ué miedo más intenso habrá sufrido Fernandito
el niño cuya madre lo regresó a la oscuridad permanente en medio de terrorífica tortura? Todo esto dentro de un ritual religioso de santería
o yoruba
en un local de colonia conurbada San Agustín Atlapulco, entre Ciudad Nezahualcóyotl y Chimalhuacán.
¿Qué terror viviría el niño al sentir que su propia madre le arrancaba los globos oculares hasta dejar la cavidad ocular vacía, dejándolo en un estado de salud delicado ante la salida del líquido cefalorraquídeo?
Un terror emparentado con lo siniestro. Lo ominoso, lo siniestro, es magistralmente descrito por Sigmund Freud (Lo ominoso), donde aborda el tema del afecto de terror que experimenta el individuo ante algún suceso que presenta el carácter de algo siniestro, pero que a la vez, desde el inconsciente retorna como algo que es familiar. Algo inherente a nuestra propia estructura síquica. El terror y el terrorismo se nos presentan como fenómenos sumamente complejos donde los extremos más paradójicos, irracionales e incomprensibles de la naturaleza humana nos salen al paso.
Si tratáramos de buscar una palabra que definiera el acto comentado sería el vocablo terrorismo. Bajo la definición antes mencionada (actos de violencia para infundir terror) pueden incluirse desde el secuestro hasta los atentados terroristas, pero también las represalias desmedidas, indiscriminadas e irracionales sobre otros seres humanos que se ejercen como castigo
.
Pero. ¿qué hay detrás del individuo que necesita mantener aterrorizado y controlado al otro
? Pensemos en la madre de Fernandito inmersa en la pobreza e ignorancia. Dueña de un vacío interior intenso que seguramente pretendía silenciar con su acción, bajo los efectos de un proceso delirante religioso, en que aterrorizaba y le despertaba sentimientos omnipotentes que la llevaban a actuar la crueldad en su pequeño hijo, en un vano intento por proyectar y exorcizar los demonios internos
que han de ver poblado su vacío.
Nietszche, va más allá de las manifestaciones ya conocidas de la vesania: una crueldad síquica lo suplirá inventando nuevos recursos. Sufrir o hacer sufrir parece ser parte de la condición humana, esa parte negra y maldita del individuo que Freud llamó pulsión de muerte. Narcisismo, masoquismo, sadismo, pulsión de muerte, compulsión a la repetición son conceptos sicoanalíticos que han dado luz a la comprensión del siquismo humano y que convendría repensar en función del maremoto de violencia en que se ahoga el planeta.
Otra línea de pensamiento pertinente, también planteada por Jacques Derrida, es el estudio del retorno de los espectros
por medio de un tiempo fuera del concepto de tiempo lineal tradicional, pero que tiene un efecto en un misterioso
retorno a la escena social de la república y en el ámbito mundial.
Violencia engendra violencia y en un mundo atemorizado y convulsionado como el que estamos viviendo lo que menos necesitamos es vivir bajo la égida del terror. Intentar someter al otro bajo este régimen sólo puede conducir a desenlaces desastrosos donde el terror de unos desencadene los mecanismos de defensa más primitivos en el otro y la lucha sea entonces desde lo más primitivo, lo más arcaico y lo más destructivo del ser humano. Es decir, ¿sería el acto de la madre de Fernando una ejecución individual o es una forma de delirio colectivo expresado en loa violencia de su actitud? No fue un simple sadismo, va más allá.
No parece un acto incalificable de una pobre mujer fuera de la realidad. Más parece, un síntoma de un proceso social-mundial que no queremos concientizar. Habrá que estudiar el surgimiento de nuevas expresiones de crueldad que nos están rebasando, sin que tengamos una respuesta adecuada.