Indígenas de la costa le dan cálida recepción en Puerto Escondido
El país está en ruinas y la reconstrucción será difícil, advierte
Jueves 24 de mayo de 2012, p. 13
Puerto Escondido, Oax., 23 de marzo. El sol de medio día pegaba con fuerza sobre la multitud de zapotecos, mixtecos, chatinos y collantes (oaxaqueños de raza negra) que escuchaban con interés a Andrés Manuel López Obrador cuando advertía sobre la urgencia de reconstruir el país.
No vamos a estar perdiendo el tiempo, habiendo tanto que hacer. El país está en ruinas; se esmeraron en destruir a México y nos va costar mucho trabajo reconstruirlo y levantarlo.
Sobre la candente arena del campo de futbol de la unidad deportiva de Puerto Escondido, el candidato de la coalición Movimiento Progresista se comprometió a trabajar, como presidente de la República, con seriedad; no se perseguirá con afanes mediáticos y mucho menos se apelará a la venganza.
No vamos a estar perdiendo el tiempo persiguiendo a algunos para aparentar que ahora sí las cosas van a cambiar. El cambio se va a demostrar en los hechos. Ya no va haber esa parafernalia, todos esos desplantes que tienen que ver con la demagogia. Vamos a actuar con seriedad, vamos a inaugurar una etapa nueva en la vida pública de México.
Ayer López Obrador viajó a Puerto Escondido, donde lo esperaban indígenas de Pochutla, Río Grande, Puerto Ángel, San Pedro Mixtepec, Juquila y Temascaltepec. Los mayordomos de los pueblos de la costa oaxaqueña le entregaron el bastón de mando y mujeres de la región Mixteca tres collares de flores.
Al subir al templete, observó aquella multitud de pobres que le gritaban: ¡Ya llegó, ya está aquí, el que va a chingar al PRI!, ¡Esta vez no nos roban los votos!, ¡Somos la prole, pero con nosotros vamos a ganar!
La temperatura no amilanó a nadie en el multitudinario encuentro. López Obrador habló durante 52 minutos para exponer su postura frente a la institución armada:
“Quiero aprovechar en la costa de Oaxaca para mandar un mensaje a todos los soldados y marinos de México: consideramos que los soldados es pueblo uniformado, es el mismo pueblo. No tenemos nada contra de esa institución que es fundamental para la República. No tenemos ningún problema.
Y quiero recordar que en 2006 la mayor parte de los soldados votó por nosotros y así va a volver a suceder. Para que quede esto muy claro: no tenemos enemigos, ni queremos tenerlos; si acaso tenemos adversarios, pero están muy arriba, pero no están aquí, están arriba. Muchos ni siquiera viven en México, se la pasan en el extranjero; pero tampoco los odiamos; lo que nosotros buscamos es justicia, no venganza.
El mensaje del candidato presidencial redundó en la necesidad de lograr la transformación de México a pesar de enfrentar a un grupo de interés muy poderoso.
“Queremos un verdadero cambio, no engañar con el gatopardismo, que consiste en que las cosas en apariencia cambian para seguir igual. Un cambio que haremos es combatir la monstruosa pobreza y desigualdad social que hay en el país.
Hablo de una transformación porque lo comprende todo: es lo económico, lo político y lo social, y también significa fortalecer valores culturales, morales y espirituales. Esto no es maquillaje, no es paños calientes, no es remiendo, no es por encimita. Vamos a cambiar realmente las cosas. Vamos a poner la honestidad por delante, se va a convertir en una forma de vida, de gobierno.
A pesar del entendimiento entre la multitud y el candidato, la presencia en el templete de dos personajes propició enojo y reclamos entre los indígenas: ¡Rateros, corruptos!
, gritaban al candidato al Senado, Benjamín Robles Montoya –vinculado a Víctor Manuel Tinoco Rubí, ex gobernador de Michoacán, a quien sirvió para operar un centro de espionaje–, y a Abraham Ramírez Silva.
A quien sí reconoció López Obrador fue al gobernador: Gabino (Cué) está haciendo las cosas de acuerdo a sus posibilidades, porque si no se gana arriba es muy difícil que las cosas mejoren para el pueblo, por mucho que quiera hacer un gobernante para el pueblo; por eso se requiere ganar la Presidencia de la República.
Antes de salir de la unidad deportiva, López Obrador fue despedido por cientos de personas que intentaban acercarse a él. Los que no lo lograron le gritaban: Regresa, presidente
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