ebemos esperar a que se resuelvan todas las inconformidades presentadas por los posibles recursos fraudulentos, y lo que vaya apareciendo, en la campaña del PRI para conocer la decisión final que tome el Instituto Federal Electoral y en su caso el tribunal que va a calificar la elección. Aunque Felipe Calderón se adelantó y declaró que EPN será el próximo presidente, demostrando que eso de la legalidad y la democracia es lo menos importante para él, como ha sido a lo largo de todo el sexenio. Y ni qué decir de su
candidata a la Presidencia, quien a pesar de que su asesor de campaña, Roberto Gil, señalaba reiteradamente que tenía pruebas del fraude del PRI, no tuvo ningún empacho en darse por vencida antes de tiempo.
Tal parece que la posibilidad de anular la elección es bastante remota en el caso de que se comprueben los gastos excesivos de campaña del PRI, pues no lo contempla la legislación electoral. Por cierto, contra lo que sucede en el Distrito Federal, donde sí es causal de anulación, no por nada es la entidad de vanguardia en el país. A lo más que puede llegarse, de acuerdo con algunos analistas, es a una sanción monetaria, como ya la sufrió el PRI anteriormente, con el llamado Pemexgate. Eso demuestra que ese partido es experto en esos menesteres y que su filosofía es que el fin justifica los medios
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Sin embargo, y con razón, hay que hablar de la falta de libertad para votar, de la compra y coacción del voto, que una y otra vez se ha puesto en marcha, por lo que, además de monetaria, la sanción debería en justicia señalar ilegítimo e ilegal al candidato del PRI. Es evidente que son políticos inescrupulosos que juegan con las pésimas condiciones de vida de una parte de la población, para la cual las exigencias de necesidades básicas no satisfechas los lleva a tomar decisiones que pasan por alto que será, si acaso pan para hoy, pero hambre para mañana
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Sin embargo, otros mexicanos, en esas mismas condiciones de precariedad, buscaron enfrentarlas mediante los enormes sacrificios que supone emigrar hacia un país extraño. Esos flujos que han servido en gran medida para alimentar
la economía del país vecino y que en el proyecto presentado por el PRI, por cierto sin demasiada claridad, no tendrán cambio ninguno. Se plantea la reforma laboral, que cercenará aún más los beneficios sociales de los trabajadores; incremento del IVA a medicinas y alimentos, privatización de Pemex, como si no fuera suficiente con los bancos y la minas en manos extranjeras. Es decir, se trata, en suma, de profundizar el proyecto neoliberal que en el mundo está haciendo estragos.
Pero, si bien el resultado final podrá ser adverso a Andrés Manuel López Obrador, podría parecer increíble que bajo condiciones totalmente injustas e inequitativas, de encuestas y medios manipulados, obtuvo cerca de 16 millones de votos. La explicación hay que buscarla en su propuesta, que es diametralmente distinta a la que presentaron los otros contendientes, enfatizando, en primer término, que las tres décadas de proyecto neoliberal han llevado al país a la ruina. Es claro que la pobreza se ha incrementado, así como la corrupción, la concentración del ingreso, el desempleo, el poder de las televisoras, que ha alejado al país de la democracia y la justicia social. Por eso Andrés Manuel López Obrador ha logrado convocar a millones de personas, pues queda claro que la dupla PRIAN que ha gobernado al país en los últimos años lo han mantenido en el subdesarrollo.
Los jóvenes del #YoSoy132, surgidos de los avatares de esta contienda electoral y que han puesto el eje de su movimiento justamente en la exigencia de la democratización de los medios de comunicación, son sin duda una nueva fuerza, fresca, inteligente, vibrante, que hace parte de los valores surgidos en este contexto de elecciones y que seguirán manifestándose y planteando propuestas más allá de las elecciones, sin ninguna duda.
Si se confirma la elección del candidato del PRI, México habrá perdido una magnífica oportunidad para cambiar de rumbo, y con ello, entre otras cosas, revertir una tendencia migratoria que no sólo lacera cada vez a más comunidades, sino que el país pierde lo más importante que es su población. Los trabajadores seguirán forzados, por las necesidades de sobrevivencia, a irse al extranjero. Sin embargo, creo que hay un nuevo espíritu de resistencia en el país que nos hace pensar que un nuevo destino para México no es tan remoto. Es decir, lograr cosas tan básicas como que la población alcance niveles de vida dignos, con empleos decentes, educación para todos, que cese la corrupción y que se recupere la autosuficiencia alimentaria apoyando a los campesinos, en un marco de democracia. En pocas palabras, que se alcance el deseado desarrollo.
Entonces la migración será opcional, en pleno ejercicio de su libertad y de sus derechos humanos. Pero por ahora, lamentablemente, la migración forzada seguirá.