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Hacia un Movimiento de MovimientosAnte el reiterado mensaje de los poderes fácticos y sus personeros, en el sentido de que mientras controlen a los medios masivos de comunicación, dispongan de los recursos fiscales y otros dineros, tengan a las clientelas corporativas y dominen las instituciones comiciales, ellos seguirán gobernando y la izquierda no accederá a la Presidencia de la República por la vía electoral, se desató un impetuoso movimiento contra la imposición del candidato de la derecha, en que además de los partidos del Frente Progresista, participan actores curtidos en la resistencia como el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), el Sindicado Mexicano de Electricistas (SME) y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE); organizaciones ciudadanas de reciente cuño y gran calado como el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), y movimientos emergentes como #YoSoy132, animado por los chavos. En este maremágnum surge entre la banda una pregunta recurrente: ¿cómo sumar fuerzas?, ¿cómo articular a los diversos en un movimiento de movimientos? La coacción y compra de votos fue exhaustiva en el medio rural, pero, paradójicamente, el campo es también ejemplo de convergencias plurales construidas desde abajo y mediante amplios consensos políticos. Pactos sociales que pueden resultar iluminadores en la presente coyuntura. Veamos uno. Diversos como pocos, pero aquejados por un mismo mal con múltiples filos llamado neoliberalismo, los campesinos organizados han definido un objetivo común y unificador: “Salvar al campo para salvar a México”. Idea compartida que es buen punto de arranque para la convergencia, pero que hay que poner en coyuntura y hacerla operativa. Esto hizo en la inminencia de la pasada campaña electoral un grupo de organizaciones nacionales que en 2002 y 2003 marcharon juntas en el Movimiento El Campo no Aguanta Más y concuerdan en que los acuerdos estratégicos con gobiernos de derecha son inútiles pues no se cumplen, de modo que la recuperación del agro es imposible sin un real cambio de gobierno y un drástico viraje en el curso del país. Salvar al campo para salvar a México supone un gobierno distinto que le imprima al agro una nueva dirección, y para esto hace falta sumar fuerzas en torno a un proyecto alternativo –pensaron las organizaciones–, un plan estratégico construido desde abajo por nosotros mismos, que a la vez que dé sustento propositivo a una convergencia lo más amplia posible, dote de contenido programático al compromiso electoral con el candidato de las izquierdas. Y se pusieron manos a la obra. El 28 de noviembre de 2011 en Ayoxuxtla, Puebla, durante la conmemoración de aniversario de la firma del Plan de Ayala, dirigentes de esas organizaciones le propusieron a Andrés Manuel López Obrador, ahí presente, que si él se comprometía a firmar un nuevo Plan de Ayala, ellos construirían participativamente el programa al tiempo que ponían en pie una convergencia social campesina que trabajara para llevarlo a la Presidencia de la República. Andrés Manuel aceptó y para marzo de 2012 las organizaciones iniciales convocaron seis grandes encuentros campesinos, cinco en México y uno en Estados Unidos, para debatir la problemática del agro desde una perspectiva regional, en el entendido de que no son iguales los problemas mesoamericanos que los de aridoamérica, los del altiplano que los de las costas… El 17 de marzo se realizó en la ciudad de Zacatecas el Foro Región Norte “Francisco Villa”, donde campesinos provenientes de esa entidad, pero también de Chihuahua, Durango, Coahuila y otros estados norteños, discutieron los retos de un agro de lógica más comercial que autoconsuntiva y del que depende lo sustantivo del abasto nacional de granos básicos. El 24 se realizó en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el Foro Región Sur “Emiliano Zapata”, donde participaron 24 organizaciones, que pusieron énfasis en la problemática campesino-indígena y entre otras cosas reclamaron el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés entre el gobierno federal y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). El 2 se realizó un encuentro de 20 organizaciones en Coyuca de Benítez, Guerrero, en el que participaron campesinos de esa entidad y de Tlaxcala y Oaxaca, y donde después de debatir la problemática regional se acordó realizar el Foro “Rubén Jaramillo”, el 28 de ese mes en la ex hacienda de Chinameca, Morelos; ahí participaron 30 organizaciones, la mayoría de ese estado y de Guerrero, pero también de Puebla, Estado de México y Distrito Federal, las que en presencia de don Félix Serdán, excombatiente jaramillista, llamaron a revertir