n la República Bolivariana de Venezuela tiene lugar un proceso masivo de debates, talleres, reflexiones, conversatorios, campañas y tomas de conciencia individuales y grupales encaminado a fortalecer y construir poder popular y forjar una ciudadanía que vaya más allá de las elecciones presidenciales del 7 de octubre de este año, y contrarreste el manejo infame de los medios masivos de comunicación nacionales e internacionales en torno al tratamiento del presidente Hugo Chávez Frías en Cuba.
Precisamente, el estado de salud del comandante, que obviamente está en la mente y el corazón de muchos, ha llevado a colectivos y analistas a concluir que en estas condiciones de incertidumbre y permanente acción desestabilizadora de una derecha que, como se demostró hace 10 años, no tiene escrúpulos en utilizar la violencia extrema, que incluye su apoyo a la intervención militar directa de Estados Unidos y a todas las variantes subversivas y terroristas inherentes a la estrategia oligárquica-imperialista actual, el factor determinante que garantice la continuación y el desarrollo de la revolución bolivariana sea precisamente el blindaje que representa que en todos los espacios territoriales y sectoriales se establezca el poder popular democrático, autónomo y crítico, que signifique, a la vez, un ejercicio pleno de la ciudadanía que supere la interpretación limitada y heterónoma de la democracia neoliberal.
Con toda razón el comandante Fidel Castro considera que un error de Obama, en tales circunstancias, puede ocasionar un río de sangre en Venezuela
(Lo que Obama conoce
, La Jornada, 28/4/12). Se escuchan declaraciones categóricas en variados espacios populares de quienes no están dispuestos a permitir que nuevamente la derecha local y el gobierno de Estados Unidos intenten revertir las conquistas de toda índole logradas durante estos años de revolución. Vuelve Fidel en sus reflexiones a referirse a este notable estado de ánimo del pueblo venezolano con motivo de la promulgación de la nueva Ley Orgánica del Trabajo el primero de mayo pasado, comentando que jamás había visto algo parecido en el escenario político de nuestro continente: “Presté atención –escribe Fidel– a la enorme multitud que se reunió en plazas y avenidas de Caracas y, en especial, a las palabras espontáneas de los ciudadanos entrevistados. Pocas veces vi, y tal vez nunca, el nivel de emoción y esperanza que éstos ponían en sus declaraciones. Se podía observar con claridad que la inmensa mayoría de la población está constituida por trabajadores humildes. Una verdadera batalla de ideas se está librando con fuerza” (El premio Nobel de la Paz
, La Jornada, 4/5/12).
Esta batalla de ideas incluye un espíritu de irreverencia que permite discutir cualquier tema, como los peligros de la burocratización, la corrupción, el estatismo exacerbado que secuestre el protagonismo del pueblo, las carencias político-ideológicas en temas como la cuestión indígena, el sexismo, etcétera, con la conciencia de que tomados los acuerdos y consensos, éstos serán acatados lealmente en la acción, coordinación y unidad revolucionarias, rumbo a la trascendente victoria electoral táctica de este año y con la estrategia de construcción del socialismo.
Esta confrontación ideológica, que en la derecha venezolana se expresa en un contumaz odio al chavismo y a las masas populares que lo encarnan, cargado de antipatriotismo, racismo y clasismo, tiene un sustrato material visible en el combate a la pobreza a través de la ejecución de diferentes programas y proyectos impulsados por el gobierno nacional; en todas las fábricas y empresas socialistas ocupadas y controladas por los trabajadores y en la integración del llamado ejército socio-productivo que aglutina a las brigadas socialistas de trabajo en distintos frentes de producción dentro de los ámbitos de construcción, agrícola, industria, textil y servicios; en los miles de departamentos construidos –muchos en lotes expropiados por utilidad pública–, y entregados completamente equipados a los sectores más humildes; en las impresionantes microciudades que se están levantando en toda la geografía del hermano país, concebidas para alojar a miles de familias y que cuentan con todos los servicios necesarios para vivir y trabajar dignamente; en los centros de atención para la salud de Barrio Adentro, pensados de manera integral y preventiva, con los miles de doctores graduados con la solidaridad cubana, e incorporados al programa tanto en la ciudad como en las zonas rurales, con espacios dedicados a actividades culturales, bibliotecas, centros de cómputo, aulas, guarderías; en los parques y áreas recuperados, donde ahora se llevan a cabo todo tipo de actividades intergeneracionales, y en los numerosos micronegocios de café, alimentos y ventas de comestibles que dan certidumbre a la vida cotidiana de millones de familias venezolanas que antes de la revolución se encontraban en el abandono y la miseria extrema.
Una adolecente que entrevisté en la nueva ciudad en construcción en las afueras de Caracas, instalada en una consola de lo que serán próximamente los aparatos de trasmisión de la radio del poder popular comunitario, exclamó, esbozando una amplia sonrisa, lo que para ella significaba su nuevo entorno: para mí ha sido como volver a nacer. Vivíamos hacinados y rodeados de delincuencia y consumo de droga; ahora tenemos una vivienda digna, educación, salud y una revolución por la cual vivir
.
Todos los vecinos y vecinas le aplauden con bullicio, sabiendo que en las elecciones presidenciales del 7 de octubre se juegan los destinos de la patria y, sobre todo, muy conscientes de que ¡todo 11 de abril (día del golpe de Estado) tiene su 13
!