Saltillo, Coah., 7 de junio. El Museo del Desierto (Mude) reconstruyó un dinosaurio que habitó lo que hoy es Coahuila hace 75 millones de años.

Se trata de un anquilosaurio, de la especie nodosáurido, cuyas partes del cuello, lomo y patas fueron halladas en el municipio de Ocampo, en 2007, por el investigador Héctor Rivera Silva y un equipo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Es el primer hallazgo de ese tipo en México, aseguró el Mude en un comunicado.

El descubrimiento de Sofy, nombre atribuido a ese ejemplar, lo realizó Rivera mientras prospectaba; fijó su atención en un objeto entre las rocas, al levantarlo se dio cuenta de que era una espina de un anquilosaurio, siguió encontrando otras placas óseas (también denominadas osteodermos), por lo que llamó a su equipo para que le ayudara a buscar más piezas de este rompecabezas. Se lograron encontrar más placas óseas, vértebras y otros huesos fosilizados.

Una vez en el laboratorio se limpiaron los huesos cuidadosamente con escarpelos y material de dentista, para luego pegarlos y estudiarlos. Posteriormente se procedió a compararlos con otros ejemplares encontrados en Estados Unidos. Así el equipo corroboró que los fragmentos encontrados pertenecen a la coraza que corresponde al cuello, además de algunos huesos que habrían formado el lomo y algunos huesos de las patas.

La evidencia dio pie al investigador para identificar al dinosaurio como Edmontonia, el cual pertenece al grupo de los dinosaurios armados de la familia de los nodosaurios. Es el primer dinosaurio de este tipo para Coahuila y para México.

En otra incursión por el desierto apareció un nodosaurio en la Formación Penn del cretácico superior que se ubica al noroeste de Coahuila, cuando una parte de este territorio era mar y la otra costa.

Sin embargo, los restos fósiles estaban muy desmembrados y sólo se pudieron rescatar elementos muy erosionados: una espina y un hueso del brazo, al igual que un par de vértebras y una porción de un fémur, pero “aun y cuando se encontraron evidencias menores, estos restos permiten a los investigadores afirmar que era diferente a los demás nodosaurios y que por tanto se entiende que bien pudo tratarse de un género nuevo, el cual por falta de material, es conocido sólo como espécimen B.

Las muestras son importantes porque son los hallazgos más meridionales de América del Norte, y proporcionan un vínculo biogeográfico importante entre los nodosáuridos de Estados Unidos y Canadá, por un lado, y de Argentina y la Antártida por el otro, señala el reporte que se difundió en el volumen 28, número 3, de la Revista Mexicana de Ciencias Geológicas.

Los anquilosaurios eran dinosaurios herbívoros, tenían como característica una armadura dérmica que los cubría de la cabeza a la cola. Se dividían en dos familias: anquilosaurios y nodosaurios. Los primeros tenían una especie de mazo en la cola que utilizaban para defenderse y los otros, al carecer de aquél, repelían a sus adversarios con espinas que salían del cuello.

“El edmontonia Sofy, con sus patas cortas y fuertes para sostener su pesado cuerpo, estaba restringido para alimentarse de plantas bajas como helechos y cicadáceas, las cuales podía seleccionar gracias a los músculos de su mandíbula, cortándolas con su pico córneo y molidas por fuertes y especializados dientes en forma de hoja, ayudados por medio de la lengua para masticarlos en las mejillas”, informó el Mude.

En el sitio donde apareció Sofy se han hallado otros dinosaurios, como el Albertosaurio que es primo del Tyrannosaurus Rex y de especies herbívoras como los kritosaurios, conocidos coloquialmente como pico de pato, y los dinosaurios con cuernos, como el Agujaceratops.

“Otros vertebrados que encontró el grupo de investigadores fueron tortugas de concha blanda, pejelagartos e incluso un cocodrilo de nueve metros de largo, lo que indica, junto con la geología del lugar, que Sofy vivió en un ambiente pantanoso y de llanuras de inundación muy parecido a lo que podemos ver actualmente en las costas del Golfo de México”.