Historias tras una foto
Celaya, coordinador
Calderón pone a Cordero
Madero gana San Lázaro
os personajes públicos en general, y en especial los que efectúan giras de proselitismo, están expuestos de manera natural a que una fotografía de ocasión (ante cuya solicitud probablemente hubiese resultado ofensivo negarse) pueda ser utilizada para sugerir relaciones o circunstancias que les son lesivas.
Ha tocado el turno de esas asociaciones gráficas a Enrique Peña Nieto, quien ha sido mostrado con un priísta sonorense, Rafael Humberto Celaya Valenzuela, que a su vez fue detenido en Madrid el pasado jueves bajo la acusación de formar parte de una avanzada empresarial del cártel encabezado por Joaquín Guzmán, alias El Chapo, para acometer un proyecto de expansión en Europa.
No hay en las fotografías hasta ahora exhibidas nada que apunte a una relación estrecha, ni siquiera de conocimiento personal entre el ahora preso y el entonces candidato presidencial. Encuentros de campaña y tomas, como diría el propio comité nacional del partido de tres colores, de las que hubo cientos de miles. No es, como los adversarios del PRI pretenden asumir, una prueba que incrimine al ex gobernador del estado de México (ni siquiera se está ante un caso probado de delincuencia organizada, pues a Celaya Valenzuela y otros mexicanos apresados en una tersa operación de la Policía Nacional de España y la FBI les falta cursar el proceso judicial, en cuyo final se sabrá si son culpables o inocentes).
Pero tampoco se está en presencia de fotografías inocuas. Celaya Valenzuela no es un simple seguidor del PRI al que la suerte colocó en oportunidad de enriquecer su álbum de Facebook. Buscó ser candidato a diputado federal por San Luis Rio Colorado, Sonora (con tal enjundia que incluso recurrió ante el tribunal electoral para denunciar presuntas violaciones partidistas en su contra), y luego, al estilo de los premios de consolación que en la política se acostumbran, fue nombrado coordinador de la campaña de quien finalmente quedó como candidato a diputado federal y, al menos de palabra, de la candidatura presidencial en esa demarcación, aunque ahora todo sea negado por las cúpulas priístas.
Celaya Valenzuela peleó por la postulación a una curul federal contra Manuel de Jesús Baldenebro Arredondo, conocido como El Balde, quien ocupó la presidencia municipal de San Luis Río Colorado luego de 15 años de dominio panista. Baldenebro dijo el pasado 23 de marzo, según nota de Juan Carlos Campa en La Prensa de aquella población norteña (bit.ly/MVbCBm), que había salido bien librado del proceso interno en que se nos tumbó primero la candidatura
y “anunció que quien incluso en su momento fue contendiente a esa candidatura, Rafael Celaya Valenzuela, se ha convertido en coordinador de la campaña de El Balde, como lo hará en el primer distrito para la fórmula de candidatos del PRI encabezada por Enrique Peña Nieto”.
Celaya Valenzuela no sólo ocupó esa responsabilidad política de la que ahora sugerentemente pone distancia la dirigencia priísta, sino que forma parte de una familia de larga inserción en la política de ese partido, pues es familiar de Víctor Hugo Celaya Celaya, quien ha ocupado diversos cargos administrativos, de representación popular y de índole partidista, el más reciente la coordinación de la campaña de Peña Nieto en Baja California Sur.
Además, pues, de las fotos de ocasión con el candidato presidencial priísta, el presunto miembro de una embajada financiera de El Chapo Guzmán tiene varias que lo muestran en convivencia política con la élite política priísta de Sonora y en tareas de apoyo a los afanes electorales entonces en curso. No es que las fotos recién exhibidas sean comprometedoras, sino en todo caso, prometedoras: revelan ánimos, intenciones y disponibilidad de recursos para apoyar la opción partidista elegida, tanto en los niveles municipales y distritales, con Balde para la diputación federal, como con Claudia Pavlóvich, pero sobre todo con Ernesto Gándara, apodado El Borrego, como candidatos a la senaduría, y con Peña Nieto para la presidencia. En este caso, foto es destino.
Mientras tanto, en el panismo se reparten posiciones. El calderonismo perdió en el consejo nacional ante militantes que mayoritariamente pospusieron las pretensiones pinoleras de adelantar procesos para desplazar a Gustavo Madero de la presidencia de Acción Nacional e iniciar una presunta refundación que en realidad era una estrategia felipista para diseñar a su gusto el futuro del PAN antes de abandonar el poder federal. Pero, a cambio o por ironías del destino (escoja cada quien su opción preferida), Ernesto Cordero, quien es un subordinado de Felipe Calderón, ha quedado como coordinador de los senadores panistas.
No adornan a Cordero gracias políticas o partidistas, sino todo lo contrario: es una creación arbitraria de Calderón, quien lo ha llevado de la mano a diversos cargos menores hasta instalarlo en la secretaría de Hacienda, donde su talla técnica y política contrastó notablemente con la mayoría de sus antecesores. Desde allí, donde su mayor relevancia provino de la emisión de frases disparatadas, Cordero fue convertido en supuesto delfín de Calderón en la carrera por la sucesión presidencial, siendo vencido por Josefina Vázquez Mota, en el inicio de la pérdida anticipada de cualquier posibilidad real de que el panismo siguiera en Los Pinos. Ahora, sin mayor mérito que allanarse a las pretensiones caciquiles de los Calderón y los Zavala, el mismo Cordero ha sido impuesto como coordinador de los senadores panistas para garantizar que los acuerdos con Peña Nieto sean puntualmente cumplidos.
Por su parte, la corriente encabezada por Gustavo Madero instaló a Luis Alberto Villarreal García como coordinador de los diputados federales panistas. Fue presidente municipal de San Miguel Allende y senador por Guanajuato, y puede convertirse en contrapeso de excesos negociados en el senado por el grupo Caco (Calderón-Cordero). ¡Hasta mañana, con Sicilia de gira por Estados Unidos!
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