ntre los panistas, que ingenuamente tratan de analizar su debacle –por lo pronto, en el Distrito Federal–, hay un factor que no se quiere poner sobre la mesa y que, aseguran, es el principal motivo de su autodestrucción: un gobierno fallido.

No es ingenuidad, dicen algunos de ellos. Hay que recordar que el nombre del desastre se llama Felipe Calderón, y que aún ahora maneja muchos de los hilos del poder en el país y, desde luego, entre los azules. Por eso, aconsejan, es necesario ir despacio, midiendo centímetro a centímetro el terreno que se pisa; por eso no se trata de ingenuidad, sino de estrategia.

De cualquier manera, la advertencia es que si no se reconocen los errores en el gobierno de Felipe Calderón, y las consecuencias que eso ha tenido para los habitantes del país, no se podrá hacer un análisis cierto de la situación del partido.

Caso aparte es el de Vicente Fox, que aunque no se ha evitado, hay fuerzas internas que no quieren tocarlo, porque, según se dice, echarlo del partido sería tanto como provocar la separación de una ala del panismo, que si bien miran como débil, no quieren arriesgarse a perderla, porque se tata de un poder económico que le hace falta a los azules.

Lo que sí se reconoce, aunque no se diga en público, es que los dos gobiernos panistas han sido, en sus resultados, un fracaso para el modelo que se había diseñado en el PAN desde su fundación. Nos parecemos más al PRI que a nosotros mismos, asegura uno de los militantes heridos por la situación de su partido en el DF, y en el país.

Y es que, en la ciudad de México, los gobiernos panistas han sido juzgados y hallados culpables de todos los males que padece el país, y en ese sentido se ha votado. Dicen que para recuperar una posición competitiva en el DF habrán de pasar cuando menos un par de elecciones –y un mal gobierno por parte de las izquierdas– que hagan que la población se concilie con los habitantes de la capital del país.

Dicen que es muy importante que el reconocimiento de los problemas que se enfrentan se haga de cara a la población. Decir que es un éxito la guerra contra el crimen organizado sería tanto como echar una lápida sobre el muy dañado cuerpo azul. Se tiene que escuchar, en serio, lo que la población dice acerca de éste y otros temas que nos empujan al desfiladero.

Ya es hora de sacar la cabeza del hoyo del avestruz. No es posible mantener como filósofo de la política en Acción Nacional a Vicente Fox, cuando en la calle no hay quien diga que este hombre puede conseguir una idea profunda sobre cualquier tema que importe al país. Vicente Fox es hoy algo así como un utilitario, que usa quien quiere para los fines que mejor le convengan, a fin de cuentas fue presidente.

Pero eso sí, cuando se habla de Diego Fernández de Cevallos, las criticas se acaban. Diego es un activo para Acción Nacional, ahí no hay duda. Ese nombre no está en la silla de los acusados, dicen, sin reconocer que ese militante podría ser, aunque temen analizarlo, el huevo de la serpiente.

El PAN dice que irá a fondo en el análisis de su debacle, pero también reconoce que ese fondo no será, cuando menos ahora, el fondo, fondo, de su problemática. Ni modo.

De pasadita

En el PRD nadie niega los números: la IDN de René Bejarano ha conseguido la mayoría de las posiciones en la Asamblea y en las delegaciones, pero tampoco se niega que en los días, las semanas que faltan, pueda haber un reacomodo de fuerzas y muchos que caminaron con la bandera del perversor puedan cambiar su rumbo y dar todo el apoyo a Manuel Granados, que trabaja para conseguir ciertos acuerdos para echarse encima la responsabilidad de la presidencia de la Comisión de Gobierno de la cámara de diputados local. Martí Batres, entre otros, ya ha dado su apoyo al asambleista, y todo parece indicar que Granados ya tiene en las manos esa tarea, aunque habrá, como ya es costumbre, el pataleo de parte de Bejarano, que presionará para ver qué saca. Esa será la historia.

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