El pintor Manel Pujol Baladas (Vic, Cataluña, 1947) se confronta con los compositores cuya música motiva sus telas. Y se ha metido con muchos.

En la exposición Las cuatro estaciones de Vivaldi, montada en la Galería Ethra (Londres 54, colonia Juárez), aparte del compositor italiano barroco, Pujol Baladas también se enfrenta al sueco Allan Pettersson y su Sexta sinfonía, así como el cantautor de música country Johnny Cash.

–¿Acostumbra pelearse con los compositores?

–Sí, porque a veces le daría más movimiento a un momento determinado de la composición o la haría correr más lenta. Entonces, estas cosas como, el autor es él y yo soy, en este caso, el director escenográfico y de color de todo su trabajo, pues a veces veo un color que él quizá no ha escrito en la partitura. Eso es divertido, porque sí nos peleamos. Aunque estén en otro lado, los espíritus siguen perennes.

–¿Cómo se da cuenta que un compositor le responde?

–Porque si el cuadro sale bien es que voy ganando y si sale mal es que él me responde. Quiere que pinte como él lo vería, pero en el fondo el artista en este momento –lo siento mucho por él– soy yo. El artista hace lo que cree que tiene que hacer, lo que le interesa, si no es un artesano. Si está en función de los intereses de los demás, deja de ser artista.

Radicado en México desde 1997, Pujol Baladas reconoce que aquí su obra se volvió más abstracta. Hace 14 años aún salía en el escenario de sus cuadros algún instrumento o las claves de entrada en la partitura. Sin embargo, empezó a dejar atrás lo objetivo para meterme en lo subjetivo, hasta que ya estoy totalmente desprendido y divorciado del lenguaje figurativo.

Admite que nunca se sabe qué pueda pasar mañana. Las personas evolucionamos y si somos artistas, vamos creciendo, bien o mal, pero lo hacemos así. No puedes decir, no voy a recuperar el lenguaje figurativo. De todas maneras el camino que llevo me indica que no lo voy a recuperar de momento.

En cuanto a las 14 técnicas mixtas de la serie más amplia Sexta sinfonía: Allan Pettersson, expresa que en la composición tiene momentos de gran sensibilidad y de mucha, en teoría, violencia. Hay notas de violín que se pierden en el espacio, así como grandes momentos de percusión muy fuerte. Por eso hay todo este trabajo de fondo aunque casi es imperceptible, que son los blancos dibujados, rotos, muy sensibles, y después hay estos rojos y materias fuertes. Hay momentos muy fuertes y muy sublimes.

La serie Las cuatro estaciones de Vivaldi obedece a un momento musical muy diferente. Exponer ambas series juntas tiene como finalidad mostrar en qué medida Pujol Baladas analiza cada momento de cada autor. Respecto del colorido de esta segunda serie, el artista anota que las piezas de Vivaldi son lúdicas, inclusive en invierno. Parece que juega con la música al expresar estas cuatro estaciones que tienen mucho que ver en el fondo una con la otra. Es decir, hay todo un seguimiento de obra a escala musical de construcción que se repite.

La exposición termina el martes 22 de mayo.