Chapala, Jal., 23 de mayo. Habitantes y comerciantes de Chapala entraron en pánico el 9 de mayo, el día en que fueron encontrados 18 cuerpos mutilados en la carretera que va de esa localidad a Guadalajara, cerca del municipio de Ixtlahuacán de los Membrillos, pues se ha documentado que las víctimas eran ciudadanos pacíficos que fueron levantados al azar por integrantes del crimen organizado y que su asesinato tenía el objetivo de enviar un mensaje a un grupo rival.

Son las siete de la tarde, y aunque aún brilla el sol, la mayoría de los comercios están cerrados. Restauranteros y dueños de tiendas refieren haber disminuido sus ingresos hasta en 70 por ciento. Y eso que vendemos productos de primera necesidad, explica Martha Tejeda, quien cuida una tienda de abarrotes y un molino. Ella y su familia venden tortillas. Ahora tenemos que empezar más tarde. Mi hermano, que venía de San Antonio, ya no lo hace tan temprano porque dicen que hay retenes.

Según vecinos, por las noches elementos de Seguridad Pública del Estado y de la Secretaría de la Defensa Nacional realizan revisiones arbitrarias a cualquier persona que esté en la calle. Al que le encuentran algo lo investigan, afirma Manuel Real, presidente de la Sociedad Cooperativa de Lancheros. Después de las 10 de la noche ya no se puede andar por la calle, porque los revisan la (policía) estatal y el Ejército. Por eso (el ayuntamiento) le dice a la gente que a cierta hora se retire a su casa, relata.

Real Barragán, encargado de la vigilancia de su gremio, recordó que el alcalde Jesús Cabrera afirmó en un comunicado que no existe toque de queda y la recomendación a los ciudadanos de regresar a sus hogares antes de que oscurezca es por protección.

El miedo está fundado. “Nosotros conocíamos a algunos de los que fueron levantados y asesinados. Eran buenos chicos, todo mundo ha hablado bien de ellos. ¿Cómo estar seguros cuando no se sabe sobre quién van?”, señala Alicia Córdova, activista de la asociación Amigos del Lago.

A partir del multihomicidio los chapalenses han extremado precauciones. Esto la semana pasada era un desierto. En su desesperación, la gente carga tijeras o navajas para sentirse segura, explica Córdova y recuerda que cinco días después del 9 de mayo se encontraron cinco torsos en un refrigerador, en una finca del municipio.

Poco antes de que caiga la noche, Alicia, Martha y otras vecinas de la colonia Plaza de Toros se reúnen junto a sus hijos pequeños a rezar para pedir por que termine la violencia y vuelva la paz.

La voz de Alicia se quiebra: Es que no debemos vivir con miedo. Yo era de las que pedían que entrara más seguridad, pero no así, y narra cómo un grupo de aproximadamente 20 policías estatales allanó su casa. Me preguntaban si conocía a una persona, me mostraban fotos y por más que les decía que no lo conocía seguían gritándome, detalla.

El malecón está semivacío. Los lancheros, según el presidente de la cooperativa, han perdido más de 60 por ciento de sus ingresos por viajes debido a la falta de turismo de las dos semanas recientes.

Es muy triste que este pueblo, que era pacífico, se haya convertido en esto, lamenta Roberto Bernal, propietario de una fonda de comida casera.