26 de mayo de 2012     Número 56

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada


FOTO: Archivo

Venezuela

Cooperativa El Pereño

De la “agricultura de puerto” al conuco reloaded

Armando Bartra

Para vergüenza de María Leonza, una mítica onza vuelta mujer a la que los lugareños rinden un culto de regusto nacionalista, hasta principios de este siglo los valles del estado de Yaracuy eran dominio de grandes cañeros cubanos. Hace pocos años la lucha por la tierra revirtió la situación y los campesinos venezolanos recuperaron la dignidad y sus parcelas. Sobre los fundos recién adquiridos, algunos decidieron formar cooperativas.

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El conuco como paradigma. Mientras saboreamos unos negritos bien azucarados en el porche de su casa, doña Irma nos cuenta la historia de El Pereño, un colectivo establecido sobre tierras que habían sido cañeras y que al principio tuvo más de 30 socios de los que sólo quedan ocho.

Pero, como vemos al recorrer con ella las instalaciones, el trabajo de los perseverantes es en verdad admirable. Una diversidad entreverada de actividades cuyo modelo –sépanlo o no los socios– es el ancestral conuco: milpa venezolana donde, como en la nuestra, conviven el maíz con la caraota blanca o carecabra, que es un frijol, y con la aullama, que es la calabaza, entre otras plantas. Sólo que en el conuco de El Pereño se entrelazan el infaltable maíz, con verduras como la cebolla y el tomate, plantaciones de plátano y de guayaba, además de una variopinta ganadería mayor y menor.


FOTO: Archivo

El manejo de la guayaba es uno de los orgullos de la cooperativa. Los arbolillos provienen de un vivero propio donde la planta se reproduce por esquejes, una técnica laboriosa que supone un complejo sistema de riego que se activa automáticamente cada cinco minutos. Ya establecidas las plantas, el huerto se desyerba y abona con ayuda de borregos y mediante un ingenioso sistema de jaulas con ruedas en las que los ovinos recorren los camellones comiendo y cagando. Las jaulas móviles las diseñaron ellos y las construye en el lugar un sobrino de doña Irma que le hace a la herrería.

Además de borregos tienen cabras, puercos, codornices y vacas de doble propósito –con cuya leche hacen un buen queso– y están tratando de reproducir el agutí, en Venezuela llamado picaré, un roedor de carne muy sabrosa. Por si fuera poco en un par de lagunetas mantienen patos y peces.

No ha sido fácil. Las tierras del lugar son pobres y salinas y han decidido trabajarlas con procedimientos agroecológicos, que son ambientalmente virtuosos pero muy demandantes de mano de obra. Cualquiera se apunta para recibir tierras, pero imponerse a ser campesino es otra cosa. Que lo digan, si no, los de El Pereño, que de 30 cooperativistas iniciales quedan ocho.

Agroecólogos contra veneneros.Impulsada por agrupaciones como la Red de Organizaciones Campesinas Agroecológicas y la Organización de Productores Agroecológicos de Timote, la agricultura ambientalmente sostenible es en Venezuela un movimiento fuerte. Y también trascendente, pues si predominan las inercias institucionales –y los intereses de ciertos funcionarios corruptos–, los cuantiosos recursos que el gobierno de Hugo Chávez está destinando al fomento agropecuario por medio de la Misión Agrovenezuela terminarán en los bolsillos de las trasnacionales introductoras de maquinaria y agrotóxicos.

Por ahora los agroecólogos van ganado a los veneneros. En octubre de 2010 el gobierno revolucionario intervino empresas fabricantes de insumos agrícolas, como Insecticidas Internacionales SA y Proyepa, después de que sus trabajadores, apoyados por estudiantes, habían tomado las instalaciones en prevención de que los dueños, enterados de las intenciones gubernamentales, las desmantelaran. Aun quedan en Venezuela trasnacionales introductoras de insumos ecocidas, pero van siendo desplazadas por opciones como la Red Nacional de Productores Libres y Asociados de Bioinsumos, cuya oferta actual permitiría atender 400 mil hectáreas, algo así como 15 por ciento de las tierras actualmente cultivadas en el país. La Red provee de insumos a la corporación estatal Agropatria, que se los hace llegar a los campesinos.