la contrarreforma constitucional de Salinas reivindicando a la tierra como “bien social”. El 31 en Guayangareo, Michoacán, se reunió el Foro Región Bajío-Occidente “Primo Tapia”, con 160 delegados de 13 organizaciones, principalmente de esa entidad y de Guanajuato, donde se debatió el contraste entre el desamparo de la producción campesina y la concentración y trasnacional de la agro exportación, en la que además los jornaleros son maltratados y explotados. El mismo 31, en la exhacienda Temozón Norte, en Yucatán, se realizó el Foro Peninsular “Felipe Carrillo Puerto”, donde representantes de 22 organizaciones debatieron sobre los daños ambientales y sociales causados por una urbanización y desruralización caóticas, y donde se enfatizó el problema de la violencia contra mujeres y la necesidad de crear una Fiscalía especializada en esta lacra. Finalmente , también el 31, en Los Ángeles, California, la comunidad migrante de Estados Unidos y organizaciones como el Frente Indígena de Organizaciones Binacionales, organizaron el Foro “Ricardo Flores Magón-Cesar Chávez”, donde se exigió que a los transterrados mexicanos se les considerara “exiliados económicos” y no “ilegales”, y que el gobierno mexicano ejerciera un real control de la frontera hoy administrada por los cárteles, además de que implementara políticas públicas para hacer efectivo el derecho de los connacionales a no migrar. En todas estas reuniones participaron representantes regionales de Morena y en casi todas intervinieron María Luisa Albores o Víctor Suárez, designados por AMLO para ocupar las carteras de Reforma Agraria y Agricultura, respectivamente, en caso de llegar a la Presidencia. La deliberación dio elementos para formular el Plan de Ayala para el Siglo XXI, un breve documento que en vez de enlistar demandas reclama derechos fundamentales: a la tierra, a la alimentación, al trabajo digno, al bienestar y la vida buena, al territorio y los recursos naturales, a una naturaleza sana y a la verdadera democracia, sin olvidar los derechos específicos de los jóvenes, las mujeres y los pueblos indios. Plataforma programática a la que se adhirieron más de cien organizaciones y que el 10 de abril de 2012, en Torreón, Coahuila, firmó AMLO. Habiendo objetivo común: Salvar al campo para salvar a México, habiendo programa construido entre todos: el Plan de Ayala para el siglo XXI; y habiendo una estrategia compartida: impulsar el cambio por la vía electoral llevando a la presidencia a AMLO, lo siguiente era definir la táctica y el plan de acción, que cada una de las organizaciones llevaría a la práctica en sus respectivas regiones, conforme a sus características y en la medida de sus fuerzas. Dado lo inminente de la campaña electoral, la táctica y las tareas inmediatas no podían ser otras más que “impulsar la participación de la sociedad rural en la promoción y defensa del voto”. Así se hizo. Y sin embargo la campaña mercenaria del PRI arrasó en el campo, quizá porque la sociedad rural está devastada y porque los campesinos libremente organizados son una pequeña minoría. Pero el esfuerzo no fue en vano: gracias al Plan de Ayala para el Siglo XXI y al Pacto para el Rescate del Campo y de la Soberanía Alimentaria de México, cientos de miles de hombres y mujeres de la tierra tuvieron una opción electoral no clientelar. Además de que la convergencia campesina sigue ahí y ya se prepara para enfrentar los retos derivados de la imposición. Para los no campesinos queda la lección: * Toda organización social extensa es convergencia de diversos. Si no hay pluralidad, no hay vigor, y lo primero es reconocer que las diferencias no son un dolor de cabeza, sino la mayor riqueza de los movimientos… Bueno, son un dolor de cabeza, pero también la mayor riqueza. *Admitida la diversidad como virtud, lo que sigue es definir un objetivo común, que no es más que la salida que todos vislumbramos a los problemas mayores que todos padecemos. *Pero los grandes problemas son multidimensionales y también lo son las soluciones, de modo que el objetivo compartido se desglosa en un programa que además de cuestiones comunes contenga las particulares de cada sector, plataforma que por tanto tendrá que ser construida entre todos. *Definido lo que queremos, habrá que trazar la estrategia, es decir el camino por el cual pretendemos alcanzarlo: el más corto, el más incruento, el más viable… *Como curso general, la estrategia es una pero en cada momento y lugar las tácticas, es decir las formas de avanzar; pueden ser distintas dependiendo de la correlación de fuerzas y de la coyuntura. *Por último, la cereza del pastel que es el plan de acción: quiénes, cuándo y dónde van a hacer las cosas… Y que los dioses nos sean propicios como en Wembley. |