Sociedad y Justicia
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El instituto recibirá esta semana el dictamen sobre el edificio, cerrado hace nueve meses

Nunca recibió mantenimiento preventivo el hospital Gonzalo Castañeda del Issste

El nosocomio atendía 30% de pacientes por encima de su capacidad real y trabajaba bajo el riesgo latente de explosión de una caldera, reconoció Alberto Trejo Lino, subdelegado médico

 
Periódico La Jornada
Lunes 18 de junio de 2012, p. 45

El Hospital General Gonzalo Castañeda del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste), que se ubica en Tlatelolco, en la ciudad de México, nunca recibió el mantenimiento que necesitaba. Al contrario, desde sus inicios se le agregaron nuevas áreas de atención hasta sobresaturarlo. Al momento de su cierre, en septiembre de 2011, atendía 30 por ciento de pacientes por encima de su capacidad real.

Así lo reconoció Alberto Trejo Lino, subdelegado médico Delegación Regional Norte del instituto, quien en un recorrido por las instalaciones, actualmente vacías, explicó que el nosocomio ya no tenía para dónde crecer y trabajaba bajo el riesgo latente de explosión de una de las calderas.

La causa: no había recibido mantenimiento preventivo durante más de un año, cuando la norma en la materia ordena que este servicio se realice cada seis meses y se dé al equipo el mismo tiempo de descanso.

Se habría podido hacer, sobre todo luego de que el hospital pudo adquirir una segunda caldera hace unos seis años. Durante cuatro décadas operó sólo con una y, por falta de dinero, la más antigua, a la que supuestamente se le daría mantenimiento, paró, pero nunca se le hicieron los trabajos de limpieza que requería.

Una problemática similar podría estar ocurriendo en otras unidades médicas, porque los recursos para reparaciones y remodelaciones son escasos en todo el Issste. Aunque se diseñan planes de trabajo, éstos se cumplen en función de prioridades, lo que significa que un año se pueden arreglar los quirófanos –como se hizo en 2007, cuando Trejo Lino era director del Gonzalo Castañeda–, y al siguiente tal vez se atienden las fallas de la red hidrosanitaria, que en este hospital nunca se terminaban.

Rafael Carvajal Paz, quien era subdirector administrativo del nosocomio, explicó que el deterioro de la tubería de hierro colado es de tal magnitud que se reparaba un área y enseguida ya había una fuga en otra. Las dificultades se agudizaban cuando había necesidad de sustituir alguna parte de la red porque el tubo de hierro colado ya no se fabrica; fue sustituido por uno galvanizado. En algunas partes se hacía, pero luego en otra zona la tubería no resistía la presión del agua y se reventaba.

Estos no eran los únicos problemas que tenía el nosocomio de 104 camas censables, y por cuyos consultorios y pasillos circulaban de 8 a 10 mil personas diariamente. En temporada de lluvias era esperada la inundación del sótano, en particular del comedor.

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Recorrido por el sanatorio que fue cerrado en septiembre de 2011Foto Marco Peláez

La capacidad de las bombas era insuficiente para sacar al drenaje de la calle las aguas residuales y pluviales. El sistema de aire acondicionado también tiene un severo deterioro.

Ambos funcionarios reconocieron que estas y otras situaciones que afectaban el funcionamiento del hospital se habrían evitado si se hubiera respetado el diseño original del edificio, y sobre todo, si se hubiera contado con presupuesto suficiente para las tareas de mantenimiento preventivo.

Todavía mejor habría sido que, en lugar de estar haciendo adecuaciones en los diferentes pisos para introducir nuevos servicios, el Issste hubiera optado por construir otro hospital, dijeron. Cada nueva área u oficina implicaba instalar más baños y lavabos que saturaron la red hidrosanitaria.

Con relación a las calderas, Carvajal Paz dijo que trabajaba a marchas forzadas y en cualquier momento podía explotar, lo que habría sido un problema mayúsculo, pues este equipo se localiza en el sótano, justo debajo de las áreas de urgencias, laboratorios, rayos X, consulta externa y la unidad de tococirugía.

La seguridad de trabajadores y derechohabientes también estaba en riesgo en áreas críticas, como la de urgencias, donde en un espacio sin ventilación suficiente, diseñado para 11 camas, había el triple, además de sillones en una parte del acceso y sillas en los pasillos que siempre estaban llenas, según recordó Trejo Lino.

A ciertas horas, dijo, no se podía ni pasar, y cuando había necesidad de sacar a un paciente en camilla aquello era una hazaña, comentó.

Ahora, a nueve meses de haber sido cerrado, todavía está pendiente la entrega del dictamen que una empresa privada realiza sobre la estructura del edificio. Esto por las fisuras y desprendimientos visibles en casi todos los pisos del inmueble y el hundimiento también evidente en otra zona.

Información del Issste señala que la evaluación la realiza una empresa reconocida por la Universidad Nacional Autónoma de México. Los resultados deben estar listos esta semana. Ahí se dirá si el hospital Gonzalo Castañeda se puede reparar o habrá que construir uno nuevo.