FOTO: Archivo

“El problema del campo venezolano no es la falta de recursos públicos. La renta petrolera da para habilitar los cerca de tres millones de hectáreas que hoy se cultivan. Sin embargo, la cuestión está en no repetir el viejo esquema y transferir el dinero a las trasnacionales de agrotóxicos, un sector que, paradójicamente, se ha reforzado gracias al impulso que la revolución da al fomento agropecuario”, dice Armando, director de Insumos Biológicos del Instituto de Salud Agrícola Integral, del Ministerio de Agricultura y Tierras.

Pero la conversión no será posible sin incrementar la mano de obra disponible en el campo y sin un nuevo tipo de extensionistas agrícolas. Lo que a su vez demanda una revolución educativa, pues en el pasado los técnicos servían como agentes de las compañías para inducir en los campesinos el empleo de insumos dañinos.

Con la nueva Ley de Educación, institutos como el Tecnológico de Yaracuy han cambiado su enfoque, y en especialidades como agroalimentación los estudiantes no se reciben con tesis sino elaborando proyectos viables, primero locales y luego regionales.

“No quiero encerrarme entre cuatro paredes –me dice un joven estudiante del Tecnológico–. Quiero trabajar con los campesinos y como campesino”. Otro lo secunda: “Antes salías y te ibas a trabajar a una empresa. Ahora, en cambio, está el servicio comunitario, donde sirves a los verdaderos productores”.

Engolosinada con el petróleo, Venezuela le apostó a una “agricultura de puerto”, que consideraba más fácil importar que producir. El resultado fue dependencia alimentaria y despoblamiento del campo. Pero si destruir las bases agrarias de una sociedad es relativamente sencillo, reconstruirlas es cuesta arriba. Pese a la presencia de colombianos y otros inmigrantes, en el campo venezolano falta mano obra, y en algunos cultivos, como el de la mandarina, el trabajo es semiesclavo. Así las cosas, para Venezuela recuperar el campo es repoblar. Y la gente no regresará al agro si las condiciones de vida y trabajo no son mejores que las que encuentran en las ciudades.

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Reinventar un campo que ha sido diezmado es tarea compleja. Compleja pero no imposible: el conuco reloaded que pusieron en pie doña Irma y sus compañeros de El Pereño, es alentador ejemplo que, echándole ganas, el agro venezolano tiene remedio.


Cambio climático: salidas falsas y alternativas viables


FOTO: José Téllez

Lourdes Rudiño

El cambio climático –con la expectativa de un aumento de dos grados Celsius en las temperatura global durante las próximas dos décadas– impone a México y a todos los países de la franja tropical el reto de adaptar su agricultura para enfrentar una esperada ampliación de zonas áridas y semiáridas, un aumento en los extremos del clima (en regiones, en el día y la noche y en las estaciones del año) y una caída de rendimientos de los cultivos.

Sin embargo, en nuestro país las instituciones científicas y tecnológicas del agro “no tienen idea siquiera de qué hacer”, debido a la falta de liderazgo y a la orientación que hay, desde la cabeza del sector, la Secretaría de Agricultura, a favorecer aparentes soluciones fáciles, que en realidad son muy cuestionables: la aglutinación de tales instituciones en torno a un proyecto, Masagro –conducido por el Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el Trigo (CIMMYT)–, y el impulso decidido a los transgénicos, afirmó Antonio Turrent, especialista en maíz reconocido y miembro de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS).

En entrevista, destacó la preocupación fundamental de los problemas sociales que podrían suscitarse si este grano y la tortilla se encarecen todavía más o incluso se escaseen. Y habló de la urgencia de asumir seriamente el reto del cambio climático. Para ello, cuestionó las dos soluciones fáciles mencionadas y ofreció alternativas.

Ante el problema de los escasos rendimientos de la agricultura tradicional –que se traduce con escasa oferta de maíz nacional y con un mercado interno deprimido del frijol–, el CIMMYT “decidió muy astutamente definir en 2011 su programa Masagro (Modernización Sustentable de la Agricultura Tradicional) para México; le ofrecieron al gobierno resolver el reto en 15 años sin necesidad de invertir en investigación más de lo que este programa requiere, y el gobierno cayó redondito”.

