Un mundo secreto
n mundo secreto, primer largometraje del realizador, fotógrafo y editor mexicano Gabriel Mariño, fue sin duda uno de los momentos más intensos en el pasado Festival Internacional de Cine de Guadalajara. No sólo dejó constancia de la presencia de un joven artista muy dueño de su oficio, de la revelación de una estupenda actriz, Lucía Uribe, en el papel estelar, sino también de la eficacia y complejidad del relato intimista relacionado con el tema del viaje –exploración combinada del mundo físico y aprendizaje sentimental–, tal como se ha presentado últimamente en diversas ficciones nacionales: Viaje redondo, de Gerardo Tort; Noticias lejanas, de Ricardo Benet; Vete más lejos Alicia, de Elisa Miller, o Norteado, de Rigoberto Perezcano, por mencionar unas cuantas.
En el relato de Mariño asistimos a la exploración del mundo secreto de María (Lucía Uribe), joven de 18 años que emprende un viaje de la ciudad de México a Baja California Sur para romper por un tiempo con su entorno familiar y satisfacer de modo muy independiente un vago anhelo de comunión con la naturaleza. Acostumbrada a una muy libre gerencia de su sexualidad, con encuentros anónimos rara vez satisfactorios, su contacto en el viaje con una madre joven y con otro viajero, cómplice afectivo, le permitirá acceder a una dimensión nueva de su propia sensibilidad. La parquedad verbal de María, su aire a la vez perdido y seguro de sí, su fragilidad engañosa y un físico desgarbado que se ofrece con abandono indolente a las aventuras sexuales, crean un personaje femenino pocas veces presentado en el cine mexicano. Lucía Uribe consigue el tono idóneo para transmitir la complejidad de ese hermetismo femenino, y para transitar también, llegado el momento oportuno, a un enorme júbilo vital. Cabe destacar el trabajo del cinefotógrafo Iván Hernández, su lirismo discreto y sus riesgos lúdicos en las escenas finales, todo muy a tono con la mirada intimista que propone Mariño. El encuentro de María con la naturaleza, su experiencia itinerante emprendida con decisión y brío, van de la mano con un nuevo entendimiento de su propio cuerpo y de su vida afectiva. Relatar una búsqueda semejante en los mismos territorios donde hoy impera la violencia, y hacerlo con buen dominio del oficio cinematográfico, se vuelve una apuesta artística original y muy estimulante.
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