Science dedica una serie a estudiar la situación de los desechos en busca de su eficaz gestión
Entre los colaboradores participan Greg Miller, quien ve como obstáculo las concepciones culturales fijas, sobre todo en Occidente, como jalarle a la cadena y olvidarse
, y Mark van Loosdrecht, cuya propuesta se enfoca en resolver la eliminación del nitrógeno en el agua de desecho
Viernes 10 de agosto de 2012, p. a16
Washington, 9 de agosto. En la basura hay tesoros por descubrir.
Con esta consigna, expertos analizan en una serie de artículos que se comienza a publicar hoy en la revista Science la situación de los desechos en el mundo y las formas de evitarlos o gestionarlos mejor que hasta ahora.
En el ciclo humano del agua hay un artefacto que ha hecho una victoriosa conquista del mundo a partir de Europa a finales del siglo XIX: el inodoro. En la actualidad no solamente hay modelos que ahorran agua, sino algunos que reciclan la orina y los deshechos sólidos para el compostaje. En Hong Kong, con sus millones de habitantes, se utiliza en los inodoros agua de mar y se ahorra 20 por ciento del agua potable.
El avance en estos terrenos no se detiene: este mismo mes varios equipos de investigadores presentarán sus nuevos prototipos en una muestra en Seattle, Estados Unidos. Su propósito es ganar el premio de la Fundación de Bill y Melinda Gates para la reinvención del inodoro
.
El principal obstáculo son las concepciones culturales fijas, sobre todo en Occidente, escribe el redactor de Science Greg Miller. Como la cultura del tirar de la cadena y olvidarse
.
Mark van Loosdrecht, de la holandesa Universidad de Delft, presenta una propuesta para resolver uno de los peores problemas: la eliminación del nitrógeno en el agua de desecho. Con su técnica, bautizada Anammox, bacterias transforman los nitratos y nitritos sin oxígeno en nitrógeno que se evapora en el aire. Con ello se evita la sobrecarga del agua.
En el año 2000 construimos en Hattingen una de las primeras plantas, y entretanto hay unas 30 en toda Alemania
, señaló Jörg Hennerkes, de la Asociación del Rin. Este procesamiento no sólo necesita menos energía, sino que además no requiere la introducción externa de carbono. Eso funciona muy bien.
De los desechos sólidos se ocupa Bruce Logan, de la Universidad Estatal de Pennsylvania, que presenta prototipos de células de combustible microbiológicas. Éstas usan las características de ciertas bacterias del género Geobacter que se producen por la fermentación para producir electricidad. Aunque aún están comenzando a desarrollarse, estas técnicas apuntan nuevas formas de aprovechar los desechos biológicos.
Algunas sustancias problemáticas se pueden reutilizar de forma sencilla, como el polipropileno. También en los metales, que en teoría serían fácilmente reciclables, queda mucho por mejorar. En el mundo suelen reutilizarse los metales más comunes como hierro, níquel y cobre, pero un análisis más detallado revela que durante toda su trayectoria de la mina a su desecho se pierde mucho: en el níquel, por ejemplo, 48 por ciento.
También es necesario desarrollar proyectos para elementos poco comunes, como el litio y el neodimio, que tienen un papel cada vez más importante en la alta tecnología.
En este contexto, la mejor alternativa sería un reciclaje mundial de todas las partes de los aparatos, algo que tiene que ser previsto desde el diseño. Aquí el problema no es la tecnología, según Science, sino los ciclos ya establecidos, que cuesta cambiar. Y eso necesita más bien impulso social.