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Ver día anteriorLunes 4 de junio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Zempoala, Xochimilco y Wirikuta
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odo indica que el actual sexenio terminará sin castigar a quienes asesinaron a Aldo Zamora, joven defensor de los bosques de Zempoala. Acaban de cumplirse cinco años de su muerte. El licenciado Calderón prometió no descansar hasta lograr la captura de los culpables, cosa que no ha ocurrido. Tampoco termina en esa región la tala del bosque, otra promesa renovada cada sexenio. El parque nacional Lagunas de Zempoala es desde 1936 área natural protegida por acuerdo del presidente Lázaro Cárdenas. Se ubica en los estados de México y Morelos y cuenta con más de 4 mil hectáreas de bosque de oyamel, encino y pino. Llegó a tener más de 20 lagunas. Hoy apenas tres se hallan en buen estado todo el año y son muy importantes por su gran biodiversidad acuática. A esa desaparición contribuyó la destrucción del bosque, la gran fábrica natural de agua.

Varias veces en este sexenio se ofreció proteger Zempoala de sus destructores, plenamente identificados y denunciados por los dirigentes comunales. Pero ni las autoridades estatales ni las federales logran apresarlos. Ahora también roban autos, asaltan turistas y secuestran. Los lugareños reforestaron más de 2 mil hectáreas, evitando así los efectos nocivos de la erosión del suelo y contribuyendo a la recarga de las lagunas y de otras fuentes de agua locales.

Otra región que cada sexenio prometen recuperar las autoridades es Xochimilco, que presta importantes servicios ambientales y económicos. Pero en vez de ello avanza la contaminación del agua y la tierra, la expansión de la mancha de asfalto, la especulación con la tierra, tradicionalmente agrícola y con rendimientos muy elevados.

Las denuncias publicadas recientes en este diario y los estudios que integran el último número de La Jornada Ecológica muestran que, de no tomar medidas urgentes, esa porción de la cuenca de México (además patrimonio de la humanidad) desaparecerá en unas cuantas décadas. En el colmo y como prueba de que no se cumple la legislación que prohíbe y sanciona la contaminación del agua, la presa San Lucas es una letrina gracias, entre otros aportes, a las aguas negras provenientes del Reclusorio Sur. Ante las quejas de los habitantes de Xochimilco y zonas vecinas, como Tláhuac, los cuatro candidatos a gobernar la ciudad de México anuncian que, ahora sí, salvarán Xochimilco de la destrucción definitiva.

También funcionarios y empresarios mineros van a proteger Wirikuta, lugar sagrado de los huicholes. En costosos desplegados aparecidos en varios diarios nacionales dan cuenta de la buena nueva. Según el secretario de Gobernación, la autoridad federal declaró reserva minera nacional 45 mil hectáreas ubicadas en esa región. Estudian convertirla en área natural protegida. Todo ello gracias a la buena voluntad de una de las mineras con intereses en la región, la canadiense First Majestic Silver, que entregó en donación al gobierno federal 760 hectáreas que formaban parte de las 35 concesiones que posee en Wirikuta. Pero la realidad es otra: allí existen 201 concesiones para realizar trabajos de explotación minera en casi 300 mil hectáreas. Además, la First Majestic Silver y otras trasnacionales (como la Revolution Resources, que controla 59 mil hectáreas) no han hecho los estudios de impacto ambiental necesarios para explotar minerales. Esta parte de México se distingue a escala mundial por su enorme diversidad y riqueza de cactáceas, algunas de ellas catalogadas en peligro de extinción.

El acuerdo gubernamental debe ser analizado y aprobado por los pueblos originales en sus asambleas comunales. El problema persiste y, como denuncian los indígenas, el anuncio oficial referido fue una estrategia para aprovechar la cobertura mediática del Wirikuta Fest y dar una imagen de responsabilidad social de la empresa minera y del gobierno. Y es que la protesta nacional e internacional contra la explotación minera en Wirikuta y áreas vecinas alcanzó una dimensión que no esperaban las autoridades mexicanas ni las trasnacionales canadienses. Con el dinero gastado en publicitar una solución que no lo es, hubiera sido posible estudiar mucho más la riqueza natural y social de la región.