Busca hacer más visible
problemas de perseguidos políticos
Lunes 18 de junio de 2012, p. 19
La oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), adelantó unos días la celebración, en Paseo de la Reforma, del Día Mundial del Refugiado con una serie de actividades, encuentros culturales y campañas de concientización.
Mariana Echandi, de Acnur México, explicó que la idea de celebrar ayer y no el 20 de junio, como lo instauró la ONU hace 10 años, es para hacer más visible
ante la sociedad los problemas por los que atraviesan aquellas personas que deben abandonar su país por razones de seguridad personal o política, y el paseo ciclista en esta importante avenida del Distrito Federal, dijo, es un buen punto para que el mensaje llegue a más gente.
Huir de la violencia
Mencionó que actualmente hay en México alrededor de mil 700 personas con el estatus de refugiado, mismas que se encuentran en proceso de tramitar su reconocimiento y gestionar su estancia en el país.
La mayoría se concentran en el Distrito Federal y la zona conurbada
, y a estos mil 700 habría que agregar muchos más que ya obtuvieron el documento que les otorga el gobierno mexicano para permanecer en territorio nacional.
Mariana Echandi explicó que aun cuando la mayoría escapa de Guatemala, El Salvador y Honduras, huyendo de la violencia y las pandillas de esos países
, también provienen de países tan lejanos como Sri Lanka o Ghana y desconocen que por el hecho de estar en territorio mexicano, cuentan con una serie de derechos que los protegen, entre otras cosas, de ser deportados a sus países de origen, ya que de hacerlo se pone en peligro su vida.
Además del festival musical, en la carpa que se instaló en Paseo de la Reforma hubo una exposición de artesanías y muestra gastronómica, entre otros. En América Latina y España, con el lema Ponte en los zapatos de un refugiado y da el primer paso para entender su situación
se hace hincapié en los problemas de los refugiados y solicitantes de asilo, tanto en las zonas urbanas como en las pequeñas comunidades de frontera, donde luchan por integrarse en las sociedades de acogida, para conseguir un empleo y el acceso a servicios básicos, como salud o educación, a menudo enfrentándose a la discriminación y la xenofobia.
Es así que la invitación a ponerse en los zapatos de un refugiado
es también un llamado a desafiar la intolarancia y la indiferencia hacia personas que para salvar sus vida lo abandonan todo, menos la determinación de volver a empezar, explicaron los organizadores del encuentro.