Devastaciones
ensé hacer un balance de daños y logros de Morena en las elecciones presidenciales. Pero el alud de revelaciones sobre el verdadero carácter de los comicios me dejó sin tema. Muchas cosas han quedado reducidas a escombros:
El triunfalismo del PRI y el optimismo
de sus favorecedores. Después de haber sabido cómo se manipuló a la opinión pública, cómo se compraron millones de votos, los trinquetes de Monex, los contratos de gobernadores con Soriana, nadie podrá creer que Peña Nieto ascenderá al poder con legitimidad. Llegará muy débil ante las presiones internas del PRI y ante la crítica nacional e internacional.
El PAN quedó muy dañado. No sólo por el voto de castigo, sino porque apareció como cómplice en el ataque al sufragio. Calderón y Josefina se quedaron atrás en las denuncias de las irregularidades.
Televisa es y será el blanco de la impugnación. Vendió su poder por cálculo mercantil. El periódico inglés The Guardian ha exhibido los contratos celebrados entre Peña y Fox para atacar a AMLO desde 2005 y posesionar al mexiquense. ¿Quién le puede creer ahora a Televisa? Es un obstáculo grave para la democratización del país.
Las encuestadoras que inventaron sondeos para inducir como inevitable el triunfo de Peña quedarían arruinadas en un país democrático. Mitofsky, Milenio BGC Ulises Beltrán, Buendía, Excélsior, Universal no volverían a trabajar encuestas políticas. La legión de comentaristas que utilizaron las encuestas como argumento, a sabiendas que eran falsificaciones, no volverían a presentarse en público. Pero lo harán con la frescura cínica que los caracteriza.
Las instituciones electorales han perdido la poca cuota de credibilidad que tenían. ¿Cómo explicarle al público la pasividad que tuvieron en la compra masiva de votos, en la manipulación y falsificación de la realidad, en la violación del principio de equidad que establece la Constitución? ¿Cómo podrá el tribunal federal contestar estas elecciones sin provocarse daño fatal a sí mismo? México mismo queda mal parado, estas sucias elecciones son un espejo y vemos en él nuestro rosto verdadero, y resulta atroz. ¿Quién nos puede creer que queremos la modernidad política y económica? ¿Cómo es posible que una potencia intermedia pueda permitirse una elección como la del primero de julio? ¿Qué haremos: impugnar con energía o sumirnos en el cinismo conformista?