Maíz, chile, trigo, frijol y arroz, entre las más copiadas, destaca Juan Martínez Solís
Aprovechan la producción insuficiente de granos genéticamente mejorados para introducirlas, señala
Los agricultores se dan cuenta de que fueron timados cuando empiezan a crecer, dice
Miércoles 1º de agosto de 2012, p. a16
Texcoco, Méx., 31 de julio. El problema de semillas piratas en las parcelas de los productores del país es una situación que se ha vuelto permanente y que será difícil revertir, consideraron investigadores de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh).
Señalaron que la producción insuficiente de semillas genéticamente mejoradas ha sido aprovechada para la introducción de granos piratas, lo que ha afectado a los productores, al reducir sus ganancias.
Juan Martínez Solís, subdirector de Investigación del Departamento de Fitotecnia de la UACh, dijo que de acuerdo con datos de la Asociación Mexicana de Semilleros AC (Amsac) el maíz y el chile son de los más pirateados, lo cual provoca pérdidas de 80 a 100 mil pesos al año en el primer producto. En el híbrido de chile las pérdidas son de 50 millones de pesos. También han sido copiadas
las semillas de trigo, tomate de cáscara, frijol, arroz, algunas hortalizas y flores, entre otras.
El especialista dijo que los sinvergüenzas
que piratean las semillas detectan la variedad más demandada, de la cual, obviamente, hay desabasto; toman cualquier semilla de huertos abandonados, la pintan y aparentemente la tratan químicamente, la homogenizan y la venden incluso sin ser la especie solicitada; no es la mejorada.
“No es la que va a dar rendimiento, porque carece de la identidad genética desarrollada; es heterogénea, tiene una variedad diferente de la que se pretende cultivar, o carece de las ultracondiciones específicas.
Utilizan envases falsos o reciclados (sacos, bolsas, latas o cubetas), a los que les falta la etiqueta de certificación; las distribuyen por medio de casas no autorizadas, que no proporcionan factura, pero tienen un costo mucho más económico respecto de las originales: son bultos de 500 pesos hasta mil, y, como es un mercado de grandes volúmenes, es un negocio redondo
, dijo.
Precisó que los agricultores se dan cuenta de que fueron timados una vez que sembraron las semillas y empiezan a crecer las plantas de forma dispareja, heterogénea, y lo peor, sin el rendimiento esperado, y ya no se puede hacer nada, porque no se vuelve a ver a quien las vendió
.
No obstante, aseguró que este mercado también representa un potencial de desarrollo para nuevas empresas fabricantes de semillas genéticamente mejoradas, tanto por volumen como por costo, pues 75 por ciento de los agricultores no las utilizan.
Refirió que en las décadas de 1950 y 1990 se empezaron a dar los resultados del mejoramiento genético de plantas. Los científicos aplicaron las bases de la genética para crear variedades de mayor rendimiento, de media tonelada por hectárea, por ejemplo, hasta 3 toneladas, lo cual implica mayores ganancias para el agricultor.
Entre las ventajas que para este especialista tienen las semillas genéticamente mejoradas están su resistencia a plagas o enfermedades; pueden diseñarse con características específicas, como una ultracondición de acuerdo con las necesidades, por ejemplo, para hacer pan, frituras, tortillas, pastas, alimentos para pollos, etcétera o para tener mayor vida de anaquel. Además, son certificadas para garantizar su calidad.