Así, instituciones como el Colegio de Posgraduados (Colpos), el Instituto de Investigaciones Agrícolas, Forestales y Pecuarias (INIFAP), y universidades y grupos con capacidad científica, se han debido supeditar al CIMMYT, “porque el gobierno mexicano decidió entregarle (a este centro) la conducción de esto (…) Pero CIMMYT en realidad responde no al interés de México, sino a presiones internacionales; este tipo de centros tiene la instrucción de financiarse de recursos de los países donde están instalados; el CIMMYT está en México”.

Explicó que Masagro se fundamenta en la agricultura de conservación, con tres factores: la labranza cero –no roturar el suelo, lo cual es razonable, pues roturar reduce la materia orgánica–; manejar los residuos de cosecha, dejando por lo menos 30 por ciento del rastrojo para asegurar el efecto benigno de la labranza cero, y rotaciones largas de cultivo (por ejemplo un año maíz, cuatro o cinco años de otros cultivos como alfalfa y cebada, y luego regreso al maíz).

“Todo suena muy bien y han convencido a todos. Pero debemos preguntarnos si es aplicable a México. Para quien conoce el campo y a los campesinos la respuesta es no”, afirmó.

El entrevistado recordó que en el pasado Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA) desarrolló un programa de labranza de conservación durante más de diez años. Hoy sólo productores de 50 o cien hectáreas lo mantienen vivo (les ha servido fundamentalmente porque les ahorra el uso de herbicidas). Los de menor escala no sostuvieron esta tecnología debido a que el no roturar implica la caída de rendimientos en los primeros años, y surgen otros problemas relacionados como la eutofrización del agua (que daña las cadenas tróficas) y la proliferación de enemigos naturales del maíz, que sólo pueden combatirse con agroquímicos.

Comentó que el CIMMYT está dando a los productores una “matraca” moderna para sembrar, con el fertilizante y la semilla adentro. “Esto es muy atractivo porque fertiliza desde el principio; cuando se hace en suelo mullido es una maravilla, pero en suelo duro –por la no roturación– resulta mucho trabajo para el productor. Eso es un factor limitativo. Este manejo requiere una potencia muy fuerte que no tiene la pequeña unidad de producción”. También es un hecho que en pendiente la labranza de conservación no funciona, debido a que ésta propicia la acumulación de agua y la erosión de los suelos, y la mitad de toda la tierra de labor en México está en pendiente.

Por otro lado, dada la cultura gastronómica de los campesinos, “tampoco pueden dejar de producir maíz cinco años; no están en condición de hacer las rotaciones largas de cultivos”.

Afirmó: “no tengo duda de que la estrategia de Masagro funciona en grandes unidades de producción, y no tengo duda de que no funcionará en las pequeñas unidades”.

En cuanto a los transgénicos Turrent comentó que promesas que han hecho las trasnacionales de estas semillas, en particular Monsanto, en el sentido de mayor rendimiento de los cultivos, se ha venido abajo pues el control de plagas no es al cien por ciento y las que sobreviven implican retos no resueltos por esta tecnología. Pero además es indispensable frenar el avance de transgénicos en maíz, debido a que tarde o temprano erosionarían genéticamente a las razas nativas las cuales, siendo 59, tienen usos diferenciados en la gastronomía. “El pozol, el tejuino, las tlayudas, cada uno de los platillos, requiere una raza nativa diferente; no podría unificarse todo con un solo maíz, con un solo híbrido, pero eso no lo entienden nuestros gobernantes”.

Las soluciones reales. De acuerdo con Turrent, el reto para la agricultura de México está en el agua: uno, aumentando la su disponibilidad para los cultivos, y dos, incrementando la tolerancia de éstos a la sequía fuerte, a los calores extremos y a las heladas.

