidemocracia, el autoritarismo, el corporativismo y la corrupción, que han permanecido intactos luego de 12 años de alternancia. Si en el país la tarea de destitución del autoritarismo ha sido incompleta y coja, mucho más en el campo. La tarea es ardua porque no basta el voluntarismo político para llevarla a cabo; es necesario ir modificando las condiciones de pobreza y de exclusión, grandes facilitadoras de la reproducción autoritaria-corporativa.