El espionaje británico, con papel central
en operativo contra Al Qaeda en la Península Arábiga
Sábado 12 de mayo de 2012, p. 23
Londres, 11 de mayo. Expertos en contraterrorismo expresaron este viernes su preocupación por la filtración en Estados Unidos de una operación encubierta que desmanteló un complot de ataque suicida y dijeron que la exposición podría evitar que agentes asuman voluntariamente la riesgosa tarea de infiltrarse en la red Al Qaeda.
Aunque se utilizan cada vez más los métodos electrónicos en operaciones de espionaje de todo tipo, las actividades de inteligencia a nivel personal continúan siendo cruciales debido a que las mayores figuras de la organización fundada por Osama Bin Laden intentan evitar las comunicaciones electrónicas para minimizar las posibilidades de ser detectadas.
Los servicios de inteligencia británica tuvieron un papel central
en la operación contra una rama regional de Al Qaeda en Yemen, dijeron fuentes de contraterrorismo, pues reclutó a un informante que obtuvo la bomba que iba a ser utilizada en el atentado y la entregó a agentes occidentales.
El informante en el complot ligado a Al Qaeda en la Península Arábiga (AQAP, por su siglas en inglés) era un ciudadano británico, posiblemente de origen saudita, dijeron a los medios fuentes que pidieron el anonimato. El agente encubierto trabajaba en cooperación con las dos principales agencias de espionaje de Gran Bretaña.
Según algunos analistas, este operativo parece haber sido un trabajo conjunto entre los servicios de inteligencia estadunidense, británico y saudita.
Los sauditas no están contentos con la filtración de esta información
, comentó Mustafá Alani, un analista de seguridad con buenos contactos entre los gobiernos del golfo Pérsico.
Por lo pronto, al menos dos investigaciones ya están en marcha para determinar de dónde se filtró la información a la prensa.
El gobierno del primer ministro británico, David Cameron, declinó hacer comentarios sobre el asunto.
La operación pareció haber sido un notable éxito de contraterrorismo para Estados Unidos y sus aliados, con el uso de un agente encubierto dentro de Al Qaeda que posiblemente provee una satisfacción particular a Washington, dos años y medio después del segundo ataque más letal a la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
El 30 de diciembre de 2009, un agente doble jordano, Humam Khalil Abu Mulal Balawi, se inmoló al interior de un complejo fortificado de Estados Unidos en la provincia de Khost, en el sureste de Afganistán, y causó la muerte de siete agentes de la CIA y un oficial de inteligencia jordano.
El atentado mostró que los insurgentes son más proclives a matar a espías occidentales que a infiltrarse en sus sus redes, lo que destacó el enorme desafío para los servicios occidentales que buscan posicionar a informantes en las filas de la cúpula de Al Qaeda.
En el último caso, aseguró el analista Alani, AQAP decidió reclutar al informante porque, entre otras cosas, tenía un pasaporte occidental y parecía contar con características que le permitieran abordar un avión de pasajeros con destino a Estados Unidos sin levantar sospechas.