AGENDA RURAL

Evento: Diversas actividades. Organiza: Centro Social y Cultural Santa Martha. Milpa Alta. Lugar y fecha: Mayo y junio de 2012. Informes: Facebook: Csyc Santa Martha / radiolamilparadio. blogspot.com.mx salonsantamartha@ yahoo.com.mx


Evento: Soberanía alimentaria, comida chatarra y crisis de la salud. Organiza: Editorial Itaca y Foro Tianguis Alternativo de la Ciudad de México. Lugar y fecha: Álvaro Obregón No. 185, entre Monterrey y Tonalá, Col. Roma Norte (Metrobús Álvaro Obregón). De las 10:00 a las 16:00 horas. Domingos del 29 de abril al 10 de Junio de 2012. Informes: [email protected]


Evento: Grandes Problemas Nacionales: Diálogos por la Regeneración de México. Organizan : Morena y Fundación Equipo. Lugar y fecha: Club de Periodistas de México, Filomeno Mata No. 8. Centro Histórico. A partir del martes 6 de marzo. Informes: www.grandesproblemas.org.mx / Twitter: @GrandesProblema y FB: Grandes Problemas Nacionales.

Sobre el primer punto, explicó: “Dicen las recomendaciones para todo el mundo: los países que tengan agua deben aumentar su superficie bajo riego, y los que no, tienen que encontrar cómo ser más eficientes. México está en los dos extremos. Toda la capacidad de almacenamiento para riego, de 127 kilómetros cúbicos, está en el norte del país, sirve a la pujante agricultura de Sinaloa y Sonora. Pero si decrecen las lluvias en Durango y Chihuahua –y eso va a ocurrir–, va a haber problemas de escasez en las presas”. Hoy la eficiencia del uso de agua en los grandes distritos de riego es de 36 por ciento. En las unidades de riego es de 55 por ciento. Hay muchas cosas que deben hacerse para mejorar la eficiencia, en especial en el primer caso, como impermeabilizar canales; tapar canales e incluso entubarlos; frenar la erosión que está en las tierras altas de las presas (sobre todo porque éstas suman más de la su media vida útil que va de 60 a 150 años); nivelar terrenos; regar de noche y menos de día; incorporar riego presurizado, y cobrar el agua por volumen no por hectárea, entre otras cosas. Todo esto cuesta mucho dinero y en gran parte es responsabilidad del Estado. “En los años 30s y 40s del siglo pasado se hizo el plan de la gran irrigación del norte del país. Entonces había mucho menos dinero que hoy. Se solicitaron préstamos internacionales. Ahora debemos recurrir también al préstamo.

“Y hay que trabajar en esa eficiencia, invirtiendo, creando empleos, y trabajar dos o tres generaciones para disfrutar esto y defenderlo. No es cierto que haya soluciones mágicas”.

Por otro lado, en el sureste de México –en ocho estados– hay escurrimientos que van al mar, vía los ríos Usumacinta, Balsas y Papaloapan– que equivalen al año a casi el doble de toda la capacidad de almacenamiento de agua que hay en las presas. “Contamos con todas las capacidades tecnológicas que se requieren para aprovechar parte de esa agua”.

Señaló que a diferencia del norte, el sureste tiene topografías onduladas y suelos que no son de buena calidad ni profundos, lo cual implicaría contar con infraestructura de riego especial con interconexión eléctrica. “Necesitaríamos entre diez mil y 20 mil máquinas de riego para cada millón de hectáreas. Sería cosa de que se tome la decisión, y ello significaría dar empleo y capacitación en varios niveles; podríamos absorber la mano de obra del bono demográfico que tenemos”.

Hay nueve millones de hectáreas con capacidad agrícola en el sureste, que hoy son subutilizadas en ganadería extensiva, y que están en el área que es viable de irrigación. “Imagine la cantidad de maíz y frijol que podría producirse y que nos hace falta en el mercado. Lo que tenemos que hacer es tomar la decisión como sociedad”.

Comentó también que con un grupo de investigadores del Colpos que está desarrollando una tecnología denominada “milpa intercalada”, con árboles frutales, maíz, frijol y calabaza, que permite hacer un manejo sustentable de los recursos y que genera soluciones para los productores de pequeña escala, en particular en terrenos de ladera. “Con esto podemos mejorar todas las laderas de México sin usar labranza de conservación y con un aumento en el ingreso del productor”.

Por último comentó que, con un grupo de investigadores, está también trabajando en identificar plantas resistentes a la sequía dentro de las razas nativas, a fin de generar cruces posteriormente que sirvan para los tiempos que vienen de altas y extremas temperaturas.