El abanderamiento de la delegación olímpica que participará en Londres 2012 se convirtió para el presidente Felipe Calderón en la despedida del gremio deportivo, pues antes de finalizar su gestión sólo se reunirá con los atletas que ganen medallas.

A los deportistas ahí presentes les pidió que den lo mejor de sí. Los reconoció como una representación exitosa hacia el fin de su gobierno y avizoró que será la mejor en la historia de México en una justa veraniega.

Poco menos de la mitad de los 102 seleccionados olímpicos –cifra que podría crecer–, así como decenas de entrenadores y con mucha gente de pantalón largo, se dieron cita en la explanada exterior de la residencia oficial de Los Pinos, donde el mandatario, tras la foto oficial y la toma de protesta, aseguró que el actual es el mejor ciclo olímpico por la suma de medallas en Juegos Centroamericanos y Panamericanos, y lo enmarcó como un logro sexenal.

La generación de esta delegación de mexicanos a Londres representa el México en el que creemos, el que queremos, que es un México ganador, que crece ante la adversidad, que supera uno por uno todos sus desafíos, exclamó el Presidente ante remeros, algunos nadadores y clavadistas, el equipo de futbol, pesistas y taekwondoístas.

En nombre de los deportistas paralímpicos, el nadador Luis Armando Andrade Guillén dio un mensaje, y por los convencionales lo hizo el remero Patrick Loliger.

En alusión a la bandera mexicana que entregó a la escolta encabezada por la taekwondoísta María del Rosario Espinoza, el ejecutivo señaló que significaba “el valor de la esperanza de un México mejor, que entre otras cosas vendrá por el trabajo que ustedes realizan por el deporte.

Les dejo con la bandera el color blanco de la paz que anhelamos, la que queremos para México, que merecen las mujeres y los hombres justos; que queremos frente a quienes la destruyen con su violencia y con su ambición; que también vendrá a través del deporte en la medida en que cada vez más mexicanos encuentren oportunidades de desarrollo personal, de disciplina, de amor al trabajo y de esfuerzo en equipo.

Entre los asistentes se encontraban el presidente del Comité Olímpico Mexicano, Felipe Muñoz Kapamas, el de la Confederación Deportiva Mexicana, Alonso Pérez González, la embajadora de Reino Unido en México, Judith Macgregor, y el titular de la Secretaría de Educación Pública, José Ángel Córdoba.

“Les entrego el rojo de la sangre de nuestra historia derramada por nuestros héroes, por nuestros antepasados, que ofrendaron su vida por México para tener lo que hoy somos: una gran nación.

Ustedes no tienen que dar su vida, pero sí lo mejor de ella en el momento de competir, recalcó Calderón, y sobre el águila y la serpiente les habló del combate y la lucha que ha caracterizado a México ante sus adversarios.

Sin embargo, los conminó a buscar buenos resultados: “Son el pueblo de México y los estará viendo en cada momento de su desempeño. Ustedes no se preocupen por el qué dirán, no sean esclavos de lo que alguien aquí o allá pueda criticar o cuestionar; más bien ocúpense de ser dueños de ustedes mismos, de su valor, de su disciplina, de su coraje, de su alma y de su cuerpo y de ponerlo al servicio de sus sueños.

Eso es todo. No digo que ignoren, pero no permitan que nadie fuera de su corazón los someta.

Hacia el final del discurso, cuando el Presidente se despedía y agradecía al titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, Bernardo de la Garza, la arquera Alejandra Valencia sufrió un desvanecimiento. Asistida antes de caer por el ex velocista Alejandro Cárdenas y personal del Estado Mayor Presidencia, la sonorense se repuso de inmediato.

Al finalizar el acto, Loliger admitió que será muy difícil acercarse a la lucha por las preseas, mientras Vanessa Zambotti –la única atleta sin uniforme por un error logístico–, no descarta la posibilidad de ganar una medalla en sus terceros Juegos Olímpicos, a los que llegará como novena del mundo.