n vísperas de una fecha política clave para la historia de México, que influirá decisivamente en lo que suceda a cercano y a mediano plazos y seguramente prolongará en el tiempo la influencia de lo que decidamos en julio, recibí el obsequio de un libro que creo importante comentar e invito a compartir, especialmente a los católicos mexicanos
Con motivo de mi participación en la cátedra Religión, Sociedad y Estado Laico, que tuvo lugar en el CUC, organizada por la UAM, el Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria y el Centro de Estudios Sociales Antonio Gramsci, se me obsequió el libro del padre Jesús García González, Escrutando los tiempos y acontecimientos”.
La edición, bien presentada, es del propio autor, sacerdote católico con amplia trayectoria y preparación, tanto a partir de experiencias directas, como por el estudio iluminado de la sociología y la historia de Latinoamérica. Ha sido partícipe y testigo de muchos acontecimientos en los últimos cincuenta años; entre otras actividades, fue profesor del seminario de Misiones Extranjeras, del Instituto Mexicano de Estudios Sociales, de la Universidad Iberoamericana y de otros centros de educación superior; viajó y conoció de cerca movimientos capitales para la historia reciente de Centroamérica, Sudamérica y México, y es integrante del consejo consultivo de Cáritas.
En mi opinión, la importancia del libro en el momento en que los católicos mexicanos participaremos votando en una decisión política trascendental, radica en que nos recuerda el papel social tan importante que la Iglesia ha desempeñado y que va mucho más allá del debate, centrado en temas importantes, pero muy acotados, menores y derivados de causas más profundas de lo que se ve a primera vista, como son las uniones entre personas del mismo sexo o la penalización del aborto.
El libro de don Jesús García González nos confronta con la responsabilidad social de fondo, eleva la mira y nos pone frente a los más graves problemas políticos y sociales de Latinoamérica, que son por un lado la pobreza y la marginación de amplias mayorías, y por el otro, la reiterada presencia de gobiernos desconfiados de los derechos humanos y proclives al autoritarismo y al uso de la fuerza como solución a cualquier problema real o imaginario.
En el prólogo, don Raúl Vera López, obispo de Saltillo, nos da pistas, habla de un seguimiento de Cristo nítido, claro y valiente, que expresa un pensamiento trascendental; al referirse al libro, afirma don Raúl: Si bien el reino de Dios no se confunde con sistema alguno, ni político ni económico ni de cualquier índole, sí constituye una garantía de que acontece en la sociedad, el hecho de que se construya dentro de los valores universales contenidos en el Evangelio
, al elogiar la obra, afirma que ayuda a asumir la realidad social en la que estaba inmersa la Iglesia Latinoamericana
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La obra empieza con un recorrido para rescatar la memoria de pastores ejemplares, como la de los obispos mexicanos Sergio Méndez Arceo, José Llaguno, Bartolomé Carrasco y Samuel Ruiz mexicanos; la del mártir salvadoreño, don Arnulfo Romero, entre otros del episcopado latinoamericano. Con estas y otras remembranzas pone en el centro de la historia reciente a un sector muy importante de una Iglesia comprometida con la gente y sus carencias más urgentes.
El mensaje central radica en el acento sobre la injusticia y la desigualdad que son causa y fuente de muchos males sociales, que colectivamente se deben afrontar y resolver; sin excluir en la solución a nadie y mucho menos a quienes profesan una fe basada en los Evangelios.
Cuando el autor se refiere a un proceso electoral del pasado, expresa pensamientos que parecen escritos para hoy y para que nuestra inminente decisión política. Dice por ejemplo: La naturaleza social del ser humano es el hecho político fundamental. El hombre ha sido hecho para convivir y realizarse con sus semejantes en todas las dimensiones de su existencia: familiar (procreación e iniciación interpersonal), económica (producción, distribución, acceso a los bienes básicos), educativa, cultural, religiosa
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En su conclusión afirma que las elecciones son una oportunidad providencial e histórica para participar en los cambios requeridos para rehacer las bases de la sociedad en justicia, igualdad, honestidad y solidaridad, de lo contrario, si desaprovechamos la oportunidad, seremos cómplices por pasividad, omisión, ausencia e indiferencia, del mantenimiento y agravamiento del actual sistema.
Escrutar los tiempos como lo hace el autor del libro, provoca reflexiones sobre la decisión que tomaremos próximamente y sus consecuencias; la invitación explícita en el libro es a pensar en las cuestiones de fondo, de las que brotan los males sociales más hirientes, que son causa de los desordenes que se nos presentan como males en sí mismos y que no son sino efectos de la injusticia subyacente, que es la que se debe combatir y cambiar.