Madrid, 1º de junio. El rescate de Bankia, el cuarto banco español y el epicentro de la quiebra del sistema bancario, provocó un alud de críticas a la actuación del gobierno del conservador Mariano Rajoy, al que señalan como el principal responsable de la inyección de dinero público y de no aplicar un plan global que saque del marasmo a la economía española. La Comisión Europea criticó con dureza el plan de reformas para salir de la crisis puesto en marcha por Rajoy; el ex presidente de Bankia y del Fondo Monetario Internacional (FMI), Rodrigo Rato, consideró que la fórmula elegida para salvar a Bankia provocará un grave perjuicio a los accionistas y al resto del sector financiero; e, incluso, la directora de Bankinter –banco en expansión en el país– calificó de penoso el plan.

Empieza a haber unanimidad en una cosa: el gobierno de Rajoy comenzó a estar superado por una situación de extrema gravedad, que además va empeorando cada día. Primero fue el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, quien señaló al gobierno español de actuar de la peor manera posible para rescatar Bankia y al resto del sector bancario.

Caen las acciones de empresas

Y ahora, con la prima de riesgo en su nivel más alto –535 puntos– y el mercado bursátil en una caída libre que no se conocía hasta ahora, también llegaron señalamientos críticos por parte de la Comisión Europea (CE) al conjunto del plan de ajustes. Una de las principales conclusiones de un informe presentado en Bruselas por los técnicos de la CE sostiene que la reforma financiera puesta en marcha, entre otros motivos, para rescatar a Bankia, no ha garantizado la estabilidad del sistema bancario. Pero también se criticó con dureza las medidas fiscales.

El gobierno también fue cuestionado por el hasta hace sólo unas semanas presidente de Bankia, Rodrigo Rato, ex dirigente del Partido Popular (PP) y compañero de gabinete de Rajoy durante la administración de José María Aznar. Dijo: es magnífico para Bankia y su nuevo equipo gestor porque supone una inyección brutal de fondos para la sociedad. Pero desgraciadamente ello se hace a costa de fondos públicos y causando un grave perjuicio a los accionistas y al resto del sector financiero.

En el peor momento de la crisis en España, con una fuga de capitales en los tres primeros meses de más de 97 mil millones de euros, hay otro dato que preocupa: la caída en picada del valor de las empresas españolas cotizadas, que sólo en lo que va de año han perdido 29 por ciento de su valor, 105 mil millones de euros.