La montañista se prepara para luego ascender el Everest sin oxígeno
Miércoles 20 de junio de 2012, p. a15
Los que estamos en la montaña sabemos que amarla nos enfrenta a la muerte cara a cara; es amarla muchísimo más que a nuestra propia vida. El alpinista le entrega su vida y lo único que pedimos es regresar, pero para volver a preparar otro ascenso
, manifestó Elena Amezcua, quien se alista para escalar en dos semanas la cima del ruso Elbrus, la más alta de Europa y la cuarta en su intento por completar el Grand Slam del montañismo.
Ella se define como una deportista que no era la mejor
en cada una de las disciplinas que practicó desde niña, como cuando, inspirada por la gimnasta rumana Nadia Comaneci, se lanzó en la sala de su casa hacia un mortal y tras la pirueta cayó de cabeza sobre el piso, fuera de las almohadas que había colocado para la ejecución.
Tras practicar diversos deportes, con más entusiasmo que éxito, pasados los 30 años de edad llegó al alpinismo y se percató de su capacidad de adaptación en la alta montaña.
Así, después de algunos años de formación, que inició en 2004, decidió iniciar su carrera con el Grand Slam, consistente en siete cumbres, las más altas de cada uno de los continentes, incluida la mayor de América del Norte.
En relativo poco tiempo, Amezcua ha avanzado en el reto al ascender tres montañas, sorteando en los primeros intentos las respectivas complejidades: el africano Kilimanjaro (5 mil 892 metros sobre el nivel del mar, en 2010), mientras en febrero de 2011 conquistó el argentino Aconcagua (6 mil 959), y en mayo de ese mismo año el McKinley (6 mil 194), la montaña más fría del mundo, en Alaska.
La experiencia debe llegar al siguiente nivel, que es el sueño de todos los montañistas
, expresó la deportista, quien a principios de julio espera alcanzar la cumbre del Elbrus (5 mil 642), y en septiembre hacer su primera montaña superior a 8 mil metros, el Manaslu (8 mil 156, la octava más alta de las 14 himalayas).
Esto le servirá de preparación para el año siguiente intentar el Everest (8 mil 848), la más elevada del mundo. “Es parte del entrenamiento que tendré para llegar al techo del mundo sin oxígeno. No es mucho presumir decir que lo lograré; para mí es un intento, pero también es la única forma de hacerlo.
No critico la forma de subir las cumbres, pero el montañista quiere estar en la cima sintiendo su cuerpo como debe ser y llegar por su propio pie hasta donde la montaña se lo permita
, dijo Amezcua, quien explicó que más que un reto de ascender sin oxígeno, es por seguridad
, pues le resultaría incierto estar en un lugar donde tendría que ser asistida por oxígeno artificial y estaría fuera de control si el tanque falla por alguna razón.