Gogol Bordello conquistó Madrid
Lunes 9 de julio de 2012, p. a11
Madrid, 8 de julio. Por fin, volvió el rock. Tras una edición más floja de lo habitual, el festival Rock in Rio clausuró por todo lo alto su tercera andadura en Madrid con el sonido experimental de Incubus y la inconfundible mezcla de funk, rock progresivo y punk de los Red Hot Chili Peppers.
Apenas habían pasado seis meses desde la pasada visita del grupo a la capital española, pero los fans de la banda californiana volvieron a volcarse con Anthony Kiedis y compañía abarrotando la Ciudad del Rock. En total, 55 mil personas se sumaron a la cuarta jornada del festival, que en conjunto reunió la nada despreciable cifra de 180 mil asistentes.
La noche prometía, y ya desde primera hora el público entró en calor con el punk gitano de Gogol Bordello. Pese a no ser demasiado conocida por estas latitudes, esta banda mestiza de Nueva York consiguió meterse a la multitud festivalera en el bolsillo: la gente no paró de moverse y dar saltos durante todo el concierto.
Después llegó el turno de Incubus, que tampoco defraudó. Además de presentar su nuevo disco, If Not Now, When?, Brandon Boyd y los suyos llevaron al escenario Mundo un repertorio de éxitos, como Pardon Me, Megalomaniac, Love Hurts, Nice To Know You o su himno Drive. Derroche de decibelios con el magnetismo de Boyd, ahora con look surfero melena al viento, y el sonido nu metal de sus mejores años.
Llegada la media noche ya no cabía un alfiler y la masa de treintañeros se apelotonaba bajo el escenario a la espera de Kiedis, quien se hizo del rogar un cuarto de hora. Eso sí, después no dio tregua y dejó bien claro que, pese a rondar los 50, tiene para rato.
Monarchy of Roses, de su álbum más reciente, I’m With You, fue el tema elegido por los californianos para abrir el concierto. Kiedis apareció con su habitual estilo, pero apenas tardó dos temas en quitarse la camiseta y sacar pecho, como habían hecho ya los vocalistas de Incubus y Gogol Bordello.
El festival, tocado por la cancelación de Rihanna y tras un tibio arranque con Lenny Kravitz y Maná, había vivido su mejor noche con David Guetta, hasta que Incubus y los Red Hot le devolvieron su esencia.