Incluyen cuatro esculturas antropomorfas de más de 2 mil años
Jueves 9 de agosto de 2012, p. a13
Personal de la Procuraduría General de la República (PGR) recuperó en el estado de Nayarit 12 piezas arqueológicas consideradas de gran valor artístico, pues entre ellas figuran cuatro esculturas con forma humana, con más de 2 mil años de antigüedad, que se relacionan con las llamadas tumbas de tiro, una tradición de pueblos que se asentaron en los estados de Jalisco, Nayarit y Colima, que enterraban a sus muertos en pozas, entre los años 200 aC y 600 dC.
El Ministerio Público Federal informó que estas piezas serán entregadas al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para su resguardo y detuvo a una persona por el delito de violación a la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, para ello se integra la averiguación previa PGR/NAY/TEP-IV/444/2012, ya que la persona aprehendida pretendía comercializar las piezas en el municipio de Xalisco.
De acuerdo con información dada a conocer, una denuncia anónima realizada en la delegación de la PGR en Nayarit reveló que una persona vendía piezas arqueológicas en inmediaciones del bulevar Tepic-Xalisco y durante un operativo fue detenido con cuatro esculturas antropomorfas femeninas, huecas, en posición sedente, de origen prehispánico, estilo chinesco; una vasija-efigie zoomorfa hueca; tres cuencos bicromo de pared recta divergente, estilo Ixtlán temprano; un cuenco policromo de pared recta divergente estilo Ixtlán temprano, y un cuenco bicromo de pared ligeramente curva y borde redondeado.
Asimismo, otras figuras y vasijas antropomorfas de las cuales se verificó su autenticidad; mientras el Ministerio Público integra la averiguación previa el INAH resguardará los objetos.
Las tumbas de tiro se denominan así, porque estas culturas cavaban pozos de entre 12 y 16 metros y a determinada profundidad se excavaban varias cámaras funerarias como si se tratara de un círculo con diversas bóvedas y cada una de ellas se convertían en cámaras funerarias, donde se depositaban los restos y las ofrendas.
Las cámaras estaban comunicadas por pequeños túneles y una vez que esas tumbas eran llenadas se cubrían de nuevo sin dejar huella.
Una de esas tumbas conocidas en el occidente del país se localiza en Etzatlán, municipio del Arenal, Jalisco.