Mi trabajo tiene un pie en el material y otro en la semántica y nunca pude irme muy hacia un lado o el otro, asevera el artista Gabriel Kuri (DF, 1970), de quien la Galería Kurimanzutto presenta la exposición 2012.

Aunque realmente nunca estudió escultura, expresa que se formó “más en la construcción de la imagen. Tampoco voy a decir que estudié pintura, porque nunca me interesó la pintura por pintar, aunque sí por sus posibilidades semánticas.

Desde que era estudiante me gustaba la semántica, la posibilidad de repente de incorporar diferentes lenguajes y sigo en lo mismo. Ahora trabajo más con volúmenes, objetos y espacio.

En contraste con Reforma fiscal 2007, muestra que Kuri montó en el antiguo espacio de la galería en Juan de la Barrera, que consistió en una escultura de gran formato, en esta ocasión quiso presentar (en el recinto de Gobernador Rafael Rebollar 94, colonia San Miguel Chapultepec) una exhibición más compleja, con más elementos; incluso más grupos de piezas en los que podía mostrar también el tipo de investigación escultórica que he hecho en este lustro.

Para Kuri, quien vive la mayor parte del año en Bruselas, no hay materiales puros. De hecho, en 2012, que concluirá el 16 de junio, una piedra volcánica cuelga en la pared. Explica que la diferencia entre una piedra y un objeto de consumo es de grado. No es categórica, una está un poco más manoseada. Así, trabajo con material y con el significado que son una serie de convenciones sociales.

En la exposición, continúa, también hay un tono como de explorar ciertas cosas mediante su cancelación, negación o invisibilidad. Hay un espacio en la escultura que es parte de mi investigación, donde en el momento que algo se ocluye o encubre, cuando haces así (tapa su cara con una mano), hay un espacio entre la mano y el ojo que en lo escultórico me interesa, no sólo en el sentido físico, sino metafórico. Pero, como dije, mi trabajo tiene un pie en el lenguaje, en la metáfora: un pie innegablemente físico. Por eso soy escultor.

Crueldad con la imagen

–¿Presenta sus esculturas a manera de instalación?

–La instalación para mí es un término light que no me interesa. Si entendemos instalación en el sentido más básico, como crear un ambiente con objetos, colores o lo que sea, entonces está bien. Pero a veces siento que el término es demasiado elástico y que el arte que no es suficiente como escultura ni como pintura ni como esto ni como el otro, de repente tiene una oportunidad de ser y es una instalación. Con mi escultura creo ambientes, pero me interesa más el sentido tradicional en la escultura.”

Aparte de la piedra, la exposición incluye esculturas heterogéneas como una copiadora desprovista de su función y unos archiveros.

Sobre una posible crítica social, Kuri contesta que al exponer en México “es inevitable eludir el comentario social, más por ser mexicano. Siento que se vive más y más en una ciudad ordenada por la imagen. De alguna manera quiero ser cruel con la imagen de esa exposición. Éstas las puedes ver como mesas de taxonomía, tienen la función de dividir los espacios, pero también puedes pensar en el momento del sufragio. No quiero que se interprete como un comentario directo, pero finalmente hay formas que tienen ese eco de familiaridad social. La exposición también tiene un tono burocrático.

“Me interesan mucho los sistemas como asociaciones de repente de objetos o de éstos con modos en que se sugieren lineamientos. No siempre tienen que ser socialmente posibles o lógicos, pero me interesa el pensamiento sistemático.

Como espectador lo que me gusta ver en un artista es que hay un proyecto intelectual, un sistema, algo que da algo y dará más y eso se logra con base en entender la praxis como una disciplina, como la creación de una serie de lineamientos flexibles e imperfectos si quieres, pero que permiten la investigación y la reinvestigación.