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El DF, opción de vida mejor para jóvenes de provincia
 
Periódico La Jornada
Lunes 23 de julio de 2012, p. 33

Carmen y Maya llegaron al Distrito Federal con un objetivo común: una vida mejor.

La primera, de 18 años, originaria de Huajumbaro, Michoacán, quiere estudiar en una universidad pública, por lo pronto, dice, hace la limpieza en un gimnasio por 700 pesos semanales.

La segunda, de 25, nació en Miahuatlán, Oaxaca y es la sexta hija de una familia dedicada a la venta de cacahuates y la primera en terminar la universidad. Maya ha buscado trabajo durante casi un año y la mejor oferta que encontró en días recientes fue en una publicación, donde le pagan mil pesos semanales.

Ellas, como miles de jóvenes, emigran de los estados al Distrito Federal en busca de mejores opciones. Carmen huye de la inseguridad generada por el narcotráfico y de la falta de escuelas en su estado. Maya, de la pobreza y de las pocas opciones laborales que tenía.

Sin embargo, el comienzo no ha sido fácil para ninguna de las dos. Carmelita, como la llama su hermana mayor, con quien se hospeda, no conoce la ciudad, no tiene acceso a ningún servicio de salud y se enfrenta a la oposición familiar en Michoacán por su iniciativa a cursar estudios superiores.

Mi mamá quería que yo estudiara corte y confección o para estilista, como una de mis primas, que con eso ha salido adelante. Pero yo quiero ir a la universidad, y tiene que ser gratuita para que pueda, cuenta. Sus opciones por ahora son estudiar enfermería o nutrición, pero sabe que la admisión a la universidad no será fácil, pues este año sólo 6 mil 500 jóvenes obtuvieron un lugar en la UNAM, de más de 62 mil 682 solicitantes.

La historia de Maya no es tan diferente. Desde pequeña tuvo que vender cacahuates en las calles para ayudar al gasto familiar. Las becas, sus trabajos en restaurantes y casas y el apoyo de sus padres le permitieron estudiar en una universidad privada en Oaxaca, porque era el único sitio donde existía su opción vocacional.

Mi papá pensaba que estudiar la universidad era como tirar dinero a lo güey, si después me iba a casar, decía, pero ahora mi título lo guarda como una de sus posesiones más valiosas, explica.

En las familias de las dos jóvenes, la posibilidad de mejorar se reducía a irse a trabajar a Estados Unidos, como habían hecho, en ambos casos, las hermanas mayores de Carmen y Maya.

Sin embargo, las dos escogieron el Distrito Federal como opción. Maya siente que empezar a trabajar aquí es como partir de cero. El trabajo que acaba de conseguir carece de prestaciones laborales y es de apenas unos pesos más que el sueldo ofrecido por hacer labores de limpieza, pero dice que no se irá de aquí. Quiero que mis hijos vayan a la UNAM, que crezcan con más oportunidades, que tengan más.