ara quienes hemos vivido la mitad de la vida en universidades y entre universitarios no causa la menor sorpresa la noticia de la indignación
de los estudiantes de grados avanzados frente a los políticos y a la política. Me refiero sobre todo a dos hechos recientes: Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana y la votación en ensayo de alrededor de 25 mil estudiantes de distintas facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la cual triunfó de manera abrumadora Andrés Manuel López Obrador con 86 por ciento.
En cuanto al primer acontecimiento, sobre todo los canales de Televisa han puesto el grito en el cielo. El grito en el cielo ajustando
lo ocurrido a la tesis que les interesaba sostener: se desencadenaron las invectivas de las televisoras proclamando que los hechos de la Ibero muestran que la discusión política se ha convertido en odio, atribuyendo a los estudiantes de la Ibero, en su rechazo y crítica, precisamente una dimensión que nunca tuvieron sus palabras ni sus exclamaciones.
Sin considerar que los hechos estuvieron presididos por inverosímiles provocaciones del equipo de Peña Nieto: un estudiante declaró: Desde temprano los estudiantes se juntaron para acceder al auditorio donde se llevaría a cabo este supuesto diálogo. Antes de las 9 de la mañana los estudiantes se enfrentaron con una realidad diferente: acarreados en la puerta 10 esperando para entrar, claramente todos con pancartas que apoyan a Peña Nieto y todos bajando de un camión de la policía. Estos acarreados llenaron el auditorio en cuestión de minutos dejando a un gran número de estudiantes afuera, cerrándoles el diálogo con el candidato. Como si fuera poco, un cuerpo de seguridad se encargó de checar todas las mochilas y bolsas de las personas que sí lograron entrar, no dejándolos pasar con pancartas o máscaras
.
Por supuesto, ante este manifiesto abuso de quienes pretendían bloquear un intercambio que su mismo jefe había aprobado, la reacción no se hizo esperar. Los jóvenes universitarios de la Ibero se indignaron justificadamente, y es que tal burla no se puede hacer hoy en las universidades. ¡Llevar acarreados a un centro universitario para usurpar el lugar de los auténticos estudiantes! ¡De allí la reacción de los indignados cuando el presidente del Partido Revolucionario Institucional les dijo acarreados y manipulados! ¡Lo que resulta sorprendente es que haya todavía achichincles
de candidatos a la Presidencia que sean capaces no sólo de cometer tales errores, sino de cometer esos abusos que resultan una verdadera provocación! ¡Y qué esperaban, en estos tiempos en que las fotografías de los acarreados y sus vehículos circulan por miles en unos cuantos segundos, lo cual, como es lógico, enardeció al conjunto de los jóvenes universitarios! ¿Peña Nieto conocía esta dinámica y la autorizó, o se hizo a contrapelo de sus indicaciones? En todo caso, se confirma una vez más el nivel de ignorancia y de agresividad a que han llegado las campañas presidenciales, en todo caso este incidente (importante y provocador) de la de Enrique Peña Nieto.
Pero ¿sirvió de algo su visita?
, se pregunta un estudiante de la Ibero. Pues sí, se evidenció todavía más cómo funciona la campaña de Peña Nieto, a base de acarreados y mentiras. Las propuestas siguen siendo vacías y sin real fundamento.
En realidad, debe admitirse que la reacción de los estudiantes, hostil a la política y a los políticos de las mentiras y las mafias, se ha venido nutriendo desde hace tiempo y ahora estalla en estos tiempos electorales. No podía ser de otro modo. Lo no natural
sería precisamente lo inverso, que después de acumular tantas cargas negativas de la política y los políticos los jóvenes universitarios, sin importar de qué institución, se quedaran impávidos y sin protesta alguna. Por eso es que están justificadamente indignados: como dijo el rector de la UNAM: en los jóvenes universitarios más vale la protesta indignada y esperanzada que el silencio sumiso que pudiera interpretarse como aceptación de todas las mentiras y traiciones que se han acumulado en el país.
Todavía, como remache a la indignación estudiantil por las maniobras y mentiras de las televisoras, en acuerdo con la cúpula de la campaña de Peña Nieto, los estudiantes de la Ibero y de otras universidades privadas: la Anáhuac, La Salle, el Tecnológico de Monterrey y el Autónomo de México y otros, protestaron indignadamente en los días subsecuentes por la parcialidad y sesgo de la información, yendo a las instalaciones de Televisa en Santa Fe para exigir precisamente una información más verídica, imparcial y equilibrada. Hoy con los estudiantes no se juega y menos cuando tienen en sus manos los nuevos canales de denuncia y comunicación (las calles y las redes) que barren con los institucionales de todo tipo. Se justifica plenamente la frase de uno de sus carteles: ¡Estamos informados, jamás manipulados!
Pero además, hubo otra manera en que se probó una vez más el rechazo universitario a las mentiras y maniobras de los políticos, porque tal cosa se ha venido acumulando desde hace tiempo y es prueba mayor de que la indignación se ha difundido extraordinariamente en diferentes ámbitos y grupos sociales, aunque sobre todo entre los universitarios: me refiero al simulacro electoral que se organizó en la UNAM y que le dio abrumadoramente el triunfo a López Obrador (en 86 por ciento) entre alrededor de 25 mil votantes.
¡Claro que Peña Nieto tiene por qué estar muy preocupado, porque muchos ven en picada su campaña! ¡Entre tanta estupidez no puede perder de vista que de la cuchara a la boca se cae la sopa!
¿Estamos en la antesala de una de esas revoluciones hoy que tienen su base en los jóvenes y en sus instrumentos comunicativos, que han mostrado en el mundo una eficacia demoledora?
¡Impresionante la manifestación del último sábado, en la ciudad de México y en otras 10 o 15 capitales de los estados, convocadas por las redes sociales de los estudiantes!