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¿Qué es el Festival Internacional
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Alondra Montero
Coordinadora general del FICC
www.cinecampofest.com
Cuando una persona escucha el término Festival de Cine, imagina una alfombra roja con luminarias caminando sobre ella, estrellas de cine inalcanzables y las grandes urbes del mundo. Si a este término le agregamos la palabra “Internacional” se vuelve un concepto aún más sofisticado.
Contrario a esto, el Festival Internacional Cine en el Campo (FICC) lleva cine a comunidades rurales donde la experiencia cinematográfica, para algunos de sus habitantes, es un recuerdo vago y lejano. Las estadísticas nos dicen que sólo nueve por ciento de la población en México tiene acceso a complejos cinematográficos. El FICC, proyecto creado y organizado por la Fundación Todo por el Cine AC, busca descentralizar los circuitos de cine y difundir las producciones de jóvenes talentos en lugares donde otros no se atreven: el campo mexicano.
Cine en el Campo es una iniciativa que surge ante la necesidad de llevar la experiencia cinematográfica a pueblos, ejidos y rancherías con un enfoque lúdico, educativo, artístico y cultural. La Fundación considera el cine una herramienta de expresión y debate que establece el diálogo entre diferentes actores sociales, creando consciencia y sirviendo como catalizador de soluciones ante problemáticas sociales y medioambientales.
Este año se realiza la quinta edición del Festival en Chiapas. Con el apoyo de instituciones y empresas como el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), la Fundación BBVA-Bancomer, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), nueve cortometrajes fueron difundidos en 20 localidades ubicadas en la cuenca de los ríos Cahoacán y Coatán. En esta ocasión, inspirados en la Carta de la Tierra, declaración de principios éticos fundamentales para la construcción de una sociedad global justa, sostenible y pacífica en el siglo XXI, se lanza una convocatoria para recibir producciones en cortometraje, nacionales e internacionales, en los géneros de animación, ficción y documental, con una duración menor a 12 minutos, hablados en castellano. Las historias referentes al cuidado del agua, biodiversidad, cambio climático y derechos humanos fueron seleccionadas para conformar el programa que viajaría durante un mes en este “cine itinerante” en Chiapas, Distrito Federal y países como Venezuela y España.
Como cada año, en el marco del FICC, se realizaron los talleres de creación cinematográfica “Cuéntamelo filmando”, donde un equipo de cineastas y fotógrafos compartieron sus conocimientos y técnicas para obtener cuatro cortometrajes de corte ecológico, realizados en los ejidos El Águila y Brisas del Mar, trabajando con un grupo de adultos de ambos sexos, así como un grupo de jóvenes y niños, cuya labor ambientalista fue registrada por medio de documentales.
Durante más de siete años, la UICN ha estado interviniendo dichas comunidades para fomentar el desarrollo sustentable entre sus habitantes. Como ejemplo, podemos citar los invernaderos y huertos que se localizan en El Águila. Esta comunidad, durante meses ha estado produciendo con éxito sus propios alimentos orgánicos, entre ellos hongos setas, perejil, café y demás hortalizas. Los habitantes se han organizado para tener un centro de acopio de PET, donde una gran parte de la población de lugar coopera con sus desechos para realizar labores de reciclaje. La mayoría son mujeres adultas, decididas a formar un mundo mejor para próximas generaciones e incluso, para las presentes.
El grupo de Brisas de Mar es un grupo de jóvenes conscientes de la situación ambiental que vive el país. Con edades que oscilan entre cuatro y 20, esta agrupación nos muestra su cotidianeidad por medio de la cámara, así como las acciones que realizan para salvar el lugar en el que viven.
Los talleres “Cuéntamelo filmando” buscan vincular las ideas de la ciudad con las ideas rurales, estrechar ese puente a veces insondable y provocar el sincretismo de ambas culturas con un mismo fin: proponer soluciones ante temas que atañen a ambos ámbitos.
La primera experiencia con talleres comunitarios en el marco del FICC se dio durante la segunda edición del Festival en la comunidad huichol de Tuapurie, donde se realizó el documental Muku mu t’a iyari: Esto es lo que pensamos desde el corazón.
Este trabajo se ha exhibido en varios festivales a escala nacional e internacional y ha despertado gran interés por la situación actual de esta comunidad. En él se expone la violación de los derechos de la población, como habitantes y como dueños de su tierra, al imponer la construcción de una carretera que divide en dos el territorio y destruye el santuario cultural y natural que por cientos de años ha sido habitado por los huicholes.
En la tercera edición los talleres viajaron a Michoacán, donde se trabajó con unos 80 estudiantes de las primarias de Isla de Yunuén, Ucazanastacua y Urandén, comunidades purépechas de los alrededores del Lago de Pátzcuaro. Los niños escribieron un guión, crearon personajes y escenarios que cobraron vida por medio de las técnicas de stop motion y animación 2D. Este ejercicio mostró al cine como herramienta de empoderamiento, donde los pequeños, con orgullo, exhibieron al mundo sus costumbres, su realidad, su forma de ver la vida y sus preocupaciones. Unos meses después, recibieron la noticia, de que La aventura de Monochoa,, cortometraje realizado en Urandén, recibió el premio Mejor Corto de Animación en la Cumbre de Cine Ambiental en el marco de la 16 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP-16), compitiendo con trabajos de Estados Unidos, Colombia, España y otros.
¿Es la creación cinematográfica un ejercicio exclusivo de la ciudad? No, para el Festival, el cine se vive y se crea en cualquier lugar. Por medio de los talleres, hemos descubierto que nuestros próximos cineastas se encuentran en el campo. Su forma de vida los hace ser brillantes, tener conciencia de cosas que los citadinos no vemos y, sobre todo, tener una percepción diferente a la que estamos acostumbrados.
El FICC ha llevado cortometrajes, funciones de cine por medio de una pantalla inflable gigante y entretenimiento a zonas con poca o nula oferta cultural. ¿Qué se ha llevado el FICC a cambio? Conocimiento, lecciones invaluables y un gran amor, orgullo y cuidado por la tierra que alimenta al país.
El campo mexicano, sector frecuentemente olvidado por la ciudad, es una tierra fértil, llena de movimiento, donde historias importantes se entretejen y dan vida a nuestro México. El FICC se encarga de acortar esa distancia y unirnos.